Los primeros anuncios formulados por el ministro Luis Caputo estuvieron muy lejos de ser un plan económico. Fueron anuncios que apuntaron a mostrar cómo van a bajar el déficit fiscal en 5% del PIB, pero no hizo referencia a las reformas estructurales, ni la solución al tema de las Leliq, que tal vez sea tema que tiene que solucionar y anunciar Bausili, el presidente del BCRA.
Las medidas se dividen en cuatro grandes ejes. Por un lado, se baja el gasto público en diferentes rubros, en segundo lugar, se aumenta el gasto público en algunos rubros, en tercer lugar, se aumentan impuestos y en cuarto lugar, se establece un tipo de cambio oficial de $ 800.
Las bajas de gasto público están bien orientada: reducción de ministerios, la no renovación de contratos de personal tomado antes de los últimos 12 meses, suspender nuevas obras públicas, reducir las transferencias que no son de la coparticipación federal a las provincias y terminar con los subsidios económicos. La segunda parte, que es el aumento del gasto público en las Asignación Universal por Hijo y Tarjeta Alimentaria, es otra historia. La pregunta es: ¿por qué aumentar esos rubros y no las jubilaciones de los que aportaron al sistema jubilatorio toda su vida laboral?
El tercer punto es el de los impuestos. Milei había dicho que antes de subir un impuesto se cortaba un brazo, la realidad es que aumentó tres: 1) retrotrae ganancias, con lo cual la clase media vuelve a ser golpeada, 2) establece el impuesto país para las importaciones y 3) aplica retenciones para todos los productos que se exportan y antes no pagaban derechos de exportación.
Finalmente, el aumento del tipo de cambio a $ 800 luce como un número arbitrario. No sabemos de dónde sale, más allá de decir que “me parece que el tipo de cambio de equilibrio está por acá”. Un número a dedo.
En definitiva, lejos estuvo de generar un shock de confianza el discurso de Caputo. Se limitó a ser una especie de rodrigazo con algunos anuncios de reducciones de gasto público, pero sin un plan económico detrás del cambio de precios relativos.
La secuencia de medidas que se toman en un país con una crisis como la que tenemos, no es una cuestión menor. Lo primero que había que hacer era llamar a sesiones extraordinarias en el Congreso. Esa era la primera medida que tendría que haber tomado el presidente.
El segundo paso, presentar el paquete de leyes con las reformas estructurales para que la población entendiera el desastre que había dejado el kirchnerismo y las reformas económicas (laboral, impositiva, monetaria, del sector público, plan para terminar con los planes sociales eternos, incorporación de la economía argentina al mundo, etc.) para generar un shock de confianza en la población que le permitiera digerir mejor el cambio de precios relativos.
Es más, hasta hay medidas que conspiran contra el crecimiento de la economía, como son los derechos de exportación extendidos a todos los productos.
La economía tiene tres motores que la hacen funcionar: 1) la inversión, 2) el consumo y 3) las exportaciones.
Sin las reformas estructurales y hasta que no se vea un cambio de rumbo sostenido, las inversiones van a tardar en llegar, de manera que ese motor no va a funcionar o funcionará mínimamente. El consumo va a caer porque el 42% del ajuste recae sobre el sector privado.
De los 5,2% de déficit financiero esperado para 2024, su eliminación se compone en un 42% por aumentos de impuestos y el resto por reducción de gastos, incluida una licuación de jubilaciones y pensiones.
Pero hay un detalle que no es menor. La clase media no solo tendrá que pagar más impuestos a las ganancias, sino que también tendrá que afrontar el incremento de las tarifas de los servicios públicos. Una vez más, la clase media sale golpeada.
Por ahora, la gente tolera las malas noticias y el ajuste, pero si Milei no presenta un plan económico que dé un horizonte de salida, su capital político puede agotarse rápidamente y sin suficientes legisladores en el Congreso, puede resultarle difícil dominar la situación.
Los próximos meses van a ser muy complicados. La inflación de noviembre fue del 12,8% y acumula el 160,9% interanual. Con una inflación que puede rondar el 20% en diciembre, el año terminaría con una inflación del 200%. Y en los meses de enero a abril posiblemente se mantenga en niveles de dos dígitos mensuales por los ajustes de tarifas más las expectativas de nuevas devaluaciones.
Por ahora Caputo llevó el tipo de cambio oficial a $ 800 y lo ajustará el 2% mensual en los próximos meses. Con inflaciones del 20% mensual y más también, el tipo de cambio real volverá a caer y se crearán nuevas expectativas de devaluación que serán muy fuertes.
En definitiva, el inicio de 2024 va a ser complicado porque la gente ya prevé una nueva devaluación para que el tipo de cambio oficial alcance al blue. A esto habrá que sumarle los incrementos de las tarifas de los servicios públicos y la inflación de los primeros 4 meses de 2024 va a ubicarse en niveles de los dos dígitos mensuales altos.
En síntesis, todavía falta conocer cómo se resolverá el tema de los pasivos remunerados del BCRA, cuál será la reforma monetaria y cuál será el plan económico para lograr el crecimiento de largo plazo.
Por el momento, solo tenemos algo más parecido a un rodrigazo, como ocurrió en 1975 bajo el gobierno de Isabel Perón, que a un plan económico que muestre un camino de salida.
Seguramente ese plan sea enviado al Congreso en un paquete de leyes. Luego habrá que esperar que se lo aprueben y que lo que le aprueben le alcance para atraer inversiones. Habrá que esperar unos días más para conocer el paquete de leyes y decretos que muestren el camino de salida. Por ahora, insisto, hubo solo un cambio de precios relativos.