OPINIÓN
De producirse una corrida financiera en Argen0itna, que busque refugiarse en el dólar, las opciones del BCRA son solo dos: emitir para pagar las Leliq, generando una hiper, o aplicar un plan Bonex.
La semana pasada, el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, contó en un reportaje cómo Cristina Kirchner y Máximo Kirchner le boicoteaban el acuerdo con el FMI. Describió a Máximo como a un chico caprichoso que pide cosas imposibles y otros detalles.
Estas explicaciones las formuló para explicar los problemas que tuvo que enfrentar durante su gestión al frente del ministerio de Economía.
Es muy probable que lo que contó sea cierto, pero una persona preparada sabía de antemano qué es el kirchnerismo. Gobernó 12 años antes como para que Guzmán supiera de qué se trata. ¿No conocía Guzmán que en el anterior gobierno hubo un ministro de Economía que cuando le preguntaron sobre la inflación en Argentina dijo en el medio de un reportaje: “me quiero ir”?
¿No sabía Guzmán que distorsionaron el IPC deliberadamente para esconder la verdadera inflación o que dejaron de publicar los datos de pobreza para no “estigmatizar” a los pobres?
¿Qué a Martín Redrado, Cristina Fernández se lo quiso llevar por delante y hubo una batalla jurídica por la presidencia del BCRA?, ¿tampoco se enteró Martín Guzmán? Y se puede agregar un listado mucho más largo de temas que mostraban el comportamiento del kichnerismo y de Cristina Fernández en particular, por la cual aceptar el cargo de ministro de Economía en ese gobierno implicaba meterse en un berenjenal populista del cual nada bueno podía salir.
Por su parte, el “éxito” inicial de Massa que le adjudicaban algunos medios, empieza a hacer agua con la suba de los dólares libres: MEP, CCL y blue.
Es que la apuesta tasa versus dólar que mantuvo calmo el mercado unos meses empieza a revertirse y deja en evidencia la inconsistencia de los rendimientos en dólares que ofreció ese arbitraje, que llegaron al 26% en dólares en 3 meses con el dólar quieto y bajando. No hay actividad lícita que rinda esa tasa de rentabilidad, por lo tanto, el modelo para calmar el dólar es inconsistente.
El error que comenten algunos analistas consiste en comparar tasa de interés versus tasa de inflación para ver si la tasa de interés es positiva o negativa en términos reales. La comparación es contra la evolución del dólar, que es la moneda de reserva de valor que eligió el argentino ante la destrucción de la moneda nacional.
Esta inconsistencia, junto con la incertidumbre que se observa en el horizonte y la falta de dólares para importar insumos para producir, empieza a generar la duda en la gente de si habrá un plan Bonex. No son pocas las consultas que recibo en los últimos días al respecto.
La realidad es que el BCRA ya superó el stock de $ 9,2 billones en Leliq y Pases Netos, que fueron comprados por los bancos con depósitos de la gente. De producirse una corrida financiera que busque refugiarse en el dólar, las opciones del BCRA son solo dos: 1) emitir para pagar las Leliq, generando una hiper y que los bancos hagan los pagos en ventanilla o 2) aplicar un plan Bonex. Es decir, entregarle al depositante un bono a cobrar en el futuro. Algo parecido a lo que ocurrió el 28 de diciembre de 1990.
Los bancos están concentrados en financiar al sector público no financiero. Del total de créditos otorgados por los bancos, en septiembre de este año, el 71% fue destinado a financiar al sector público no financiero y solo el 29% fue a financiar al sector privado. Comparado con un año atrás, se observa un deterioro.
Al mes de septiembre el sistema financiero tenía otorgados un total de créditos por $ 27 billones, de esa cifra, $ 19,1 billones eran préstamos al sector público y solo $ 7,8 billones eran préstamos al sector privado.
Obviamente que el Estado absorbe gran parte del muy escaso ahorro interno y, por lo tanto, casi no queda crédito para el sector privado, y lo poco que queda es a tasas desorbitantes.
Los intereses pagados por el stock de Leliq y Pases Netos hasta mediados de noviembre 2022, ya duplican los intereses pagados en todo 2021 y más que triplica los pagados en todo 2019.
De lo anterior se desprende que el flanco fiscal, que es el que genera en gran medida este problema cuasifiscal, no es el único problema a resolver por el futuro gobierno o, incluso, este mismo gobierno podría llegar a tener que afrontar el problema de la deuda del BCRA si se produce una corrida financiera.
En caso de ser este gobierno el que tenga que hacer frente al problema, me inclino a pensar que preferirán emitir y generar una llamarada hiperinflacionaria a aplicar un plan Bonex y pagar el costo político de confiscar depósitos. Si bien ya lo hicieron en 2008 con los ahorros que la gente tenía en las AFJP, ahora estarían haciendo los mismo que hizo Erman González, entonces ministro de economía de Menem, con los llamados depósitos indisponibles en diciembre de 1990.
Por el lado de la inflación, la pobreza y la indigencia, hay un dato que pasó algo desapercibido y es que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) que es la que mide la línea de indigencia (nivel de ingreso para alimentarse sin desnutrirse) aumentó el 9,5% en octubre y la Canasta Básica Total (CBA) que mide la línea de pobreza creció el 9% también en octubre.
Por el flanco de las reservas, la situación no se alivió con el dólar soja, solo les permitió pasar un par de meses.
Faltan insumos, faltarán productos por el congelamiento de precios, cae la demanda de moneda con lo cual se conjugan dos factores: más pesos circulando porque cae la demanda de moneda y menos bienes ofrecidos por falta de insumos y congelamiento de precios. El resultado no puede ser otro que un piso alto para la inflación.
De este gobierno no se puede esperar otra cosa que siga poniendo parches para tratar de llegar a octubre 2023 sin una crisis económica mayor, aunque eso está por verse.