Duplicar el crecimiento y reducir la pobreza infantil, “los desafíos cruciales” para el país, a juicio de Enrique Iglesias

Hacia afuera, debemos "reivindicar los valores del multilateralismo" e intentar "ser útiles" en la resolución de conflictos globales

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Enrique Iglesias
Enrique Iglesias, presidente de la Fundación Astur.
Francisco Flores/Archivo El Pais

Mantiene una visión optimista sobre la marcha del país y el mundo, pero advierte sobre los riesgos que hoy atraviesa la humanidad. Para el Cr. Enrique Iglesias, las últimas elecciones han sido una nueva demostración de la calidad de la democracia uruguaya. Manifiesta confianza en la clase política local pese a los desafíos complejos que hay por delante, pero asegura que “hemos avanzado en el diálogo para superar posiciones irreales por su inviabilidad”. Iglesias destaca dos temas prioritarios para el nuevo gobierno y el sistema político en conjunto: “hay que duplicar el crecimiento económico y atender seriamente la pobreza infantil”, afirma. Entiende que entre los riesgos que existen en Uruguay, hay una realidad económica “a veces” alejada de la social, admitió. A nivel global, no oculta sus inquietudes por un eventual retroceso del mutilateralismo. “La Ronda Uruguay de Comercio está sufriendo un fuerte impacto para sobrevivir”, se lamenta. Dice que el mundo ha seguido creciendo desde el punto de vista económico, “pero dejando atrás a sectores sociales y países”. En ese contexto, “la Democracia está en juego”, subrayó. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Qué le deja este año 2024 respecto de Uruguay?, ¿qué aspectos diferente a otros procesos electorales observó?

—En primer lugar, un sentimiento de orgullo por la serenidad política de nuestro país. Habiendo pasado muchas experiencias similares en el pasado, creo percibir que ha habido una mayor serenidad para enfrentar los debates difíciles de la política en todos sus frentes. Ese es un gran activo de nuestro país pues que hay que sostener.

—Teniendo en cuenta esa condición, ¿qué espera de la clase política uruguaya para el corto y mediano plazo?

—Yo creo que el panorama político confuso, peligroso que atraviesa el mundo y en especial nuestra región, convoca a la clase política para insistir en profundizar un diálogo de debate y discusión con espíritu de compromiso. Yo sé que los problemas económicos y sociales no son fáciles y que reclama mayor diálogo y compromiso. Eso es bueno para todos en nuestro país.

Comenzaría por decirle que puedo comparar con el clima político de muchas décadas pasadas y creo que hemos avanzado en el diálogo para superar posiciones irreales por su inviabilidad. Puede ser que predomine mi optimismo, pero así lo veo.

—A su juicio, ¿cuáles son los principales desafíos que tiene por delante el país?

—En lo económico, duplicar su tasa de crecimiento de los últimos años. En lo social, seguir apuntando a problemas locales graves como la pobreza infantil en los primeros años de vida y aportar a soluciones realistas en la seguridad social, un gran bastión de nuestro equilibrio social y político que nos va a seguir desafiando en los próximos años a medida que avance la edad de la población. Todos estos desafíos desembocan en una prioridad total en la calidad de la educación y su capacidad de hacer frente a los desafíos que más requiere la revolución tecnológica actual

—La tasa de crecimiento es baja; las restricciones fiscales son claras. ¿Cómo podemos dar respuesta a las demandas y el Estado de bienestar que nos imaginamos los uruguayos?

—Creo que no hay que aspirar a soluciones mágicas. Hay experiencias vividas suficientes para tener una visión realista y una lucidez acerca de la realidad actual. El país tiene que crecer más y sólo a partir de esos logros podremos salir al encuentro de las necesidades y las expectativas de la gente.

—¿Está alejada la realidad económica de la social?

—En parte sí. Pero eso se percibe según el nivel de vida de la persona a la que consulte. Los sectores altos continúan acumulando bienestar. Los sectores más pobres de la sociedad continúan con sus carencias sociales como la vivienda en forma inaceptable. Ciertamente nos comparamos mejor. No son los niveles de otros países de la región, pero tenemos que mirar a nuestro potencial. En este contexto, la situación deja de ser la deseable. Así me parece

—¿Le preocupa la coyuntura de la región? ¿Qué observa de Brasil y Argentina?

—Sin dudas, preocupa porque formamos parte de esa región y dependemos fuertemente de nuestras relaciones económicas y sociales con nuestros vecinos. Argentina está ensayando un modelo liberal radical que tendrá que demostrar su sostenibilidad y sus avances. En el caso de Brasil, ha habido un crecimiento razonable en los últimos años pero la coyuntura internacional creará nuevos problemas como resultado, entre otras cosas, la reciente elección en Estados Unidos. El diálogo entre sector privado y público ha tenido problemas en los últimos tiempos. Pero que el país tiene una gran capacidad de diálogo democrático y un sistema político capaz de concordar y avanzar. Y lo debe demostrar en las políticas públicas y la reacción del sector privado.

Enrique Iglesias
CR. Enrique Iglesias
Francisco Flores

—En el contexto de un “cambio de época”, cómo usted lo ha definido, ¿qué le ha sorprendido en último tiempo, a nivel global?

—Es así, estamos en un cambio de época lleno de desafíos y problemas. Pero también lleno de potencialidades cuando los países avanzan en el diálogo y en el compromiso. Creo que hay márgenes para avanzar tomando en consideración que Asia es una pujante realidad que abre nuevas potencialidades al comercio y a la inversión de otros orígenes que los tradicionales del Atlántico norte. América Latina puede avanzar en el comercio y recibir a las inversiones que mejoren su capacidad de producción y de competencia.

—¿Las posturas antiglobalizadoras están triunfando? ¿Vamos hacia un mundo más cerrado, proteccionista y beligerante?

—Yo espero y deseo que no. Pero no hay garantías plenas que los enfrentamientos políticos o ideológicos no generen mayores problemas en las relaciones entre países y regiones. Creo que sería una pésima alternativa no seguir avanzando en un comercio abierto e inversiones productivas con nuestra sub región. La Ronda Uruguay de Comercio está sufriendo un fuerte impacto para sobrevivir.

—A pesar de todo, ¿hay oportunidades?, ¿cuáles son?

—Mire, yo he aprendido con varias décadas siguiendo los problemas económicos y sociales que el mundo, a pesar de problemas y diferencias ideológicas ha avanzado. Pero ha dejado atrás a amplios sectores sociales y a países. Ese es el problema central al seguir creciendo, pero a la vez saliendo al encuentro de los temas y problemas sociales que en algunos casos contrae peligros para la democracia y los equilibrios políticos e ideológicos sin olvidar los desafíos del cambio climático.

—¿Qué rol le cabe a las instituciones multilaterales en este contexto? ¿Lo están cumpliendo?

—Esa pregunta se la hace a quien como yo pasó muchos años trabajando para eficaces organizaciones internacionales. No soy por tanto parcial en la respuesta. Pero creo que el papel de esas instituciones sirve al diálogo, a la cooperación y al apoyo a los países especialmente en vías de desarrollo como el nuestro. Creo realmente que el mundo está un poco mejor apoyado por esas instituciones. Por cierto, hay que sobrevivir y mejorar, pero a partir de experiencias que fueron positivas.

—¿El eje de equilibrio se trasladó definitivamente al Pacífico?, ¿Debemos movernos entre el poder de EEUU y China?

—Ciertamente las primeras décadas de la segunda guerra mundial fueron dominados por una presencia fuerte de los Estados Unidos, seguida luego por los países europeos y Japón. En las últimas décadas se vive el despertar de China y Asia. La relación USA-China es compleja y peligrosa para la paz y el equilibrio político mundial. Europa pierde posiciones, pero sigue siendo una región fundamental para el mundo donde surgieron las ideas que hoy explican el crecimiento y la paz global.

—¿Y cuál es el papel de los países del Sur? 

—Los países del Sur desaceleran su crecimiento y su participación en el comercio mundial si no aprovechan las oportunidades que existen. Pero hay desafíos gigantescos. Vea sino la situación cada vez más extendida en el Medio Oriente, en Ucrania, en Siria. Conflictos que están lejos de nosotros, pero forman parte del mismo mundo. Y ese mundo nos pide además atención a los cambios que nos trae el clima o las tecnológicas cada vez más desarrolladas y poderosas. Y me pregunto: ¿qué podemos hacer al respecto? Yo simplificaría. Diría que hacia el exterior, debemos reivindicar los valores del multilateralismo y facilitar donde podemos ser útiles en la resolución de conflictos. Y hacia adentro, mejorar la educación para todos los niveles que lleven a ser más eficiente y universal. Empezando por tener a todos los niños bien alimentados con un sistema educativo moderno y democrático en una sociedad más inclusiva y generosa con los más vulnerables. Todos estos frentes son conocidos, pero requieren urgencia y compromiso de todos. Así lo veo a esta altura de mi vida.

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