El aumento del IPC del 7,8% en mayo que informó el Indec es un “logro” frente al 8,4% de abril. Las expectativas ubicaban el IPC con un aumento de entre el 8% y el 9% y entre el 9% y el 10%. El dato sorprende por lo bajo respecto a las expectativas.
De todas formas, el acumulado del 42,2% en los primeros 5 meses del año da un promedio mensual del 7,3%. De continuar este ritmo de crecimiento en lo que resta del año, la inflación llegaría al 133% anual.
El dato de aumento del IPC sorprendió a muchos economistas y al público en general, en particular por el dato del aumento de Alimentos y Bebidas que solo tuvo un incremento del 5,8% de acuerdo a lo informado por el Indec.
Más dudoso resulta dado que un comunicado del BCRA dice textualmente que en el acuerdo con los chinos para ampliar el swap intervino, entre otros, “el secretario de Asuntos Económicos y Financieros Internacionales, Marco Lavagna”.
Luce muy poco prolijo que el director del Indec, que es un organismo descentralizado que depende del ministerio de Economía, sea, al mismo tiempo, secretario de Asuntos Económicos y Financieros Internacionales. Digamos que el alumno se pone su propia nota en el examen. De esa forma el Indec vuelve a perder credibilidad.
Recordemos que un tiempo atrás se quiso retrasar la publicación del índice de precios al consumo antes de las elecciones de provinciales. Justo se tenía que publicar el IPC de mayo el viernes anterior al domingo en que se elegían gobernadores e intendentes en las provincias. Finalmente, ante las críticas públicas, el Indec dio marcha atrás y publicó el dato de inflación en la fecha que correspondía.
Cabe recordar que, anteriormente hubo serios problemas con los datos del Censo 2022.
Son demasiados antecedentes que hacen dudar de la transparencia de los datos el Indec, luego del esfuerzo que se hizo para recuperar su credibilidad bajo el gobierno de Cambiemos, con un gran trabajo llevado a cabo por el fallecido Jorge Todesca. Es una picardía que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos vuelva a perder credibilidad como en el anterior período k.
De todas formas, por más que el gobierno insista con la historia de que la inflación es consecuencia de la pandemia, la guerra, la sequía y de los “malvados comerciantes” que quieren ganar mucho y marcan desmedidamente, vaya a saber uno qué quiere decir ganar mucho y desmedidamente, lo cierto es que los datos de nuestros vecinos desmienten esos argumentos.
Nuestros vecinos tuvieron, todos, inflaciones por debajo del 1%, Brasil y Chile, en tanto que Uruguay y Paraguay no tuvieron aumentos del IPC en mayo.
Hay que recalcar que a Uruguay le pegó muy fuerte la sequía, al igual que aquí en Argentina y, sin embargo, tuvo una inflación de 0%. En rigor el dato dio -0,01% pero decidí redondear en 0%.
Luce bastante poco creíble que todos los desalmados comerciantes estén en Argentina y todos los buenos en los países vecinos. Lo cierto es que acá hay un problema de expansión monetaria para financiar el déficit fiscal producto del populismo imperante, que destruye la moneda.
Frente a este escenario de alta inflación, algunos periodistas y medios piden medidas pero que no sean un ajuste salvaje.
La realidad es que el ajuste salvaje ya está ocurriendo con una inflación que se espiraliza generando caídas del salario real, de las jubilaciones e, incluso, de los mal llamados planes sociales dado que ya se han convertido en un negocio político.
El punto a resaltar es que el ajuste salvaje ya está ocurriendo en la economía argentina. De no corregirse el rumbo que llevamos, el ajuste será cada vez peor y la pobreza hará que los pobres sean más pobres y la clase media, que trata de resistir como puede, termine cayendo también en la pobreza.
Es falso que primero tiene que crecer la economía y con ese crecimiento se reduce el peso del Estado sobre el PIB. Con este nivel de gasto público, es tal la carga tributaria, que aplasta al sector privado y no lo deja crecer.
Para poder crecer es necesario bajar el gasto público, para tener disciplina fiscal, bajar impuestos y terminar con la inflación que genera un brutal ajuste por la caída de los salarios. Además, se frenaría con el endeudamiento interno que hoy no deja margen para financiar al sector privado. No ha crédito a tasas pagables para el sector privado con este nivel de gasto público.
En definitiva, si se habla de ajuste, el ajuste rige hoy con esta presión tributaria, esta inflación que liquida los ingresos familiares y una economía que se achica día a día. Este es el tema central del próximo gobierno, no la reforma monetaria que solo es una parte, y muy importante, de un plan económico que saque al país de esta larga decadencia.
En síntesis, el ancla principal para frenar la carrera inflacionaria pasa por la eliminación del déficit fiscal vía una reducción del gasto público.
Mientras tanto, A tal punto ha llegado la escasez de divisas en el BCRA, que ni siquiera hay dólares para que las pequeñas empresas de aviación paguen los leasings de los aviones que utilizan para el transporte de pasajeros.
Es más, tampoco el BCRA está entregando dólares para el pago de fletes en camión que vienen de Brasil con diferentes productos como el café.
Por otro lado, las compañías más importantes de transporte naviero exigen el pago en efectivo en la casa matriz antes de embarcar mercaderías con destino a Argentina.
Como no hay dólares para pagar las importaciones de mercaderías, ni los fletes, lo más probable es que en el corto plazo lleguen menos barcos con containers.
Se avecina un complicado segundo semestre. Todos los dólares que tenían que entrar por la cosecha ya entraron con los soja 1, 2 y 3 y todos los dólares que tienen que salir para pagar importaciones, todavía tienen que salir.
Un escenario cambiario y financiero muy complicado para el segundo semestre.