OPINIÓN
Cuáles son los factores determinantes para su desarrollo.
El análisis de las posibilidades de un incremento real de la tasa de reemplazo a la hora del retiro, a partir de la incorporación del instrumento del ahorro voluntario en el esquema de capitalización individual (1), permite afirmar que su incorporación y desarrollo sería un paso importante para otorgar mayor seguridad financiera a los aportantes al momento de culminar su vida laboral.
Introducción
Los cambios demográficos observados en las últimas décadas, tales como el incremento en la esperanza de vida, el descenso de la tasa de fertilidad y el incremento del ratio de trabajadores pasivos sobre activos, han impulsado reformas a los sistemas públicos de pensiones. A esto se agregan problemas específicos de los países, como es el caso de la informalidad, baja cobertura y dificultades políticas para establecer cambios regulatorios. A su vez, muchos países han introducido programas de capitalización individual —ya sea obligatorios o voluntarios— por resultar más sostenibles, en la medida en que los beneficios guardan relación directa con lo ahorrado por cada trabajador.
A diferencia de los sistemas de reparto, en los que los trabajadores activos financian la jubilación de los pasivos, los esquemas de capitalización individual son sistemas de ahorro basados en cuentas personales de retiro. Bajo este sistema, cada trabajador es propietario de una cuenta en la que se vierte un porcentaje de su ingreso en forma periódica. Dicha cuenta es administrada por una empresa privada, que invierte los aportes generando rentabilidad e incrementando el monto acumulado para la jubilación.
Características del ahorro previsional voluntario
El ahorro previsional voluntario (APV) se puede realizar bajo dos formas básicas: por un lado, los planes de ahorro individuales, donde cada trabajador decide el monto a ahorrar en cada momento, el vehículo de inversión y la institución que administra los fondos; por otro, los planes de ahorro colectivos, en los que el empleador ofrece planes de ahorro voluntario con tipologías predefinidas a sus empleados, los cuales financian con contribuciones, tanto de los trabajadores como de los empleadores.
Según distintos autores (2), existen algunos factores determinantes a la hora de desarrollar el ahorro previsional voluntario.
En primer lugar, establecer adecuados incentivos tributarios, subsidios estatales y otorgar liquidez. Los incentivos tributarios ayudan a compensar el costo de la iliquidez del ahorro voluntario y lo posicionan como una buena opción frente a otras alternativas. Los subsidios estatales apuntan a favorecer a trabajadores de menores ingresos. Con respecto a la liquidez, permitir el acceso anticipado a los fondos de ahorro voluntario con un cierto castigo o tributo ha resultado efectivo.
Otro factor a destacar es la capacidad de promover la libre competencia entre empresas que ofrezcan opciones de ahorro voluntario. Cuando existe competencia se expande el mercado, se ofrecen mejores productos y a menores precios.
Permite, además, establecer esquemas de aportes entre empleadores y el Estado. Una forma de participación de estos dos actores consiste en que realicen contribuciones compartidas al producto de ahorro voluntario (matching contributions) logrando incentivar a que el trabajador ahorre.
Otra característica es la simplificación de afiliación, aportes, inversiones y retiros. La afiliación automática con posibilidad de retirarse del plan a través de una declaración ha resultado sumamente útil. Otras iniciativas como las contribuciones con incremento automático y fondos de inversión ligados al ciclo o estilo de vida (fondos de inversión a fecha fija) hacen más atractivo el ahorro voluntario.
Por último, mejora la educación previsional, la comunicación y el uso de tecnologías. Se necesita crear una conciencia sobre la necesidad de ahorrar, avanzar en la comunicación sobre la planificación de largo plazo, facilitar el ahorro y acercar asesoramiento personalizado sobre la situación personal.
Experiencias internacionales
La tasa de reemplazo promedio para los esquemas obligatorios por debajo de 70% ha llevado en la práctica a impulsar el APV a través de mecanismos como incentivos tributarios, mayor liquidez, libre competencia, contribuciones compartidas (matching contributions) y enrolamiento automático. Experiencias de este tipo se dan en países como Nueva Zelanda con el KiwiSaver, en USA con los planes 401(k) y en UK con el NEST.
En los 36 países de la OCDE, las tasas de reemplazo muestran una dispersión importante entre países. Para esquemas obligatorios (públicos y privados), varían entre 30% y 90% con una media de 59%. Si se agregan los esquemas de ahorro voluntario, la tasa de reemplazo sube a 65%. Para los países con una cobertura significativa de pensiones voluntarias privadas, contribuir en un plan voluntario de pensiones durante toda la trayectoria laboral incrementa 26% en promedio la tasa de reemplazo. Si se contribuye a planes voluntarios a partir de los 45 años, el incremento estimado es de 10%.
Resultados del modelo estimado
El objetivo del trabajo fue estimar el ahorro voluntario individual necesario para obtener una tasa de reemplazo objetivo del 70% en total, dependiendo de variables como la edad de retiro, esperanza de vida, rentabilidad neta, crecimiento salarial y la edad partir de la cual se comienza a ahorrar. Teniendo en cuenta que las tasas de reemplazo netas de los esquemas obligatorios suelen estar entre 30% y 60%, el ahorro previsional voluntario (APV) podría aportar entre 10% y 40% para lograr la tasa objetivo.
Los resultados del modelo estimado muestran que para obtener una tasa de reemplazo por APV del 10%, un individuo que ingresa al mercado laboral a los 22 años, se jubila a los 65 y vive hasta los 80, en promedio debería contribuir entre 1.3% y 3.7% del salario dependiendo de la rentabilidad real neta (1% a 3%) y del incremento del salario real (1% a 2%). Si comienza a ahorrar a los 35 años, la contribución debería ser de entre 1.8% y 4.7% y si lo hace a partir de los 45 años, entre 2.5% y 6.3%. Por otro lado, si desea lograr una tasa de reemplazo de 40% a través de ahorro voluntario, debería contribuir entre 5.3% y 14.9% si ahorra todos los años, entre 7.0% y 18.6% si lo hace a partir de los 35 años y de 9.8% a 25.1% si comienza a ahorrar a los 45 años.
Para el promedio de la OCDE, se observa que se debería realizar una contribución de entre 1.5% y 3.4% del salario —dependiendo de la rentabilidad de 1% y 3%— para obtener una tasa de reemplazo por APV del 11.4% tal que sumada a la tasa de reemplazo por esquema obligatorio de 58.6% se obtenga una tasa total de reemplazo de 70%.
Conclusiones
El ahorro previsional voluntario tendrá un rol cada vez más importante en la medida que se consoliden las tendencias demográficas de las últimas décadas, por lo que es clave sentar las bases para su desarrollo. El trabajo deja abierta líneas de investigación futuras sobre medidas concretas que puedan impulsar el APV para lograr una mayor seguridad financiera a la hora del retiro.
(*) Columnista invitado. Economista, Jefe de Riesgos en UniónCapital AFAP.
(1) “El ahorro previsional voluntario como complemento de los esquemas obligatorios de pensiones: una estimación de su contribución en la tasa de reemplazo total”. Tesis del Master de Economía (Universidad de Montevideo), del autor de esta columna.
(2) Ver: Iglesias (2010), Blake (2012), Utkus (2012) y Acuña (2013).