OPINIÓN
Es interesante observar cómo varía la percepción de justicia en función a determinadas coyunturas.
¿Qué es lo que hace a una transacción o decisión económica se la considere “justa”? Es una pregunta profunda, de varias aristas. Para realizar el análisis, bien podemos basarnos en las investigaciones realizadas por Richard Thaler, Premio Nobel de Economía y uno de los “padres” de la economía del comportamiento.
En efecto, es interesante observar cómo varía la percepción de justicia en función a determinadas coyunturas. Los investigadores, consultaron a un grupo de ciudadanos el siguiente caso: “Una tienda de herramientas vende palas a US$ 15. La mañana siguiente a una gran tormenta de nieve, la tienda eleva el precio del artículo hasta US$ 20. Considera que esta acción es: “aceptable” o “injusta”. Es esperable, que usted tienda a responder la pregunta mientras lee estas líneas. Del relevamiento realizado el 18% consideró la medida como “aceptable” mientras que el restante 82% la catalogó como de “injusta”.
Es probable que afloren sentimientos confirmando estos resultados. Sin embargo, si lo visualizamos desde lo que debería ocurrir desde el enfoque económico clásico, con oferta constante, frente a un desborde de demanda (evento climático) el precio de los bienes es esperable que aumenten ¿no? Los resultados no varían sustancialmente cuando se experimentan en nuestras clases de MBA, modificando las “palas” por “alcohol en gel” y “tormenta de nieve” por “emergencia sanitaria”, donde encontramos casuística doméstica perfecta para graficar la percepción de justicia sobre determinadas decisiones.
Claro que no es un enfoque filosófico moral, o analizar los juicios de valor. Es entender cómo los ciudadanos decodifican, apoyan o no, determinadas decisiones en base a consideraciones de justicia. Frente a otro caso similar de consulta, es interesante observar que la percepción de justicia y aceptación de la decisión de los consultados varió sustancialmente, al introducir la variante de que el plus de lo recaudado sería donado a una obra benéfica. De modo que la percepción sobre si una decisión es justa o no, varía en este caso, si el plus se lo queda un agente (el empresario) o si se dona. Es “aceptable” el incremento de precios en este último escenario y parece ser “injusto” en el caso en que la empresa pretendió aprovechar determinada coyuntura por un shock de demanda inesperado.
De la investigación realizada, surge que podrían estar muy relacionados las percepciones de que es justo y que no, con el llamado efecto dotación. Éste último, es la hipótesis por la cual las personas atribuimos más valor a las cosas, únicamente por el hecho de poseerlas. Sobrevaloramos la situación de statu quo. Los ciudadanos, en tanto agentes económicos, perciben los términos con los que se vinculan con la economía como un derecho adquirido (“comprar palas a US$ 15”), y cualquier deterioro de tales términos es considerado como una pérdida. Este sentimiento de aferrarse a las condiciones es particularmente intenso, por ejemplo, cuando un vendedor comienza a cobrar por algo que tradicionalmente no cobraba.
Para el buen ejercicio corporativo es posible que sea híper-relevante comprender estas reacciones, o sobre todo para aquellas que planean construir vínculos de largo plazo con sus clientes. Esto seguramente sea imposible, si nuestros mercados entienden que las decisiones que se toman son “injustas”.
¿Serán extrapolables estos ensayos para decisiones de política de gobierno? Tiendo a creer que sí. Comprenderlo implica una tentación demasiado potente a la hora de adoptar medidas que puedan ser consideradas como “justas” por un sector, pero quizás no sea lo más justo para la mayoría o incluso vaya en contra de fundamentos técnicos o económicos. Ante la pregunta si le parece justo o injusto que le reduzcan los impuestos, posiblemente exista una porción relevante que lo crea “justo”, lo que implica una mejora de los términos actuales, y por tanto una ganancia percibida. Y por supuesto está aquí presente y latente el interés de sostener el vínculo, de tipo político, de más largo plazo porque la adopción de medidas que puedan ser consideradas “injustas” por esos mismos sectores, pueden erosionar y hasta quebrar esa fidelidad.
A diferencia de lo que ocurre a nivel corporativo, a nivel de políticas de gobierno donde se gestionan además recursos públicos escasos, se debe asumir inequívocamente el riesgo de adoptar medidas que puedan ser consideradas “injustas” por determinados sectores, y erosionar el vínculo, si ello implica ejecutar medidas que tiendan a construir el bien común.
(*) Decano de UCU Business, escuela de negocios de la Universidad Católica.