Hay tres megatendencias económicas que se consolidan e influyen crecientemente en la forma de invertir los ahorros, sobre todo de los jóvenes, especialmente para el retiro laboral y las jubilaciones.
Primero, sigue aumentando la expectativa de vida, lo que exige mayores recursos acumulados para afrontar esa extensión de vida, máxime si no se quiere postergar la edad de retiro. Para ello es necesario invertir mejor los ahorros durante la vida laboral, con mejor relación rentabilidad-riesgo.
Segundo, aun cuando las tasas de interés nominales subieron en el último tiempo debido principalmente a la inflación, las tasas de interés reales de largo plazo continúan bajas y las expectativas no reflejan aumentos para los próximos años. Las tasas reales no volverán a los altos niveles que tuvieron hasta fines del siglo pasado, por lo cual para lograr ciertas rentabilidades será necesario invertir en activos con mayores retornos.
Tercero, los aumentos en productividad asociados a los cambios tecnológicos del último medio siglo, si bien generan desafíos y vulnerabilidades laborales, justifican la tendencia a aumentos de salarios reales a lo largo de la vida laboral y acrecientan la brecha de remuneraciones entre la salida y entrada al mercado de trabajo. Por lo tanto, al ahorrar en la juventud una fracción pequeña de un salario significativamente inferior al final de la vida laboral, dicho ahorro debe capitalizarse adecuadamente para que compense las expectativas y realidades de ingresos (mayores) al momento del retiro.
Por esas razones y otras, los sistemas de reparto en materia previsional, aquellos que van pagando las prestaciones de los pasivos con los aportes de trabajadores activos, tienden a desfinanciarse y exigir mayores contribuciones de la sociedad en su conjunto, en el contexto de caída de la relación activo-pasivo, tal como han evidenciado nuevamente las crisis de las cajas previsionales en Uruguay. Como consecuencia, eso ha llevado a que sean complementados con un sistema de capitalización individual más ahorro previsional voluntario.
Las megatendencias mencionadas exigen que, sea para los afiliados a las Administradoras de Fondos de Ahorros Previsionales (AFAP) o para el ahorro personal complementario, los portafolios de las generaciones más jóvenes, incluso aquellas cuarentonas, deberían incrementar significativamente la inversión diversificada en renta variable y otros activos de rentabilidad significativamente mayor que los bonos.
Sin casi empresas que coticen en las bolsas uruguayas, ni alternativas privadas similares en el país, la opción natural para eso es canalizar una porción mayor de los ahorros e inversiones hacia el exterior.
“Poner los huevos en distintas canastas” para una persona residente en Uruguay, muy expuesto a los riesgos locales, implica diversificar sus inversiones globalmente con amplitud dentro de las grandes categorías de inversiones (renta variable, renta fija) e incluso por monedas, sectores, regiones, estilos de inversión y características de las compañías. Hoy existen fondos muy baratos que permiten acceder, de forma ampliamente diversificada, a esas categorías de activos, los cuales completan las opciones de rentabilidad-riesgo y suelen estar menos correlacionadas con los portafolios de inversión muy concentrados en instrumentos locales.
Siempre suele ser un buen momento para aumentar la diversificación de los ahorros y las inversiones en el exterior, pero en la coyuntura actual la oportunidad táctica también se ve atractiva.
Por un lado, porque venimos de un período de más de tres años de aguda caída del tipo de cambio y revalorización del peso uruguayo. Si bien parte de dicha tendencia ha respondido a cierta diferenciación positiva de Uruguay, incluida sus mejoras en calificación de riesgo, es fundamentalmente consecuencia del ciclo de debilidad global (y regional) del dólar que no será para siempre, como la historia nos recuerda. Su comportamiento puede ser el contrario en la segunda mitad de esta década.
Por otro lado, como consecuencia de lo anterior y del interés por invertir en activos uruguayos durante los últimos años, sus precios han exhibido fuertes alzas de sus precios en dólares, desde los bonos en moneda nacional hasta las alternativas inmobiliarios, incluyendo la propia tierra. Los valores pueden justificarse en una perspectiva de muy largo plazo, pero también pueden estar sujetos a caídas cíclicas persistentes como ocurrió en la segunda mitad de la década pasada.
En particular, en el caso de los ahorros de los afiliados a los fondos de pensiones (AFAP), todo eso genera una gran oportunidad para legislar en detalle el tercer subfondo recientemente aprobado en la reforma de la seguridad social, con altos márgenes para invertir en renta variable internacional, en forma muy diversificada y bien regulada. Dicha opción le permitiría a las generaciones más jóvenes, aquellas más alejadas de su retiro laboral, aumentar el valor esperado de sus jubilaciones al mejorar las alternativas de ahorro en términos de rentabilidad-riesgo y menor correlación con el resto de las inversiones e ingresos.
Además del principio básico de libertad de elegir, también ello se justifica en una vasta literatura y evidencia mundial, junto con las propias experiencias de otros sistemas previsionales y varias simulaciones e investigaciones para Uruguay. Las citadas megatendencias y las condiciones actuales también justifican avanzar rápido en esa dirección.