LEONEL GARCÍA
Una vez me pasó que abracé a una mujer y me dijo que tenía olor a sudor". Además de lápida para un romance, para Aldo (45) esto significó, mucho tiempo atrás, un punto de inflexión: "Me juré que nadie más volvería a decirme que tenía olor a sobaco". En su bolso nunca faltaba jabón, desodorante en spray y remera de repuesto. "Por suerte, donde trabajo hay un baño con varias canillas y lugar para un `polaco`. Fueron años de `polacos` en el laburo". "Baño polaco", en el lenguaje popular, refiere a una higienización rápida y localizada en axilas, pies y la zona genital, ahí donde la sudoración excesiva funciona como el más efectivo repelente natural.
Una cosa es sudar y otra es sudar muchísimo. Esto último puede ser sumamente inhabilitante social o laboralmente. Hay gente a la que le da vergüenza dar la mano, siempre mojada. Hay camisas y vestidos visiblemente manchados a minutos de haberse bañado; una cita así está condenada al fracaso. Hay quien debe poner papel secante debajo de un documento para no estropearlo. El teclado queda empapado; el mouse, el teléfono y los archivos también. Según la Sociedad Internacional de Hiperhidrosis, nombre con el que se conoce a la sudoración excesiva, este problema afecta a un 3% de la población.
Esto significa que hay 209,2 millones de personas en el planeta transpirando más de lo deseable; esto es 15,2 millones de individuos más que Brasil, el quinto país más poblado del mundo.
INHABILITANTE. "Este problema se podrá acentuar en el verano; pero quien lo tiene, lo sufre todo el año", afirma Liliana Calandria, dermatóloga, exprofesora universitaria y directora de la clínica que lleva su nombre. Es que la temperatura no es un factor determinante en la hiperhidrosis.
También está la más rara bromhidrosis: el excesivo mal olor en la transpiración, inmune a cualquier baño de desodorante. Si sudar como chivo es inhabilitante desde el punto de vista social, ni qué hablar oler como uno. Afortunadamente, puntualiza Calandria, ambas situaciones no tienen por qué estar relacionadas; además, la hiperhidrosis es mucho más frecuente.
"La hiperactividad de las glándulas sudoríparas ecrinas, porque eso es la hiperhidrosis, es el resultado de un estímulo neurológico. Lo más frecuente es que se dé a nivel cortical, a partir de las emociones. Pero también puede ser a nivel del hipotálamo, como manifestación de una infección crónica o tumores como linfomas. También puede ser el efecto secundario de una lesión medular", enumera el dermatólogo Néstor Macedo, profesor titular de la Facultad de Medicina del Claeh. Los factores emocionales son las causas más habituales.
"Sudo con olor y me resulta muy molesto si estoy con otras personas. No importa si es verano o invierno, siempre tengo mojadas las axilas y en general con un olor intenso, que empeora muchísimo si estoy nerviosa", relata Inés (37). Una situación como esperar que un médico termine de leer el resultado de unos exámenes ya sirve para generar esa incomodidad. Ella siempre tiene una remera de repuesto en la cartera y otra en la oficina; ahí también tiene un desodorante. "Pero cuando queda olor en la ropa no hay desodorante que valga". Apretar los brazos contra el cuerpo, ponerse un saquito aunque haga calor o ir de apuro a casa a cambiarse, incluso al poco rato de salir, son recursos ya habituales. Lo peor es "tener que estar con otra gente sabiendo que tengo mal olor y no poder hacer nada para evitarlo, y haciendo malabares para que nadie se dé cuenta". Todavía no ha ido al médico por este tema. "Siempre asumí que era algo con lo que tenía que convivir".
De acuerdo con Macedo, la hiperhidrosis más común es la localizada, con la axilar y la palmo-plantar (manos y pies) a la cabeza. Ni él ni su colega Calandria notan mayor prevalencia entre hombres y mujeres, aunque algunos estudios internacionales aseguran que los varones son más afectados. Si se da la rara situación que la hiperhidrosis sea generalizada (o sea, que afecte las glándulas sudoríparas de todo el cuerpo), el tratamiento "es muy difícil", según señala el docente del Claeh. Afortunadamente, los casos localizados son la mayoría, y aquí sí hay varias opciones. La toxina botulínica se ha convertido, pese a su precio, en la vedette del combate a esta enfermedad.
TRATAMIENTOS. Hace dos años, el dermatólogo le dio a Aldo tres opciones. "El más barato era un roll-on (desodorante en bola) que luego de aplicado empezaba a picar de una manera muy intensa y que ayuda. Otro camino eran las inyecciones de bótox (la marca comercial más conocida de toxina botulínica) en las axilas, a más de 300 dólares por axila y una duración que no llega al año. O una operación que podía ser la solución definitiva pero que también podía salir mal, con más sudoración de la que tenía".
Yendo de "menor a mayor", Macedo habla de tratamientos con drogas antitranspirantes como "el cloruro de aluminio al 20%", la inyección de toxina botulínica y, en casos más extremos, la intervención quirúrgica (ver aparte). Su colega Calandria también menciona la cirugía y una variedad de "fórmulas magistrales" (combinación de compuestos químicos dependiendo del caso), en forma de lociones, talcos o cremas, que "impiden o inhiben la sudoración". En el caso del mal olor, se utilizan sustancias antibióticas para minimizar la acción bacterial. Pero esta profesional califica al "bótox" como una "revolución".
"El uso de la toxina botulínica es el mejor tratamiento en la actualidad. Lo que hace es inhibir la actividad de esas glándulas. La sudoración se vuelve normal, o menor que la normal. Tiene un efecto transitorio sí, pero de varios meses e incluso de años. Además, la toxina `ejercita` a las glándulas, haciéndolas trabajar menos. La segunda sesión ya dura más que la primera, y así sucesivamente va durando más el efecto", afirma Calandria. Macedo ratifica la eficacia de este método, pero señala que en el caso de la hiperhidrosis palmo-plantar este tratamiento "es muy doloroso". Cada inyección además, según distintas fuentes consultadas, puede rondar los 500 dólares. No es algo económico. "Pero para quien tiene este problema, por más que sea transitorio, significa muchos meses de alivio", subraya la dermatóloga.
Aldo optó por la primera de sus opciones: el roll-on. Era cierto: picaba de forma infernal, pero resultó. "Chau lamparones abajo de los brazos", dice para graficar su cambio de vida.
"Soy como emblemático, el padrino de la gente que transpira"
Será porque ya en la época de La culpa es nuestra (Saeta, 2006) salía al aire con una toalla al hombro, será porque en sus espectáculos de stand-up hace frecuentes alusiones a su tendencia a sudar, lo cierto es que el conductor radial Gonzalo Cammarota aparece siempre muy vinculado a transpirar en exceso. El tema no lo molesta. El humor es más fuerte.
"Yo nunca fui al médico. De hecho, antes de (aparecer en) la televisión nunca fue algo que me preocupara, alertara o llamara la atención. Me sentía y me siento dentro de la media. Claro, hay gente que no transpira nada, y bueno... yo soy de los que transpiro". Si nunca consultó al médico, mal puede saber si el suyo es caso de hiperhidrosis. A diferencia de otras personas que sí han padecido estos problemas, jamás se ha visto inhabilitado socialmente ni laboralmente. Toma muy naturalmente el tema, pero...
"Hace un mes, en la piscina del (club) Bohemios, una señora me presentó a otra: `Mirá, a ella le pasa lo mismo que a vos: transpira`. ¡Soy como un caso emblemático, el delegado, el padrino de la gente que transpira! Es que se hizo tan visible lo mío... Obviamente, preferiría no transpirar así. Si hace mucho calor en un lugar yo entro a transpirar y la gente empieza a sufrir, onda `este tipo se está muriendo`. Pero hay situaciones más jodidas. Yo he tratado de descomprimirla, de sacarle provecho a partir del humor". Así, la toalla y la transpiración han estado presentes en sus monólogos.
Así como hizo el ícono del humor estadounidense Jimmy Durante con su nariz, así hace Gonzalo Cammarota y su sudor.
EL ÚLTIMO RECURSO: LA OPCIÓN QUIRÚRGICA
"Para la hiperhidrosis muy severa hay una opción quirúrgica, intratorácica, donde se hace la ablación de un ganglio parasimpático", dice el dermatólogo Néstor Macedo. El sistema parasimpático es el que estimula las secreciones glandulares.
El especialista deja claro que se trata de una opción válida solo cuando las demás fallan, y cuando se trata de un caso realmente inhabilitante. "Es una intervención quirúrgica que hacen los cirujanos de tórax, que hoy se hace por vía endoscópica, que tiene todos los riesgos de una cirugía. Y tiene una posible complicación: en el 20% de los casos se genera en el paciente una hiperhidrosis compensatoria. Por ejemplo: se puede lograr un control espectacular del sudor palmar, pero puede provocarse una compensatoria a nivel del tronco".
Para la hiperhidrosis axilar, agrega, hay otra opción que es la destrucción quirúrgica de las glándulas sudoríparas a ese nivel. "Se hace algo como un curetaje", explica.