OPINIÓN
El sistema tributario es un engranaje clave en cualquier economía. Hay que cuidarlo
La última gran reforma tributaria que tuvo Uruguay fue con la aprobación de la ley 18.083 de diciembre de 2006. Pasaron catorce años desde entonces. Muchas veces las reformas integrales y profundas adquieren valor en retrospectiva histórica (basta ver las dificultades de países vecinos para procesar cambios en la materia).
La idea fue basar el sistema tributario uruguayo sobre tres pilares: (i) equidad, intentando correlacionar de forma coherente la carga tributaria con la capacidad contributiva de los diversos agentes. (ii) eficiencia, simplificando, racionalizando y vinculando la estrcutura tributaria a la capacidad de administrar y fiscalizar. (iii) estimular la inversión productiva y el empleo.
Con el paso del tiempo, se podrían hacer diversas evaluaciones sobre si el sistema que ha estado vigente cumplió, en todo o en parte, con los ambiciosos pilares que se había propuesto. Lo que definitivamente creo, es en la vigencia de esos pilares como principios rectores.
Equidad
Una de las funciones principales de cualquier sistema tributario es, vía su diseño, la distribución formal del ingreso. La búsqueda de equidad implica inequivocamente gravar a sectores con mayor capacidad contributiva relativa, en favor de aquellos que tienen menor o nula capacidad de contribuir con la recaudación fiscal. Por la fuerza de los hechos, son transferencias progresivas dentro de una sociedad.
Semanas atrás se presentó en el parlamento una minuta de comunicación solicitando al poder ejecutivo la reducción del IASS (impuesto a la asistencia de la Seguridad Social). Este impuesto, que sustituyó al IRP, grava a jubilaciones, pensiones y otras pasividades a partir de los $ 38.960 mensuales con tasas que van del 10% al 30% (ingresos mayores a $243.500).
Los últimos datos de recaudación indican que el 76% de los jubilados y pensionistas no alcanzan a pagar este impuesto, y la presión fiscal sobre el ingreso total percibido es del 5%. En un país que tiene niveles de pobreza concentrados en los menores de 17 años, condición que solo afecta al 2,3% de las personas mayores de 65 años, la propuesta reducción del IASS es, a todas luces, regresiva.
Además, hay que recordar el esfuerzo que realiza la sociedad en su conjunto a través de la afectación de casi un tercio de la recaudación de IVA y demás recursos de rentas generales, para pago de jubilaciones y pensiones.
Eficiencia
Los artículos 1 y 2 de la ley 18.083 derogaron 17 impuestos. Entre ellos había impuestos a la compra de moneda extranjera, a los concursos y sorteos, impuesto a las tarjetas de crédito e impuestos a las telecomunicaciones, entre otros.
El sistema tributario uruguayo se había minado de impuestos especificos, distorsivos y de baja recaudación. Luego de la aprobación de la citada ley, entró en vigencia un sistema simplificado. Como un deja vú, días pasados se presentó en el parlamento un proyecto de ley para crear el “ICTM” (impuesto al consumo de telefonía movil), con el objetivo de recaudar unos US$ 400.000 mensuales y financiar al fideicomiso de apoyo el deporte de alto rendimiento.
Más allá de los fines, el medio elegido es inconsistente con un sistema tributario que pretende ser simple y coherente, evitando la creación de más impuestos distorsivos.
Impuestos especificos para fines específicos, a priori inconexos, propone una lógica perimidia y peligrosa. Lo primero porque es una etapa superada en nuestro ordenamiento, y lo segundo, porque existe un sinfín de actividades ansiosas de recibir financiamiento, y bajo ese paraguas abrimos la ventana a la cara más nociva de la creatividad en legislación tributaria.
Estimulos
Los estimulos fiscales a la inversión con el objetivo de generar empleo y producción deben continuar siendo parte relevante en los esfuerzos de captación de proyectos. Se ha avanzado en sectores dinámicos en mano de obra, como la construcción. Si no se alcanzan resultados esperados en la materia, es decir, si no hay respuesta a los estimulos, no hay que renunciar al objetivo inicial; lo que seguramente nos esté indicando es que debamos repensar el sistema de incentivos para adpatarlo a una nueva realidad.
El sistema tributario, es engranaje clave en cualquier economía. Traduce intenciones y redistribuye recursos. Debe ser sólido y estable, porque es parte de la vidriera que se proyecta al exterior, tanto para inversores, acreedores o calificadoras de riesgo. Dime que impuestos cobras, y te diré que sociedad construyes.
(*) Decano de UCU Business