China, mucho más que comercio

En la concepción de apertura económica y profundización de inserción internacional, debemos pensar mucho más allá de la discusión arancelaria, hay agendas abiertas en otros temas igual de relevantes.

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Lacalle Pou y Xi Jinping
AFP

Impresiona cómo, a pesar de la tecnología, en la era de los “meetings” o llamadas por “zoom”, el encuentro entre las personas, el contacto directo, el respeto a los protocolos culturales, siguen muy vigentes generando acercamientos. La reciente gira oficial a China es una muestra de ello. En el proceso de apertura y profundización de la inserción internacional, las visitas juegan un rol clave. Casi como una política de Estado perfecta, los sucesivos presidentes post-restauración democrática han visitado el país asiático. Esa consciencia histórica, esos pasos consistentes dan frutos, pero pueden dar muchos más.

Las relaciones económicas típicas entre países se basan en un trípode de cooperación, comercio e inversión. La cooperación en general es esperable en vínculos estrechos entre países con profundas asimetrías, como bien podría ser el vínculo entre Uruguay y China, sin embargo, no ha sido un canal relevante para nuestra economía. Es posible que el crecimiento económico uruguayo haya mitigado en parte las urgencias en la asignación de recursos cooperantes.

El comercio entre China y Uruguay ha tenido un crecimiento exponencial desde comienzos de siglo XXI. Comercio centralizado en bienes, en particular los de la cadena agropecuaria. Cuando digo exponencial no es en sentido figurado, es como se ha comportado en la realidad. Si nos retrotraemos dos décadas, durante el año 2003, logramos colocar en China algo más de US$ 98 millones concentrado en lana y cueros, y representaba el quinto mercado destino de nuestras exportaciones. Durante el 2022, se exportaron casi US$ 2.800 millones, 30 veces más, constituyéndose en varios de los años del periodo mencionado, el principal destino de nuestras exportaciones. No hubo otro mercado importante que creciera tanto para nuestra producción como el de China, con el pendiente relevante de la diversificación. Si bien ya no se exportan tanto aquellos productos, las ventas están muy concentradas en soja, carne bovina, madera y leche en polvo. Nuestra suerte ha sido también la de otros países; el despertar chino implicó crecimientos de exportaciones en la mayoría de los países, en particular en los latinoamericanos donde los asiáticos encuentran una notoria complementariedad productiva. Mientras el crecimiento chino fue un fenómeno indiscutido y sostenido, el incremento de compras de materias primas y alimentos al resto del mundo también lo fue, con países como el Uruguay como beneficiario del fenómeno. En tiempos de ralentización, se sufre, sobre todo por la alta concentración que representa China para algunos rubros.

La tercera pata, la de los flujos de inversión, es donde creo aún hay un gran debe y también un gran potencial. China representa el 10% de los flujos de inversión a nivel mundial, siendo el tercer país más dinámico. Además, sus proyectos y capital han llegado a América Latina, en cifras estimadas entre US$ 850.000 y US$ 1.000 millones en la última década. Si bien en términos absolutos es una cifra significativa, en términos relativos el origen de inversión China todavía no es tan relevante para nuestros países, más para el nuestro, que prácticamente no ha recibido inversión extranjera directa de este origen.

Uruguay precisa incrementar los niveles de captación de inversión extranjera si pretende aproximarse a mayores índices de desarrollo y escaparle a tasas de crecimiento mediocres. Allí China puede jugar un rol clave. Precisamos entender sus necesidades, cuan complementarias pueden ser las condiciones productivas que ofrece nuestra economía para sus proyectos y que atributos son valorados. No competiremos nunca en escala, pero podremos ser la puerta de entrada a una región que a China le apetece. En la concepción de apertura económica y profundización de inserción internacional, debemos pensar mucho más allá de la discusión arancelaria, hay agendas abiertas en otros temas igual de relevantes. La asociación estratégica va en esa dirección que debemos capitalizar con avances concretos.

- Marcos Soto es Decano de UCU Business, Universidad Católica.

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