Desde mediados del año 2024, la cuenta corriente cambiaria que publica el BCRA se ha vuelto negativa, coincidiendo con una importante apreciación en el tipo de cambio real multilateral. Este preocupa a algunos analistas. A otros les preocupa que el BCRA compre dólares pero no mejore su posición de reservas netas, y a otros, el carry trade.
La cuenta corriente cambiaria sería positiva si no existiera el dólar blend. Y el BCRA no acumula reservas porque una parte de las divisas se utiliza para intervenir la brecha cambiaria y otra parte (la más importante) para pagar deuda del propio BCRA o del Tesoro.
Si no existieran esas anomalías, en un mundo sin cepo la cuenta corriente cambiaria sería positiva (lo que los exportadores destinan al dólar blend es mucho mayor que los pagos de dividendos nuevos que hoy no pueden hacer las empresas), y habría menos pagos de deuda porque, probablemente, se accedería a fondos nuevos para refinanciar el capital.
Más preocupante es la tasa en dólares que resulta del carry trade con el dólar oficial. En alguna medida, el gobierno se está endeudando a tasas de dos dígitos en dólares y si eso se mantiene durante mucho tiempo, habrá problemas.
Fisco y cuenta corriente
Un factor que parece omitirse en el análisis de los datos mensuales es que la mejora en la posición fiscal evita endeudarse en dólares para pagar gasto público, que ha sido una de las fuentes principales de atraso cambiario en el pasado. A lo largo de 2024 y en lo que va de 2025, el sector público hizo pagos netos al exterior.
Repasando la historia, el déficit en la cuenta corriente en la Argentina, en general se explica por una baja tasa de ahorro y no por un boom de inversiones. A su vez, la diferencia entre ahorro e inversión se puede dividir entre sector público y privado. El gráfico adjunto ilustra la alta correlación que existe entre la diferencia entre el ahorro y la inversión del gobierno consolidado y el resultado en la cuenta corriente del balance de pagos.

Si bien es cierto que hay momentos en que el cambio en el resultado externo obedece a decisiones de los agentes económicos privados (euforia o prudencia), en la medida que se mantenga el foco en lo fiscal, es difícil pensar que la Argentina pueda tener un déficit externo muy relevante (o, al menos, tan alto como el observado entre 2015 y 2018 o 2023).
Sin embargo, Argentina está transitando un shock externo negativo por la caída en el precio de las commodities, la depreciación de las monedas de los vecinos, y las decisiones del gobierno de Estados Unidos que han generado algunas turbulencias en los mercados financieros.
Con las reformas laboral e impositivas a medio camino y la desregulación a nivel subnacional avanzando muy lento, la adaptación de las empresas a un capitalismo de mercado puede ser traumática. Hasta ahora ello no ha afectado la tasa de desempleo en forma importante, pero el empleo formal privado sigue sin reaccionar. El crawling peg de 1% mensual da alguna flexibilidad que no sería prudente perder sólo para lograr bajar la tasa de inflación unas décimas más.
-Daniel Artana es Economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL),