¿Cómo se comportan las expectativas y el consumo en el ciclo electoral?

Varios de los factores que están impulsando el consumo este año se diluirán durante 2025

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consumo en tiempos electorales
Consumo en tiempos electorales
Getty Images

La confianza de los consumidores se ha consolidado en la zona de moderado optimismo. Este proceso se dio concomitantemente con la mejora de algunos indicadores económicos de las familias y con el comienzo del ciclo electoral en nuestro país. A continuación intentaremos dar breves respuestas a las siguientes interrogantes: ¿Qué efectos generan habitualmente los ciclos electorales sobre las variables macroeconómicas? ¿Qué tanto ha mejorado la confianza del consumidor y a partir de qué componentes? ¿La mejora se explica más bien por el avance de los indicadores económicos de los hogares o por los efectos positivos del ciclo electoral? ¿Qué implicancias tienen estos temas sobre el dinamismo del consumo, en 2024 y 2025?

Ciclos electorales. Es un hecho ampliamente documentado a nivel internacional que, en los años electorales, se observan apartamientos de los valores estándar para algunas variables económicas, entre las cuales detallamos tres a continuación. Primero, los gobiernos tienen tendencia a aumentar el gasto en los años electorales, especialmente en rubros visibles, y también a disminuir impuestos, lo que genera efectos positivos en la demanda agregada. Esto dinamiza la economía e induce una mayor aprobación del gobierno, incrementando las chances de mantenerse en el poder luego de la elección. Segundo, en países donde el cambio de gobierno implica un ajuste de importancia en la orientación política o económica de los gobernantes, o hacia partidos que no han gobernado, se observa un aumento de la incertidumbre que, entre otros, desalienta la inversión de las empresas (y el gasto en bienes durables de las familias). En esta nota no entraremos en el análisis de estos temas, sino en una tercera regularidad: cuando hay una elección competitiva, como la actual en Uruguay, es habitual que una proporción elevada de consumidores tenga posibilidades reales de que triunfe su candidato, lo que mejora temporalmente su humor y expectativas e impulsa o adelanta las decisiones de consumo.

Confianza y componentes. La confianza del consumidor ha mejorado en forma notoria en 2023, cuando promedió 55 puntos y se consolidó en la zona de moderado optimismo. Incluso, este año el índice llegó a los 57 puntos, un registro que no se observaba desde el ciclo electoral de 2014 (gráfico 1).

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Sin embargo, una mirada más detallada para el último año y medio indica que la mejora está sustentada más en un avance de los indicadores que registran las expectativas (expectativas sobre la situación económica personal, expectativas sobre la situación del país) y no tanto en aquellos componentes que miden la situación económica actual o la intención de consumir (situación económica personal, predisposición al consumo de durables, gráfico 2).

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Esta constatación, sumada al hecho de que se ha observado un patrón similar en ciclos electorales anteriores, sugiere que la recuperación de la confianza puede atribuirse más al efecto del ciclo que a la mejora de las condiciones económicas de las familias. Esto parece contradictorio con el hecho que las condiciones económicas de los hogares han mejorado sustancialmente desde 2023. Sin embargo, dicho avance no ha impactado en forma sustancial en la evaluación que las familias hacen de su propia situación económica, posiblemente porque hasta ahora viene a compensar el fuerte deterioro observado durante la pandemia.

Expectativas y fundamentos. La mejora habitual de las expectativas que se observa durante los años electorales, se ha robustecido en esta oportunidad a partir de los efectos del incremento sustancial en las remuneraciones reales de los asalariados, en forma similar al proceso de 2014 (gráfico 3).

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En efecto, un aumento de la tasa de variación de los salarios reales, independientemente del momento del ciclo electoral en el que se produzca, ha precedido incrementos en las expectativas de los consumidores. En particular, la mejora salarial precede aumentos en las expectativas sobre la situación económica del país, y también en la predisposición a la compra de durables. En esta línea, las expectativas de ingresos alcanzaron en agosto el máximo nivel desde principios de 2015, reforzando la lectura de mejora de humor en base a percepciones de perspectivas de mejora (gráfico 4).

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Efectos sobre el consumo. Lo analizado precedentemente tiene implicancias sobre el comportamiento del consumo este año y el que viene. Para este año, la mejora de expectativas motivará cierto adelanto de consumo futuro. Sin embargo, ese impulso en el consumo estará basado en un incremento del ingreso esperado, que no se verificará para todos los consumidores. En efecto, dado que cualquiera sea el resultado de la elección, habrá por lo menos un 40% de consumidores descontentos, las perspectivas de mayor bienestar futuro probablemente se desinflarán, como ha sucedido en anteriores oportunidades, motivando un ajuste de las expectativas para los trimestres posteriores a la elección. Así, bajo estas hipótesis, los efectos positivos del ciclo electoral sobre el consumo de este año, tendrían similar intensidad pero signo opuesto para el año próximo dejando, ceteris paribus, un clima menos favorable para el consumo.

Mercado laboral. Lo que podría compensar este desinfle de expectativas es una evolución claramente favorable de los principales indicadores del mercado laboral en 2025. En efecto, indicadores como la tasa de empleo preceden cambios en la evaluación que hacen las familias sobre su situación económica, que tienen un carácter más permanente que los cambios en las expectativas. A este respecto, debemos considerar que, cualquiera sea el triunfador de la elección, el año entrante no mostrará un crecimiento destacable ni de la actividad económica ni del empleo. A esto debe sumarse el hecho que los ingresos salariales reales mostrarían tasas de crecimiento más modestas en comparación a los elevados guarismos de este año, debilitando la dinámica de la masa salarial (gráfico 5). Así, este fundamento relevante de la demanda agregada acompañará el ciclo electoral, con un buen desempeño en 2024 y una desaceleración en 2025.

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Comentarios finales. A modo de resumen, la confianza del consumidor ha mejorado en los últimos trimestres, consolidándose en la zona de moderado optimismo. Sin embargo, una mirada más detallada muestra que dicha mejora ha estado basada en el avance de los componentes de expectativas del índice, una regularidad que se produce los años electorales. Esas mejoras en las expectativas están entonces sustentadas, entre otros, en los efectos positivos del ciclo electoral y en el avance de las remuneraciones salariales. Sin embargo, ambos factores se debilitarán el año entrante, una vez finalizado el ciclo y ante perspectivas de menor crecimiento de la actividad económica, afectando el dinamismo del consumo.

- Alejandro Cavallo es Director de Consultoría Económica de Equipos Consultores.

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