PwC (*)
En nuestra columna de enero de 2021, ante la "oscuridad” de la pandemia, nos planteábamos en este espacio la necesidad de trabajar sobre una Agenda de Competitividad y Crecimiento que facilitara la forma de hacer negocios en Uruguay. En aquel momento poníamos énfasis en que no solo era un tema de inversión, sino que la baja utilización de la capacidad instalada era señal de que habían restricciones de oferta o de “costo país” que tanto afectaban al que incorporaba capital nuevo como al que ya estaba inserto en procesos productivos y quizás no “iba a más”, más allá que la capacidad instalada tiene su ritmo de acuerdo a las variaciones cíclicas y de demanda.
En esta oportunidad los invitamos a analizar el proceso de inversión en estos últimos años, ya no solo de una forma macro “dura”, sino en sus formas más blandas.
Dicen que los países crecen por transpiración y por inspiración. En el primero de los casos, el crecimiento se deriva de la transpiración provocada por el mayor uso de factores de producción como capital y trabajo. En el segundo de los casos, el crecimiento se deriva de la inspiración que provoca la forma en que se utilizan esos factores, la innovación, la gestión de los recursos empresariales, entre otros aspectos.
Detengámonos en lo que ha pasado con el proceso de incorporación de capital: la inversión. ¿Cómo ha evolucionado la Inversión en Activo Fijo en los últimos años? De acuerdo con la nueva serie de cuentas nacionales, que se estima a partir de 2016, el ratio de la Inversión en Activo Fijo a PIB (considerando las cifras nominales en años móviles) ha crecido desde 2020, incluso lo ha hecho a lo largo de 2022, acercándose a una cifra de 20% del PIB. Así, el crecimiento de este ratio estaría dando testimonio del efecto del boom en el sector de la construcción de vivienda residencial que ha sido señalado por los últimos informes de cuentas nacionales del Banco Central y los altos niveles de cotizantes del sector de Construcción.
La Inversión Extranjera Directa como inspirador
Continuando con el análisis de este proceso de inversión en activo fijo, al efecto “transpiración” (cuantitativo), se le agrega el efecto “inspiración”, que en este caso apela a la “forma de hacer” que viene asociada al capital. Destaquemos la Inversión Extranjera Directa (IED) en tanto pueda involucrar una “forma diferente de hacer las cosas”. El gráfico 2, elaborado por Uruguay XXI con datos del Banco Central, nos indica que la IED (considerando los aportes, reinversión y prestamos) alcanzó en enero-septiembre del pasado año un monto de 2.700 millones de dólares, aproximadamente, lo que representa un 3,9% del PIB.
¿En qué sectores se ubicó el interés de los no residentes en localizar sus emprendimientos? De acuerdo con información aportada por Uruguay XXI en base a datos del Banco Central, en el periodo 2012-2021 los aportes y las reinversiones totalizaron 17.461 millones de dólares por concepto de IED, siendo el sector de Finanzas y Seguros el que mayores capitales captó, con cerca de 5.700 millones de dólares. Las diferentes actividades industriales atrajeron 5.600 millones de dólares mientras que el sector de Retail atrajo 4.300 millones de dólares. El resto de las actividades, en todo ese periodo de diez años, atrajo 1.700 millones, aproximadamente.
Se destaca, en 2021, el flujo de IED que se dio en torno al sector de retail (2.200 millones de dólares).
Pero de nuevo, insistiendo con ese concepto de “inspiración”, busquemos ir más allá de estos números, y tratemos de entender cuáles son los mecanismos que operan detrás de estos procesos de inversión en general, de inversión extranjera en particular.
Tengamos en cuenta que cuando hablamos de IED tenemos dos modalidades: greenfield (o inversión que parte “desde cero”) y las Fusiones y Adquisiones o M&A, en las que se pueden realizar diferentes tanto la adquisición como la fusión de firmas preexistentes. Y de forma obvia, en todos los casos, se necesita que la operación se haga entre un residente y un no residente.
¿Por qué es importante que un no residente venga con la decisión tanto de levantar un proyecto de inversión desde cero como de adquirir una empresa uruguaya? Porque en la medida que esos procesos sean exitosos nos permite incorporar conocimiento que proviene de actores que tienen mayores niveles de productividad o tienen un mayor nivel de conocimiento, o simplemente, tienen algo que aportar a iniciativas locales que ya eran exitosas. Debemos romper la idea de que cuando se da una transacción, es únicamente porque existe una parte débil o “urgida de vender”.
Lupa sobre las M&A: auge en 2022 y dinámica de las empresas tecnológicas
Veamos cual es la realidad de M&A en Uruguay. En el informe “Fondos de Inversión, Fusiones y Adquisiciones en Uruguay” de julio pasado, elaborado por Uruguay XXI, se relevan 14 acuerdos de M&A anunciados en el primer semestre de 2022, lo cual es levemente inferior a la cifra de los acuerdos en cada uno de los años anteriores. Si bien la dinámica del segundo semestre fue menor, seguramente 2022 se destaque como un muy buen año respecto a la cantidad de transacciones de M&A. El gráfico 4 resulta ilustrativo respecto a la dinámica de lo que ha sido el año 2022.
De acuerdo con el informe citado —en base a datos de EMIS y ORBIS— estos acuerdos de 2022 involucraron principalmente empresas en el sector de servicios globales. Ese tipo de empresas, más específicamente aquellas vinculadas a servicios financieros y tecnologías de la información, han sido las principales destinatarias de las transacciones de M&A en los últimos años. El gráfico 4 también es indicativo al respecto.
La promesa de la digitalización: el camino
“La promesa de la digitalización”, así es uno de los subtítulos con que el Banco Mundial integraba parte de su informe semestral “Volver a Crecer” de marzo de 2021, cuya preparación fue dirigida por nuestro destacado compatriota Martin Rama. En ese marzo de 2021, el informe nos planteaba que podía haber ganadores de la crisis del COVID-19, que había sectores que se expandían y que no solo contribuirían a la economía por su propio crecimiento, sino también por el impacto que tendrían sobre el resto de los sectores, y uno de estos sectores era el de digitalización y servicios de tecnologías de la información.
Al repasar ese informe, y aún con mucho camino para recorrer, lo que para muchos países de la región se señalaba como carencia o falta, no lo era para Uruguay, que en muchos indicadores se encuentra dentro de los mejores de la clase. No obstante, el desafío de seguir impulsando a Uruguay como plataforma institucionalmente ordenada para desarrollar negocios hacia el mundo e incentivar la innovación, es una necesidad más que una meta. Porque quizás hay premisas que son las que nos tienen que seguir desafiando: tenemos que ser aún más atractivos para el mundo, y en más áreas. La digitalización y las tecnologías de la información deben ser soporte de oportunidades en los sectores tradicionales de agronegocios y también en servicios médicos, entretenimiento, entre tantos.
(*)Consultoría económica de PwC