América Latina navega en aguas movidas

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Foto: Pixabay

Opinión

Los vientos para navegar el ciclo económico en América Latina se tornan menos favorables. 

Luego de un primer trimestre que arrojó resultados más robustos de lo esperado en las principales economías del mundo, los indicadores de actividad más recientes sugieren que la actividad global se está desacelerando.

Una fotografía del estado de la economía global actual sugiere tres focos de interés. Por un lado, la economía norteamericana está perdiendo dinamismo como resultado de los efectos rezagados del alza de las tasas de interés y de la pérdida de tracción de los estímulos fiscales. A esto se sumarían vientos en contra emanados de la nueva ronda de aranceles derivada de la escalada reciente de la disputa comercial entre EE.UU. y China. En paralelo, la introducción de estímulos monetarios y fiscales en la economía china tenderán a ser más modestos que en el pasado para contener la acumulación de riesgos financieros, por lo que puede esperarse una estabilización en lugar de un repunte significativo del crecimiento. Y por último, la actividad en Europa permanece relativamente estable, pero sin mayores señales de una recuperación más vigorosa.

Este panorama configura un escenario base menos alentador que el que teníamos hace unos meses para América Latina. Los débiles resultados del primer trimestre en casi todas las economías de la región confirman esta tendencia. No se trata de un escenario catastrófico, en la medida en que no hablamos de recesión para la región, pero si de un crecimiento promedio más bajo que el anticipado. El balance de riesgos permanece sesgado a la baja, frente a la incertidumbre en torno a una nueva escalada de las tensiones comerciales entre las principales economías del planeta, una limitada efectividad de los estímulos monetarios o una reversión del apetito por el riesgo ante temores sobre un deterioro en las condiciones de los emergentes.

En paralelo del entorno externo, factores idiosincráticos están incidiendo sobre el desempeño de la demanda interna de las principales economías de la región. Tanto en México como en Brasil, la incertidumbre en torno al estatus o avance de algunas reformas estructurales (energía en México y pensiones en Brasil), está conteniendo a la inversión. En Argentina aparecen señales de estabilización cambiaria, retrocesos en la inflación y algunas señales en la actividad que podrían indicar que la recesión toca fondo. No obstante, el ruido electoral podría imprimir volatilidad al mercado cambiario e impedir avances en la estabilización de los precios y la actividad.

Por su parte, las economías andinas registraron sorpresas negativas en la actividad, asociadas en buena medida con un pobre desempeño de sus sectores primarios, debido a choques de oferta. Si bien estos choques tenderían a revertirse en los meses venideros, mellaron ya el desempeño que acumularán este año. Finalmente, la necesidad de avanzar en procesos de consolidación para recuperar o garantizar la sostenibilidad de la política fiscal contiene el impulso de la demanda interna, principalmente en Brasil, Argentina y Ecuador, y, en menor grado, en Uruguay y Colombia.

A partir de los próximos meses, sin embargo, la pausa monetaria en Estados Unidos abriría espacio para mantener posturas monetarias algo más holgadas para estimular la actividad en la región. Esto suponiendo que no se producen nuevos episodios de volatilidad que afecten los mercados cambiarios y desanclen las expectativas inflacionarias de las metas. Por otro lado, si bien los precios de las materias primas han sufrido reveses recientemente, aun se ubican en niveles favorables para la actividad en la región y no encienden alertas sobre las cuentas externas.

Este tibio entorno es lo que marcaría la pauta para 2020. Sin embargo, superado lo peor del ajuste en Argentina y avanzadas las reformas necesarias en Brasil para cimentar la confianza de los agentes, el repunte de estas economías y el buen desempeño del resto de la región deberían empujar el crecimiento más cerca del 2%. Pero habrá que esperar otro año y, como sabemos, en un entorno global y regional volátil es mucha el agua que debe navegarse antes de salvar las corrientes adversas.

(*) Directora de Estudios Macroeconómicos de CAF- Banco de Desarrollo de América Latina

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