Comprender el reto de la suba de tasas para los mercados financieros

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

El contexto podría dejar de ser comparable al que tuvimos durante los últimos años.

En enero, indicábamos que «el año 2021 podría resultar más complejo para los mercados de lo que en general parece creerse». Esta advertencia ha quedado confirmada en la actualidad. A medida que los tipos han comenzado a subir en los mercados financieros, los inversores empiezan a plantearse los efectos que tendrá esta subida en la renta variable.

Gracias a las vacunas contra la COVID-19 y las medidas aplicadas por los Gobiernos para estimular el consumo, la economía mundial podría registrar este año —al menos, en EE.UU.— una de las tasas de crecimiento económico más altas desde la década de 1980. Pero, con un crecimiento mundial del 5 % al 6 % previsto para este año, las dudas se ciernen sobre la actitud de los bancos centrales, que mantienen los tipos de interés en niveles extremadamente bajos desde hace varios años para apoyar la economía.

Una recuperación demasiado drástica de la economía podría dar lugar a una subida de los precios, precisamente lo que tememos con los planes de estímulo de EE.UU.(1) Para evitar este sobrecalentamiento o limitar la inflación, los bancos centrales, que regulan la actividad económica, podrían subir los tipos de interés. Ahora bien, una subida demasiado marcada de estos tipos podría lastrar las acciones al incitar a los inversores a recurrir a inversiones financieras que ofrezcan mayores rentabilidades. Además, ello encarecería aún más el coste de endeudamiento o de los créditos al consumo. En el contexto actual, la actitud de los bancos centrales se sitúa pues en el epicentro de las dudas, y cabría preguntarse cuándo podrían empezar a endurecer sus políticas monetarias, esto es, subir los tipos de interés.

La volatilidad actual en los mercados financieros responde a la ostensible actitud de espera del banco central estadounidense: la Reserva Federal. En su discurso ante el Senado estadounidense el pasado 23 de febrero, el gobernador de la Reserva Federal, Jerome Powell, confirmó no tener ninguna intención de endurecer su política monetaria por el momento. Sin embargo, empezamos a temer que, en caso de que el crecimiento estadounidense se mantenga en cotas elevadas más allá de 2021, la Reserva Federal deba acelerar aún más sus medidas para evitar un sobrecalentamiento.

A ello se suma una subestimación del repunte de la economía estadounidense por parte de la Fed, que prevé un crecimiento de «tan solo» el 4,2 % en Estados Unidos este año. A nuestro juicio, esta estimación se sitúa muy por debajo de la realidad.

Tras una década marcada por unos tipos de interés muy bajos, un crecimiento económico mundial mediocre y un casi estancamiento de los precios, el contexto podría dejar de ser comparable al que hemos conocido durante muchos años. A medio plazo, esto podría dar lugar a una profunda variación de los comportamientos de las empresas y los inversores. Un contexto de mercado que se perpetúa desde hace muchos años no es tan fácil de revertir. Resulta lógico que en este periodo de transición, los mercados bursátiles protagonicen una mayor volatilidad en los precios de las acciones.

(*) Miembro del Comité de Inversión Estratégico de Carmignac
(1) Un plan de estímulo de 1,9 billones de dólares, al que pronto podría sumarse un plan de inversión en infraestructuras de envergadura similar

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