Más allá de la estadística

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Economía y Mercado

Opinión

Desde esta columna, hace ya más de un año he sostenido y explicado por qué tenemos un problema en la medición del PIB en términos reales. Ese problema se origina en la enorme sobreponderación de las telecomunicaciones, dada la actual efectiva estructura de aquel.

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El problema está en que medimos cantidades a precios del año base y, entonces, algo que "pesa" 1,6% se pondera como 15,1% !!, por tanto, el cálculo de las variaciones a nivel real se altera. En la columna de referencia mostraba que el crecimiento real era menor al que la estadística mostraba en alrededor de 1,1% por año desde 2011 a la fecha (1). También expresé que el PIB nominal no se alteraba por ello y, por tanto, las usuales relaciones contra éste —deuda, déficit, etc.— son válidas. Todo deriva de la metodología utilizada, que es la histórica en nuestro país.

Ahora bien, el problema descrito no es propio sino mundial, el precio del servicio de telecom "se destruyó" (2), y en el mundo se aplican metodologías para corregirlo, básicamente las variaciones se calculan sobre la ponderación nominal del año previo o se utiliza una semisuma de los resultados de un índice de base fija con otro de base variable.

Corregido por la sobre estimación, el país pasó por una recesión en 2015, estando estancado entre 2015 y 2017. El Ec. Munyo retomó el tema hace unos días e hizo un aporte adicional, mostrando que el "desacople con la región" —en realidad lo hizo con Argentina, pero con Brasil pasa lo mismo—, es estadístico y no real. Así, si se corrigen la evolución del PIB real por la ponderación de las telecomunicaciones en uno y otro país, "los PIB" se comportan de manera muy similar, tal como ha sido a lo largo de la historia. Esto no podía ser de otra manera porque, si bien el comercio de bienes con China es grande, no llega a ser tan relevante como para mostrar diferencias notorias con el pasado, debido a que la intensidad de las relaciones regionales en servicios, son de alto valor agregado. Aproximadamente un 6% del PIB uruguayo se explica de manera directa por las relaciones con Argentina y Brasil, de las cuáles las menos importantes, por lejos, son las de comercio registrado de bienes; los servicios, el comercio no registrado y las inversiones apabullan a las primeras.

Lo que es claro es que, si no podemos comerciar de manera libre con el mundo esta dependencia no disminuirá y, por tanto, sorprendería que nuestro nivel de actividad no siguiera de alguna manera a economías 10 o 40 veces más grandes que nosotros que, además, están al lado. Por eso, si bien es cierto que a corto plazo la mala política del gobierno Kirchnerista nos benefició afincando inversiones y trayendo "la revolución agrícola" a un país que era poco afecto a ella, a mediano y largo plazo lo mejor que nos puede pasar es que Argentina vuelva a ser la potencia mundial que fue. Es preferible ser Bélgica entre Alemania y Francia que Uruguay entre Argentina y Brasil, tan simple como ello.

Poder de compra.

Cuando analizamos el PIB solemos obviar que el valor nominal y real pueden tener trayectorias que no muestren lo mismo. Si existen grandes cambios de precios relativos, debemos observar la variación del deflactor implícito (el índice de precios del PIB) y su comparación con el IPC u otro índice.

Sucede que en los últimos años el IPC ha aumentado más que el implícito, por tanto, cuando analizamos la evolución real de las variables y tomamos como deflactor al IPC, estamos olvidando que los precios "de la generación de valor" no están bien representados por este indicador.

Entre 2014 y el año móvil cerrado en marzo del presente 2018 el PIB real, según cuentas nacionales creció 5,3%, pero, si comparamos su evolución nominal y lo deflactamos por el IPC, apenas aumenta 0,8%. La comparación es aún peor si la hacemos contra el año 2015, porque mientras el primero habría crecido 4,9%, su valor nominal en términos de los precios al consumo cayó 0,1%. Este cambio de precios relativos en un período tan corto nos induce a errores de análisis.

Esto quiere decir que la relación precio de venta a costos de producción está cayendo más de lo que pensamos, siendo parte del "sentir" del deterioro en la competitividad. Por ejemplo, si el salario real en el año cerrado a marzo 2018 es 6,2% superior al de 2015 y que el PIB creció 4,9%, podríamos decir que su aumento "estuvo dentro de lo razonable"; ahora, si medimos las cifras como se debe, en función del valor generado, vemos que ese 6,2% se compara con una caída de 0.1% en el PIB deflactado por IPC, y "lo razonable" deja de serlo.

Es decir, para el promedio de las empresas, el costo salarial es bastante más pesado que lo que "la pintura global" nos sugiere.

Agregado a lo anterior, debemos tener presente que estamos hablando de promedios, las empresas de punta que lideran la expansión seguramente puedan pagar los salarios, pero la gran masa de empresas no lo pueden hacer y, entonces, su respuesta es la reducción continua del personal o el cierre. En ese marco no puede llamar la atención la reducción de 5,3% de la cantidad de trabajo —considerando las horas trabajadas y no solamente el número de empleados (3)—, en ese lapso de tiempo.

Entonces, los cambios nos dicen que debemos ser cuidadosos y más profundos a la hora del análisis.

(1) En los 6 años, la sobreestimación es del orden de 7%.

(2) En Uruguay su precio relativo hoy es el 5% de lo que era en 2005, lo que quiere decir que, si en 2005 con lo que se compraba una unidad del "bien promedio", se compraba una unidad de telecomunicaciones, hoy con una unidad de la primera se compran 20 de la segunda.

(3) Ver mi columna del pasado lunes 3 de setiembre Soluciones "a la Pili"

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