Martín llegó a Suecia en 1979 con su madre, su hermano y un primo de su madre (el padre aún estaba preso -como también había estado la madre- por su militancia política). Durante los primeros años, Suecia fue el Nuevo Mundo. Había que aprender el idioma, empezar a hacer nuevos amigos, acostumbrarse al clima y descubrir la cultura para poder empezar a apreciarla. Pero tras esos años iniciales de aprendizaje, los recuerdos uruguayos empezaron a hacerse más presentes. ¿Cómo mantener el vínculo con el país que se tuvo que abandonar? Algunos de sus compatriotas viajaban a ciudades más grandes para ver si podían conseguir algo de yerba importada. Otros mandaban cartas a Uruguay pidiendo que les enviaran discos o casetes de artistas musicales.
Martín, que siempre había tenido una predisposición para los instrumentos de percusión (durante unos años, fue baterista de una banda de rock con unos amigos), encontró en el piano, el chico y el repique la vía de seguir conectado a la tierra de sus padres. Al principio era más entusiasmo que otra cosa. Junto a otros uruguayos formaron una minicomparsa.
Había que construir los tambores porque en Suecia la palabra “candombe” podría perfectamente haber sido de un idioma extraterrestre. El primo de su madre, Horacio, había estudiado diseño industrial y se daba maña para las manualidades. Esos primeros tambores eran cualquier cosa, pero servían para el propósito de reunirse en torno a algo uruguayo y cultivar cierta nostalgia. Los años fueron pasando y aquellos primeros que se acercaron a las reuniones para sentir el latido de la percusión afrouruguaya se fueron alejando, pero llegaron otros que iban supliendo a los que abandonaban.
En un momento, además, empezaron a acercarse inmigrantes de otras nacionalidades, además de suecos que curioseaban y querían ver de qué iba eso del candombe. La gente entraba y salía de la comparsa. Para Martín, que a esa altura ya había formalizado una pareja con Sandra, uruguaya e hija de exiliados como él, la comparsa empezaba a cobrar una relevancia que iba más allá de la nostalgia. Con Sandra, Horacio y varios más, se propusieron darle un carácter más permanente a lo que hasta entonces había sido un asunto bastante espontáneo e informal: fundaron una asociación civil con estatutos, presupuesto y la mar en coche, y la bautizaron tal como ya habían bautizado a la comparsa: La Peregrina.
A partir de ese momento, mediados de la década de 1980, La Peregrina empezó a a tomarse las cosas más en serio. Conforme fue pasando el tiempo, aquellos ensayos y errores en torno a la construcción de los tambores dieron lugar a instrumentos que eran iguales de buenos que los que se usaban en Uruguay. Además, tanto Martín como otros integrantes de la agrupación empezaron a viajar de manera más o menos regular a Uruguay para conseguir insumos como lonjas y vestimenta acorde a las tradiciones del candombe.
Por otra parte, Martín fue perfeccionándose en su estilo de tocar junto a los demás. Ensayó, leyó, preguntó y aprendió sobre las sutiles diferencias entre distintas maneras de tocar piano, chico y repique. Un día se cruzó con otro uruguayo en Suecia que había sido candombero y este se percató que aunque Martín tocara un estilo propio eso, era 100% candombe. Martín empezó a capacitar a otros en el arte de tocar y aunque no todos le agarraran la mano, lo importante para él era poder transmitir la pasión que sentía por el ritmo, y por divulgar los principales componentes de esta particular cultura afrouruguaya.
Ya habían desfilado por las calles de su ciudad, llamada Växjö y ubicada al sur de Suecia. Pero empezaron a surgir oportunidades para mostrar el candombe en otras partes de Suecia. Ahí, La Peregrina dio el próximo paso: ir a buscar entre las raíces y los expertos del candombe para poder mostrarlo de la mejor manera posible. Martín, Sandra, Horacio y otros empezaron a hacer lo que estuviera a su alcance para recaudar fondos y así llevar referentes uruguayos a Suecia, para que estos dieran talleres. Así, viajaron a Suecia bailarinas como Nadia Valverde, Cecilia Lalinde y Oscar “Cococho” Pereira y figuras como Pedro “Perico” Gularte. “Para nosotros era importante aprender de gente que tuviera una destacada trayectoria dentro del candombe, que nos pudiera compartir de primera mano los estilos y tradiciones, para poder incorporarlos con el debido respeto”, dice Martín a Revista Domingo desde Suecia.
Pero no solo era cuestión de llevar el candombe hasta Suecia. Desde Suecia también era importante ir a los orígenes. Al principio, Martín viajaba solo. El primer viaje fue para mirar y aprender. El segundo, ya estaba ensayando con una comparsa local. Y en el tercero pudo cumplir el primer sueño: desfilar en Las Llamadas. Lo hizo varias veces más, hasta que otra idea empezó a rondar en su mente: ¿Qué tal si pudiera traer a toda La Peregrina y desfilar en Las Llamadas? Estuvo varios años en gestiones junto a otros integrantes de la comparsa. Había que conseguir fondos, permisos, establecer contactos y conseguir ser invitados por la organización del desfile oficial. Y había que solucionar el tema logístico de conseguir alojamiento para decenas de personas. En 2018, todo eso se concretó y La Peregrina abrió el desfile oficial de Las Llamadas como comparsa especialmente invitada.
¿Cuál era el próximo proyecto? Llevar el candombe a África. Otra vez, La Peregrina se puso a trabajar para lograrlo. “Los miembros se comprometieron con una idea, se pusieron a hacer ropa, a juntar dinero... todo para poder llegar al continente del cual habían salido los esclavos que, una vez en Uruguay, fueron moldeando el ritmo hasta convertirlo en una de las expresiones más auténticas de la cultura uruguaya”, cuenta.
Facebook mediante, conoció al productor senegalés Mamadou Sonko, que estaba a cargo del festival de Abene, un encuentro de danza y percusión que se realiza en esa localidad de Senegal. Martín y Sonko se entendieron muy bien y pronto había una invitación oficial por parte del festival de Abene para que La Peregrina fuera a tocar y bailar. En Uruguay, el MEC se enteró de la iniciativa y declaró el viaje y la presentación en Senegal de interés ministerial.
Llegado a este punto, Martín quiere aclarar algo: “No fuimos en representación ni del candombe ni de Uruguay”, explica como para que quede explícito que no se atribuye ninguna cualidad de embajador de la cultura afrouruguaya, como pasó recientemente en un evento en España en el cual estuvo involucrado Jorge Drexler, algo que motivó un pedido de disculpas por parte del cantautor. “Fuimos como La Peregrina, una comparsa con más de 35 años de historia a mostrar lo que es el candombe, cómo se toca, cómo se baila y cómo se representa en cuanto a vestimenta”, explica. Más allá de esa nada menor salvedad, Martín siente el orgullo simbólico de al menos poder haber llevado el candombe hacia el continente desde el cual partieron aquellos que luego generaron el “borocotó chas chas”, tan característico de la cultura uruguaya.
“No sabían nada sobre este ritmo”
Cuando los uruguayos (y de otras nacionalidades, porque La Peregrina es multinacional) llegaron a Abene en Senegal no sabían muy bien con qué se iban a encontrar. Pero tanto Martín como Horacio explican por videollamada desde Suecia que el recibimiento fue de lo más grato. “Es un pueblo chico, de unas 8.000 personas. Hace más de veinte años se fundó este encuentro cultural, y van conjuntos de todo el continente”, explica Horacio. Por su parte, Martín cuenta que para muchos de los músicos y artistas con los que se cruzaron durante los días de enero en los que estuvieron ahí, no sabían nada del candombe. “Hasta donde sabemos, para ellos era el primer contacto con el candombe y quedaron encantados, tanto la gente de la organización como aquellos que formaban parte de la oferta del festival”. De acuerdo a lo que ambos cuentan, la idea es poder regresar en algún momento a dicho festival, y se ilusionan con que sea posible que también puedan ir referentes uruguayos del candombe, para estrechar lazos entre la diáspora afrodescendiente uruguaya y aquellos africanos que participan del festival de Abene. Pero eso llevará más trabajo e insumirá un mayor presupuesto. Esto, dice Martín, fue “un primer paso”. “Esta primera etapa fue para tratar de llevar el candombe a Senegal y al continente africano, dado que en ese encuentro participa gente de muchas nacionalidades, mostrarlo y abrir puertas para otras ocasiones”.