Quizás el único viento claramente a favor que tendría la economía uruguaya y su nuevo gobierno durante 2025 venga desde Argentina. El viento extrarregional no será favorable, como escribí en la antepenúltima columna, y el norte desde Brasil se tornó en contra, como fundamenté en la última.
¿Cuál es el balance económico del primer año de Javier Milei en el gobierno? ¿Cuáles son las perspectivas de la economía argentina para el próximo?
1. Pese al escepticismo, el plan de estabilización de Argentina ha evolucionado mejor de lo previsto, dentro del patrón sugerido por la buena teoría y evidencia macroeconómica. Previsiblemente fue clave “el cambio de régimen” fiscal que eliminó el financiamiento monetario del Banco Central (BCRA), al pasar de un déficit primario en torno a 2,5% del PIB a un superávit del orden de 2% del PIB. Si bien hubo ajustes de varias partidas de gasto púbico, fue determinante su licuación inflacionaria de parte del gasto público.
En paralelo, el Banco Central ha venido calibrando bastante bien la Tasa de Política Monetaria en sintonía con la caída de la inflación y las expectativas inflacionarias. Eso favoreció la mayor demanda por pesos y la remonetización de la economía con mayor oferta de dólares. Paradójica y previsiblemente, más que dolarizarse, la economía argentina se pesificó en 2024.
También esos desarrollos le permitieron al BCRA validar el deslizamiento de 2% mensual del tipo de cambio oficial adoptado tras la maxidevaluación inicial y reacumular reservas internacionales netas hasta casi US$ 10 mil millones, un monto aún considerado bajo en el estándar internacional. O sea, es evidente que la intervención cambiaria asociada buscó mayoritariamente limitar caídas de la cotización oficial del dólar más que evitar alzas.
Todo lo anterior propició la baja de la inflación a un ritmo mensual en torno a 2,5% al cierre de 2024, con lo cual no solo se evitó la hiperinflación, sino que la cifra interanual cayó desde el máximo de 288% en marzo al entorno de 118% en diciembre.
2. Esta evolución del programa económico y el anticipo de mejores perspectivas se reflejó en los mercados e inversores financieros, que transitaron desde el excepticismo al optimismo a lo largo del año. En 2024, la Bolsa de Buenos Aires y los bonos soberanos duplicaron en promedio sus valorizaciones en dólares. Como resultado, el “riesgo país” medido a través del spread soberano cayó a cerca de 650 puntos básicos y el costo del capital retrocedió a su menor nivel desde 2018. Esto facilita el financiamiento de las empresas, las personas y el gobierno, con cierto impacto positivo para la recuperación económica.
3. En materia de actividad, la recesión terminó a mediados del año y los indicadores disponibles revelaron recuperación durante el segundo semestre. La economía habría crecido cerca de 4% desestacionalizada entre diciembre y junio, acotando a 3% la contracción del PIB promedio anual. Como es clásico, la reactivación ha venido liderada por las exportaciones y los sectores transables, lo cual daría paso a la recuperación del consumo privado, la inversión y los sectores no transables. El rebote es un hecho y se extendería a 2025, al menos en la primera mitad del año, aunque la duda esencial es su sostenibilidad desde 2026.
4. Con todo, pese al ajuste fiscal y la recesión, se ha mantenido un alto apoyo ciudadano al programa de reformas y eso podría extenderse al próximo año, incluso con un mayor respaldo parlamentario en las legislativas de octubre. La confianza en el gobierno se mantiene en niveles históricamente altos y Milei cerró su primer año de gobierno con 56% de aprobación según Poliarquía. Esto podría llevar a que su partido, “La Libertad Avanza”, mejore significativamente su escasa representación parlamentaria y alcance la mayoría para la segunda mitad del mandato en unión con sus actuales aliados. A eso lo favorece la falta de renovación de la oposición peronista, sin que hayan emergido liderazgos que capitalicen a los sectores políticamente descontentos. Probablemente el predominio extendido de figuras como Cristina Fernández, Máximo Kirchner y Axel Kicillof le juegan a favor a Milei.
5. Las perspectivas para 2025 son favorables, aunque podrían verse afectadas por el deterioro del entorno externo. Más allá de las políticas internas y la diferenciación positiva que reflejan los precios de los activos, Argentina no será inmune al escenario de crecimiento mediocre de la economía mundial, las altas tasas de interés en Estados Unidos, fortalecimiento global del dólar, menores precios de commodities y condiciones financieras restrictivas para emergentes. Paradójicamente, mucho de las consecuencias indirectas negativas de las políticas de Trump para los países emergentes podrían más que compensar los eventuales beneficios directos que Argentina podría obtener de la afinidad con Milei. Esto podría condicionar el timing de la unificación del mercado cambiario y la amplitud de la eliminación de los controles de capitales (“cepo”), pero no necesariamente revertir, ni interrumpir ambos procesos.
Con todo, en el segundo año de Milei se explicitaría la reactivación con el crecimiento del PIB sobre 5%, se afianzaría la desinflación hasta cerca de 25% interanual en diciembre y podría consolidar cierta mejor gobernabilidad. Los riesgos y desafíos seguirían siendo enormes hacia la segunda mitad del mandato, sobre todo por el entorno externo adverso, pero a diferencia del (similar) escenario de 2018 detonado por Trump, “esta Argentina de Milei” parece algo mejor preparada que “la de Macri” para enfrentarlo. No saldrá inmune, ni colapsará.