OPINIÓN
A pesar de sus maniobras, el gobierno no logra dominar en serio el problema cambiario.
El martes 15 de diciembre, el gobierno colocó deuda en dólares convalidando una tasa de interés del 16% en esa moneda. Esos bonos son para evitar presiones en el dólar MEP y el CCL y, de paso, frenar el alza del blue. En otras palabras, lo que está haciendo el gobierno es tomar deuda para que los que quieren salir de pesos puedan hacerlo sin que se dispare el tipo de cambio. O sea, lo mismo que le criticaba a Cambiemos, cuando decía que se había endeudado con el FMI para financiar la fuga de capitales, ahora lo hace este gobierno pero pagando una tasa sideral.
Para tener una idea de la tasa que se paga, Macri terminó pagando una tasa del 7/8% para colocar deuda y ahora aceptan una tasa del 16%, superior a la del megacanje de 2001.
Como se recordará, en 2001 Domingo Cavallo, entonces ministro de Economía, llevo adelante una reestructuración de la deuda pública alargando los plazos y pagó una tasa de interés máxima del 15%. Como comentario al margen, por realizar esa operación el peronismo le hizo un juicio, el cual terminó ganando Cavallo. Bien, ahora el gobierno termina pagando una tasa del 16% por tomar deuda para frenar artificialmente el tipo de cambio. Más que en el megacanje.
A pesar de todas estas maniobras, el gobierno no logra dominar en serio el problema cambiario. Aun con el éxito transitorio de haber bajado el blue de $ 195 a $ 150, sigue ubicándose en uno de los puntos más altos de la serie histórica mensual de los últimos 50 años.
En efecto, tomando desde enero de 1970 hasta noviembre, el tipo de cambio blue, ajustado a pesos de noviembre de este año, está en niveles similares de junio de 2002 en plena crisis financiera con la confiscación de depósitos y cerca de la segunda llamarada hiperinflacionaria en enero de 1990.
Tampoco logró achicar la brecha cambiaria en forma notable respecto a la serie histórica. Nuevamente, tomando los datos mensuales la brecha cambiaria de noviembre estuvo en promedio en el 88%, en el caso de la soja fue mucho mayor, niveles cercanos a marzo de 1989 en pleno estallido hiperinflacionario. En ese mes la brecha cambiaria estuvo, en promedio, en el 99,1%. En definitiva, lo que tenemos es una falta absoluta de confianza en el peso. Sin un plan económico que genere confianza, con los conflictos políticos internos dentro del gobierno, es imposible que a la gente le haya agarrado un ataque de confianza en el peso como para que el blue baje en la forma que lo hizo.
Mientras el mercado de cambios está calmo pero es una espada en la cabeza del gobierno, la inflación de noviembre estuvo en el 3,2% mensual, con lo cual se mantiene un par de escalones más alta que a mediados de año y a pesar de tener pisado el tipo de cambio, las tarifas de los servicios públicos y precios cuidados. En lo que va del año, acumula una variación interanual del 35,8% y parece estar encontrando un piso.
Recreación y cultura es lo que más aumentó en noviembre, con un 5,1% y alimentos y bebidas tuvo una suba del 2,7%, sin embargo, el tema de la suba de los alimentos no es una cuestión menor.
Si se comparan la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en forma anual y de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), la que se utiliza para conformar la Canasta Básica Total para definir la línea de pobreza, vemos que a lo largo del año la Canasta Básica Alimentaria mantuvo una tasa de aumento interanual superior al IPC, pero lo que es más grave, en octubre y en noviembre la CBA aumentó casi 10 puntos porcentuales más que el IPC.
Recordemos que Cambiemos perdió las elecciones, no solo porque el mercado de cambios estalló en abril de 2018 generando una importante recesión, sino que, además, se decía que se habían metido con la heladera de la gente. La evolución del IPC y de la CBA muestra que nuevamente se están metiendo con la heladera de la gente. Pero, además, la recesión no cede.
Aun con la cuarentena más suave en el tercer trimestre, el PIB cayó el 10,2%, acumulando una baja del 11,8% en los primeros 9 meses del año respecto al mismo período de 2019 que también fue recesivo.
El gobierno de Alberto Fernández tiene los mismos problemas por los que perdió Macri en 2019: 1) recesión, que ahora es más aguda que en 2018 y 2019, 2) mercado de cambios con cepo cambiario como Macri al final de su mandato, pero con más dureza y encima con el tipo de cambio blue disparándose y una brecha cambiaria gigante, 3) inflación con tendencia al alza a pesar de los controles, 4) pobreza que estalló superando los niveles que tenía Macri y 5) desocupación que aumentó respecto a lo que dejó Cabiemos. Macri tuvo una tasa de desocupación del 9,7% en el tercer trimestre de 2019 y Alberto Fernández llegó al 11,7% en el tercer trimestre de 2020.
El problema es que todo esto le pasa a Alberto Fernández al comienzo de su mandato, en cambio a Macri le pasó al final de su mandato y cuando le estalló el mercado de cambios tuvo acceso al FMI, cosa que ahora no tiene este gobierno. Con su política internacional apoyando a la dictadura de Maduro y otras lindezas, el kirchnerismo es un paria internacional.
El gran interrogante es: si a un año de gobierno están con problemas más agudos que Macri, ¿cómo se soportará durante 3 años más una situación económica y social que tiende a empeorar? Es que, ni el gobierno genera confianza política, ni tiene un plan medianamente potable.
La mayor preocupación del gobierno parece ser resolver los problemas judiciales de la vicepresidente, pero por ese lado no avanza el tiempo económico se le agota.