El círculo virtuoso de la obra…

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Foto: El País

OPINIÓN

Solamente en Montevideo, se están construyendo más de 700 mil metros cuadrados en vivienda, con una inversión de más de 1.300 millones de dólares

Hoy se festeja el día de la industria de la construcción.

Cuando una obra trabaja, se produce un círculo virtuoso. Trabajo por doquier y a un espectro variadísimo de gente (por el absurdo, hasta el almacén cercano a la obra vende más…), aportes de dinero a los organismos del Estado, vivienda para la ciudad (por ejemplo), trabajo para mucha gente una vez entregado el edificio, entre otros aspectos positivos.

Se ha firmado esta vez y en una situación inédita un convenio a 3 años, que finalizará en marzo de 2023. Esta situación traerá aparejado reglas de juegos claras y encima de la mesa. Se podrá o no compartir lo logrado, pero el promotor, el constructor, sabrán a qué atenerse. Es decir, existe previsibilidad por lo menos en lo que al sector concierne. Si por añadidura el gobierno de la República viene aportando certezas —entiendo que es un gobierno confiable— entonces el panorama es más lúcido aún.

Y no olvidar que venimos incursionando en tiempos complicados y que la nómina de operarios directos trabajando desciende, en un panorama que no luce demasiado alentador.

En materia de vivienda, la ley 18795 de vivienda promovida que Appcu supo impulsar, viene jugando su rol y gracias a ella, hoy tienen trabajo 20.000 obreros entre directos e indirectos. Pero no podemos descuidar la vivienda de promoción tradicional y es buena cosa volver a estimularla como se hizo con los megaproyectos, con algunas variantes que son pertinentes.

También hay que contemplar a las viviendas que no son ni promovidas ni megaproyectos. De no ser así, se daría una suerte de desestímulo para esos proyectos.

Estamos expectantes ante medidas que podrían venir del Ministerio de Economía y Finanzas, hasta ahora un ámbito de diálogo continuo y de receptividad a nuestros planteos, con los matices pertinentes, como debe de ser.

Sabemos que la segregación familiar demandará más vivienda y de aquí a 20 años, se necesitarán unas 500.000, donde también la obsolescencia del stock juega su rol. Se estaba en 2.8 personas por hogar y esa cifra tiende a bajar a 2 personas por hogar.

Este proceso por delante (que también incluirá a la obra pública) necesariamente implicará obreros más capacitados, más productivos, empresas más tecnificadas, el empleo de nuevas tecnologías, apertura mental a los cambios, recuperar el don de mando en las obras —lo que no quiere decir autoritarismo—, seguridad para el obrero, relacionamiento entre ambas partes basado en la ley y el orden jurídico, pero sustancialmente basado en una actitud previa de respeto recíproco. El puño crispado, la altanería, la fuerza de la masa, podrá tener éxito, pero será efímero, circunstancial. A la larga, ese modo de relacionarse provoca desánimo, desinversión y pérdida de lugares de trabajo.

El desarrollo de un país requiere previamente un cambio de actitud: dicho desarrollo no equivale estrictamente a lo que produzca (como la tecnología avanzada), sino a una condición previa: una actitud de seriedad, de responsabilidad, de conductas probas, socialmente compartidas. En nuestra industria de hoy, todo ello tiende a mejorar, cuando antes era muy intermitente.

Las tareas que desempeñan los obreros en la construcción son de diferente jerarquía; unas requieren de una gran exactitud, otras el más empeñoso cuidado; algunas con conocimientos muy sutiles y otras, una gran responsabilidad. En todas cabe la aureola de la excelencia si preside su ejercicio el sentimiento de dignidad y la convicción de colaborar en una gran obra.

Hoy este sector representa casi el 10% del PIB y da empleo formal a más de 43 mil obreros en forma directa. Por cada obrero directo hay uno indirecto: barraqueros, camioneros y unos cuantos oficios más, lo que lleva a que los trabajadores involucrados en esta fértil industria superen largamente el número de 100 mil.

Excepto Semana Santa y una licencia especial en las dos semanas anteriores, el sector no ha parado, no ha habido casos de Covid y luego de interesantes incentivos del gobierno a la vivienda promovida y a los megaproyectos, las inversiones se han dinamizado. Solamente en Montevideo, se están construyendo más de 700 mil metros cuadrados en vivienda, lo que significa una inversión de más de 1.300 millones de dólares. A eso hay que agregarle las obras en los departamentos del interior, sustancialmente Maldonado, Rocha, Colonia.

Finalmente, sépase que este descanso transitorio no responde a la negación del esfuerzo. Este día de solaz, es el esfuerzo mismo que se repliega para redoblar el impulso en los días venideros, buscando que el trabajo discurra más vigoroso y productivo
¡Salud, sector!

(*) Gerente Ejecutivo de la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay (A.P.P.C.U.), columnista invitado.

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