El gobierno está focalizado en obtener algo de financiamiento del FMI y del gobierno de China, al mismo tiempo que aprieta al sector privado y a las provincias para que demoren pagos al exterior o los hagan con divisas propias.
Aún a pesar de las liquidaciones de último momento del programa Soja III, las reservas líquidas continúan siendo negativas. Además, parte de lo liquidado fue un adelantamiento de ventas que habrían ocurrido en los próximos meses para aprovechar un tipo de cambio transitoriamente más favorable. Esas divisas no estarán disponibles de ahora en más. Hay 10 largas semanas hasta llegar a las PASO sin un salto devaluatorio, que parece ser la nueva (y única) meta del gobierno.
Pero la precariedad de la situación es evidente si se observa el comportamiento de las reservas netas en el año en que tuvieron lugar las últimas dos elecciones presidenciales. Tanto en 2015 como en 2019, la pérdida de reservas se aceleró post PASO; hoy no hay dólares disponibles para perder. El gobierno paga caro el haber desaprovechado la oportunidad para acumular muchas reservas en 2021 y 2022, cuando las exportaciones de bienes y servicios liquidadas al BCRA promediaron 90.800 millones de dólares anuales, casi 25.000 millones más que el promedio del cuatrienio 2016-2019.
Las perspectivas climáticas y el aumento en la oferta energética auguran que, en 2024, habrá un saldo comercial positivo importante. El problema es que el gobierno necesita tener superávit fiscal o que haya un aumento en la demanda de pesos que le permita comprar una parte de esas divisas sin generar más presiones a un mercado de pesos estresado.
En lo que va del año, la emisión directa del BCRA al Tesoro y la indirecta, vía la monetización de deuda doméstica, fue de alrededor de Ar$ 2 billones. El exceso de liquidez no pudo ser absorbido siquiera en parte con la venta de dólares porque la autoridad monetaria compra más caro que lo que vende cuando tiene vigente algún programa de tipo de cambio preferencial para algunas ventas al exterior.
También ha cambiado la composición de la deuda del Tesoro y del BCRA. Los títulos emitidos a tasa fija han disminuido por el equivalente a US$ 3.000 millones entre fines de 2020 y abril de 2023, mientras que aquellos que indexan por CER o por el tipo de cambio oficial aumentaron el equivalente a US$ 17.000 millones en el mismo lapso. En el caso del BCRA, los pasivos que no pagan interés (circulante y encajes no remunerados) cayeron en US$ 5.300 millones, mientras que los remunerados aumentaron en US$ 23.100 millones. Más deuda y con una composición más costosa para el sector público consolidado.
Es probable que de acá al 10 de diciembre este panorama se complique más. Por ello, a pesar de que el balance comercial seguramente mejorará en 2024 es necesario que el nuevo gobierno encare con decisión la eliminación del desequilibrio fiscal para aliviar la tensión en el mercado de pesos, y al mismo tiempo avance en las reformas estructurales que permitan reemplazar una economía de “búsqueda de rentas” por una focalizada en mejorar la productividad.
- Daniel Artana es Economista Jefe en FIEL (Fundación de Investigaciones Latinoamericanas) de Argentina.