OPINIÓN
Sin vacunas, con inflación descontrolada y una mala negociación de la deuda.
A principios de mayo, el presidente Alberto Fernández estuvo de recorrida por Europa intentando evitar el default con el Club de París. Recordemos que poco tiempo antes, el ministro de Economía, Martín Guzmán, también había estado en Europa con la misma tarea y como toda respuesta trajo que para poder resolver el pago al Club de París, Argentina primero tenía que arreglar con el FMI. En rigor, el ministro Guzmán fue a hacer el trabajo que le corresponde al secretario de Finanzas y el presidente fue a hacer el trabajo del ministro de Economía que es el de secretario de Finanzas. En definitiva, Alberto Fernández fue a hacer el trabajo de secretario de Finanzas y el ministro de Economía ya aparece muy desdibujado, sin capacidad para manejar ninguna variable económica.
Concretamente, ¿qué pretende el presidente Alberto Fernández que le otorgue el FMI? Recordemos que el presidente pidió un cambio de reglas en el sistema financiero internacional. En concreto, lo que pretende el gobierno es que el FMI le permita ampliar el plazo de pago de la deuda, que le baje la tasa de interés y que no le pida reformas estructurales.
Un crédito del FMI tiene una tasa básica de 1,05%. Actualmente Argentina está pagando el 3,05% por el crédito que tomó porque accedió a un monto mayor al que le corresponde por la cuota parte que tiene Argentina en el FMI.
Cada país miembro del FMI tiene una cuota parte, que es la base sobre la cual se determina el monto del crédito al que puede acceder cada país. Un país puede acceder a un monto mayor al que le corresponde pero pagando una sobretasa. Esa mayor tasa son 2 puntos más, por eso Argentina está pagando hoy en día el 3,05% por los US$ 45.200 millones que pidió prestado.
Pero si Argentina no cancela la cuota correspondiente en fecha, entonces tiene que pagar una tasa adicional de otro punto más, con lo cual la tasa total a pagar por la deuda con el FMI se iría al 4,05% anual. Considerando que hoy el riesgo país está en casi 1500 puntos básicos, es decir en el hipotético caso que Argentina pudiera acceder al mercado voluntario de deuda, tendría que pagar una tasa de interés casi 4 veces mayor a la que le cobra el FMI aún con la sobretasa por mora.
Como el gobierno argentino no está dispuesto a llegar a un acuerdo con el FMI antes de las elecciones, el presidente le estaría pidiendo al Fondo que le entregue un documento que diga que están negociando. Es decir, Fernández pretende que el FMI, no solo le amplíe el plazo de pago, le baje la tasa a la mitad y no hacer reformas estructurales, sino que además quiere que el FMI le dé un papel en el que diga que está negociando para mostrarle al Club de París que si bien todavía no llegó a un acuerdo, el Club de París puede ampliar el plazo de pago de la última cuota sin que se haya arreglado con el FMI porque se está negociando.
Como puede verse, todo luce muy poco prolijo y hasta infantil a la hora de tratar con los organismos internacionales.
De todas formas, que Argentina caiga en impago con el Club de París no modifica demasiado la situación actual, porque un riesgo país de 1500 puntos básicos ya es tasa de default.
Mientras el gobierno “negocia” con los organismos internacionales, la inflación sigue creciendo. El aumento del IPC del 4,1% en abril pone la inflación anual en el 46,1% a pesar de tener las tarifas de los servicios públicos congeladas, los controles de precios y pisado el tipo de cambio.
Pero a pesar de tener pisadas las tarifas de los servicios públicos, el tipo de cambio y controles de precios, la inflación núcleo viene subiendo en forma sostenida en los últimos 4 meses, aunque la aceleración se produce a partir de mediados de 2020. En abril, la inflación núcleo fue del 4,6% contra el 2,3% que tuvo en junio de 2020. Exactamente el doble.
La tasa del 4,6% de la inflación núcleo de abril equivale a una tasa anual proyectada del 71,5%.
En los primeros 16 meses de gobierno, Macri tuvo una inflación promedio mensual del 2,66% ajustando las tarifas de los servicios públicos, Alberto Fernández lleva acumulada una tasa promedio mensual del 2,98% en sus primeros 16 meses de gobierno congelando tarifas de servicios públicos, precios y tipo de cambio. Esto muestra las presiones inflacionarias que se están acumulando hacia el futuro.
Como es costumbre, el gobierno siempre busca un culpable para explicar los problemas que él genera. Ahora culpa a los productores ganaderos y a ciertos exportadores de carne vacuna del aumento del IPC por el incremento del precio de la carne. Países vecinos, consumidores y productores de carne vacuna, no tienen el mismo problema con el precio de la carne a pesar que subió en el mercado internacional. Es más, no tienen el mismo problema con la suba de alimentos y bebidas, como es el caso de Uruguay, Brasil o Paraguay.
En abril, el rubro alimentos y bebidas del IPC subió el 4,3% en Argentina, bajó el 0,4% en Paraguay, subió el 0,69% en Uruguay, en Brasil el 0,49% y en Chile el 0,8%. Como puede verse el problema no es el precio de la carne, ni que los comerciantes ganan “mucho” o aumentan “indiscriminadamente” los precios como sostienen en el gobierno, sino que hay un serio problema monetario.
En el medio de este proceso inflacionario, con 19 millones de personas bajo la línea de pobreza de los cuales 4,5 millones son indigentes, 2,2 millones están desocupados y casi el 60% de los chicos de hasta 14 años están por debajo de la línea de pobreza, el gobierno es incapaz de conseguir vacunas y no tiene mejor idea que volver a cerrar la actividad económica para “evitar” los contagios.
Argentina es un barco que se quedó sin motores y sin timón en el medio de una tempestad en el mar. Los que conocen de navegación saben cómo termina un barco en esas condiciones.