África va por un nuevo relacionamiento comercial con el mundo

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Carlos Lópes – Economista, nacido en Guinea Bissau, doctorado en París

Entrevista

El continente más pobre inició 2021 inaugurando el Tratado de Libre Comercio Africano, con el que espera dejar de depender económicamente del exterior. Han pasado seis décadas desde la independencia política de la mayoría de sus países, que ahora van por su soberanía económica, en un contexto de fuerte dependencia y exportación de productos de bajo valor. La meta de este continente de 1.200 millones de personas y un PIB de 2,5 billones de dólares, es ingresar en un proceso de industrialización, atraer inversiones y jerarquizar el trabajo. Todos los países del continente, con excepción de Eritrea firmaron el compromiso, después de un lustro de negociaciones. “Se trata de una reivindicación de derechos, de integración en el escenario internacional con una identidad distinta”, explica el economista Carlos Lópes, quien entiende que busca para África un camino de unidad que se asemeje a Europa. Oriundo de Guinea Bissau, Lópes es economista, formado en Ginebra y doctorado en París. Especializado en la planificación estratégica y del desarrollo, integró el gabinete de Ban Ki-moon en la ONU y ha representado a su continente en distintas instancias de negociación. El camino elegido parece no haber sido del agrado de la OMC y tampoco de Estados Unidos y Europa. A continuación, un resumen de la entrevista.

–¿Cuál es el camino para África?

–Hace falta que África se transforme económicamente desde adentro, a partir de sus propios recursos; para ello, era necesario reinterpretar la idea de unidad en un conjunto que pudiera estar más focalizado en lo que necesita nuestro continente. Ahí surge la idea del Tratado de Libre Comercio, que empieza a tener un poco más de consistencia a partir de 2012, con negociaciones mucho más aceleradas que tenían el objetivo de terminar un acuerdo en 2017, que finalmente se firmó en 2018 y ahora entra en vigencia. Un programa muy ambicioso, que no se hace en coherencia total con la Organización Mundial del Comercio o con las tendencias comerciales globales. De alguna manera, se contrapone…

–¿Cómo funciona el nuevo modelo comercial planteado?

–Es una tentativa de tener una zona que protege la posibilidad de África de industrializarse, con todas las debilidades que se conocen de los que llegan tarde a la industrialización. Tenemos en la OMC todo un conjunto de reglas que no son favorables a los que llegan tarde, desde la propiedad intelectual hasta los mecanismos sobre reglas de origen. De la misma forma, todo el debate existente sobre competencia y cadenas de valor, una arquitectura comercial que no es muy favorable a África. Por tanto, hace falta crear un mecanismo que permita a los africanos industrializarse con alguna protección.
La idea es que, sobre todo en el agro negocio, tenemos grandes posibilidades de desarrollo: además de ser productores, hay una demografía que está en crecimiento, una clase media al alza que demanda productos agroalimentarios. Por tanto, nuestra intención es proteger ese mercado, que nos dará el impulso hacia la industrialización. Que deberá comenzar por áreas que tienen baja automatización y una menor concentración de propiedad intelectual. Las menos sofisticadas.

–O sea, el objetivo prioritario en esta etapa es proteger el mercado africano para después, una vez que estén en condiciones de competencia, jugar con las reglas de OMC…

–La idea no es no enfrentar a la OMC de forma agresiva, pero sí, de intentar de “contornearla”. No es una coincidencia que recibimos en la Unión Africana, protestas de EE.UU. y de la UE contra las características de nuestra zona de libre comercio. Hasta el momento, la OMC no se pronunció de forma tan abierta, pero sí “pasó el mensaje”, en el entendido que determinadas características del acuerdo no eran fáciles de implementar según las reglas mundiales de comercio.

–¿Por ejemplo cuales?

–Una de ellas es el hecho de que África quiere negociar en materia comercial como uno, y se nos dicen que eso es difícil porque la que la Unión Africana no tiene las características de la UE con poderes delegados. Un conjunto de argumentos jurídicos que apuntan a desacelerar la voluntad africana de avanzar, pero los líderes africanos, afortunadamente en mi opinión, no le han dado lugar y siguen avanzando.

–Además de armonizar con la OMC y sus socios comerciales, seguramente también es complejo armar un esquema de asociación comercial con una gran heterogeneidad…

–No es sencillo, pero es necesario; por varias razones. Nuestras características se pueden asimilar, demográficamente hablando, a China e India. La disparidad en esos países, en cuanto a concentración de la población, perfil productivo, desarrollo, tiene similitudes con África. Durante mucho tiempo, en especial por razones que tienen que ver con nuestra herencia colonial, África no logró cambiar su estructura económica fundamental: un exportador de recursos naturales no transformados. Y esa característica es casi general, más allá de la escala de los países. Veamos: Sudáfrica, el país más industrializado de África tiene una gran dependencia del sector minero; Egipto otro de los países fuertes del continente, tiene como exportación principal productos naturales no transformados, como el algodón. Por tanto, más allá del tamaño, incluso de la sofisticación de la economía en algunos casos, no hay una gran diferencia estructural. Para cambiar eso, África tendría que salir de la dependencia de los commodities.
Treinta y cinco de nuestros países, a nivel global, se ubican entre aquellos en los cuales el 80% o más de sus exportaciones son materias primas. Eso es una enormidad. Y para cambiarlo hay que hacer una reforma estructural, muy difícil de realizar para economías chicas. Entonces, lo queremos hacer todos juntos.

–Pero volviendo a los ejemplos, Egipto no debe tener los mismos incentivos que Guinea Ecuatorial para un acuerdo de estas características.

–Es cierto que Sudáfrica, Egipto, Nigeria, que entre los tres alcanzan casi el 60% del PIB del continente, fueron los que tuvieron más dificultades en adoptar la idea de una zona de libre comercio. Son los que seguramente están mejor preparados para competir y tienen vínculos comerciales importantes, pero entendieron que ellos también contaran con un enorme mercado preferencial en el resto del bloque. Y que nos beneficiará a todos. Se les demostró, con estudios técnicos serios y responsables, que todos los países africanos van a tener ventajas con esta zona de libre comercio; unos más, otros menos, pero todos van a estar un poco mejor.

–¿Cuál es la base científica que fundamenta esta nueva institucionalidad?

–El trabajo se ha hecho en la Comisión Económica de África, que yo dirigí durante cuatro años, y que se especializó justamente en temas de comercio; pudimos demostrar que cuando los países africanos exportan para sus vecinos, la mayoría de sus exportaciones son de productos transformados, y cuando exportan para fuera de África, son sobre todo commodities no transformadas.
Si tenemos aranceles que son comunes, contaremos con los incentivos para producir y abastecer el consumo al interior de la zona común; lo que hace falta es conseguir más inversión en dos áreas que son fundamentales para poder integrar: la primera es la infraestructura y la segunda es la facilitación de comercio, para que se simplifique todo en términos de intercambios de los países; hay muchos costos que están asociados con la burocracia, la forma en que se hace la gestión de las fronteras, etc. Y son retos que los países africanos han tomado muy en serio. En los últimos 10 años, hay más inversión en infraestructura vial, ferroviaria, puertos, aeropuertos, energía, que en los 30 años anteriores.

–Hoy existen acuerdos subregionales en África; ¿cómo quedan, en el nuevo esquema?

–Esos acuerdos subregionales permiten darle velocidad a esta integración. Existe una gran integración a nivel de África del Este. También hay una integración arancelaria y de libre circulación de personas en el África Occidental y también en partes de África Austral. Lo que no hay es un desarrollo similar en África Central y África del Norte, que son regiones muy poco integradas.

–¿Y qué pasa con las relaciones comerciales preexistentes con otras zonas del mundo?

–Tenemos, desafortunadamente, un conjunto de acuerdos con nuestros socios principales muy desestructurados. Por ejemplo con Europa, que es el socio comercial número uno de África, hay una multitud de acuerdos que dividen a África en casi trece diferentes tipos de régimen comercial. Yo soy el negociador jefe de la Unión Africana para las relaciones con Europa, estamos intentando con este nuevo acuerdo de zona de libre comercio de cambiar esta relación. Con EE.UU. tenemos un acuerdo que se basa en una oferta estadounidense y no es una negociación. Es una concesión de EE.UU. que puede ser retirada en cualquier momento. No es lo que deseamos.
Tenemos una relación similar con China, y ahora con otros países de Asia, que abarca a algunos países de nuestro continente. No existe un acuerdo único, continental con ninguna parte de mundo. Eso va a empezar ahora.

–Usted afirmó que la clave de este proceso que se inicia es incrementar la industrialización en África. ¿Cómo lo harán?

–Hay países que tienen producción manufacturera de alto valor, como Sudáfrica en la industria automovilística o Marruecos en la industria aeronáutica. Pero son situaciones excepcionales. Pero la gran mayoría de la producción africana es lo que llamamos de bajo valor.
Hay tres aspectos importantes: junto con el acuerdo comercial vamos a fomentar la inversión, trabajar en busca de un mayor desarrollo tecnológico y mano de obra capacitada. Un mercado del tamaño del nuestro traerá gran interés de inversores inclusive de fuera de la región.
Además, a partir de la negociación como bloque, también estamos en condiciones de poner sobre la mesa cuestiones que nos importan y que hoy no se toman en cuenta, vinculadas con la nueva generación de temas sensibles, tales como propiedad intelectual o comercio electrónico. Hoy, cuando un africano negocia, lo único que importa es cuánto petróleo o diamantes vamos a vender. Ya no será así.
El tercero, estamos en condiciones de ser una atractiva zona de transformación de productos para otros mercados, por ejemplo Europa. Hoy los asiáticos nos compran la materia prima, la transforman y se la venden a Europa. Queremos cambiar eso.

–Cuando el nuevo esquema arancelario esté vigente, ¿cuáles serán las condiciones?

–Los países miembros deben elaborar ahora y presentar, en un año, sus listas de protección, y en base a ello, se determinarán las condiciones para el comercio global.

–¿Y qué hay de otras dimensiones más allá de los comercial, por ejemplo en materia fiscal?

–Desde el punto de vista teórico hay mucha reflexión sobre esos temas, sobre todo acerca de la movilización de recursos domésticos para darle menos importancia a la ayuda al desarrollo, permitir también una relación distinta con las instituciones financieras internacionales, en cuestiones muy críticas para África, como por ejemplo la deuda… pero eso es un área donde no hay todavía un proceso de los gobiernos y de las entidades oficiales.
Donde sí hay avances importantes es en temas de libre circulación de personas y en la integración del espacio aéreo. 27 países, que son los que tienen las mayores flotas, ya firmaron el acuerdo.

–¿Por qué China está tan presente en África?

–China tiene un rol muy importante en África porque los otros están algo ausentes. En realidad, solo el 4% de la inversión china en el mundo está en África. China es el primer socio comercial del continente, pero en términos de bloque, Europa es el número uno y en términos de inversión, Estados Unidos es de los primeros, claro está, en recursos naturales, sobre todo petróleo. No queremos depender de China ni de nadie, pero es el socio que más entiende los cambios que queremos hacer.

–Un aspecto negativo es la debilidad institucional, los conflictos armados, la corrupción. ¿Cómo superar eso?

–Hay una percepción que tiene algo de real sin dudas, pero que es algo exagerada en términos de comparación con otras regiones del mundo. Se nos mide distinto.
La Unión Africana es, seguramente, de todas las organizaciones regionales la que tiene una intervención más fuerte en materia de seguridad y en materia de apoyo a las reglas constitucionales, tiene una carta de derechos de los pueblos, tiene una infraestructura jurídica de apoyo a la democracia que no existe en las otras organizaciones regionales. Queremos avanzar hacia allí, hacer la democracia a partir de los elementos internos del continente, de sus culturas y no tanto con la imposición que viene de afuera, que ha sido histórica y nos ha costado tanto.

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