Muchas personas que salen de la cárcel vuelven a delinquir. Este ciclo de reincidencia atenta contra esas mismas personas, sus familias y la sociedad en su conjunto. La política pública puede ayudar a rehabilitar a esas personas, pero también puede ser un obstáculo. Es clave repasar las experiencias internacionales y buscar evidencia de aquello que haya funcionado.
“La mitad de los individuos liberados de la prisión en los Estados Unidos será reencarcelada a los tres años”. Así comienza su investigación Jennifer L. Doleac (Texas A&M University), recientemente publicada en el Journal of Economic Literature.
Descripción de los delincuentes
Señala Doleac que es clave empezar entendiendo las características de aquellos que han cometido delitos en el pasado. Esto ayuda a generar hipótesis acerca de qué tipo de intervenciones puede hacer que el individuo desista de volver a delinquir. En general, se sabe muy poco acerca de esta población.
En Estados Unidos, esta población en su mayoría son hombres, de origen hispano y afroamericano. Tienen menos educación y poca experiencia laboral. La economía se cuestiona: ¿cometen delitos porque tienen poca educación y experiencia laboral? ¿O es al revés, es decir, tienen poca educación y experiencia laboral porque han estado toda su vida en el mundo delictivo?
Otra explicación posible es que son individuos que tienen un problema de adicciones o de salud mental y terminan abandonando su educación y trabajo y se involucran en el delito. Una proporción importante de los encarcelados muestra una historia anterior de enfermedades psíquicas y de consumo de sustancias. La profesora de Texas A&M observa que las adicciones pueden generar comportamientos delictivos de dos maneras: un efecto psicológico directo (la droga los hace más agresivos), y un efecto económico indirecto (consumir droga los lleva a conseguir medios de pago de cualquier manera).
Valoración del futuro
Las decisiones que toma la persona están relacionadas con cuánto valor le da a su vida futura. Si el individuo valora poco su futuro, es más probable que se involucre en el delito. Ofrecer beneficios por portarse bien es muy poco efectivo si esos beneficios están muy distantes en el tiempo.
La profesora Doleac repasa en su investigación qué dice la economía acerca de cómo toma una persona la decisión de delinquir o no. A grandes rasgos, una persona enfrenta la siguiente disyuntiva: no delinquir (esto tiene un premio que consiste en el dinero que obtendrá en su trabajo gracias a su esfuerzo, conocimiento, habilidades, etc.), o cometer un delito (su premio será lo que obtiene por el delito, menos el posible costo de que lo agarren y termine en la cárcel). A simple vista, se podría decir: aumentemos la pena y ya no habrá quien quiera volver a delinquir en el futuro. El problema es que, al aumentar la pena, cambian todas las variables que afectan el premio futuro que se obtiene por delinquir y por no delinquir. Por ejemplo, ir a la cárcel impacta negativamente en el capital humano de esa persona: cuando salga de la cárcel no va a obtener tanto beneficio al ingresar al mercado laboral. Además, luego de que salga de la cárcel, va a tener mejores habilidades delictivas y va a haber aumentado su red de contactos con otros delincuentes, y esto va a afectar sus decisiones de cometer o no delitos en el futuro. También va a afectar la chance de que la policía lo agarre porque en la cárcel, junto a sus pares, va a haber aprendido cómo bajar la chance de que lo atrapen.
En suma, el efecto de aumentar las penas sobre la reincidencia es ambiguo. Por eso es que la autora de la investigación se centra luego en ofrecer un resumen de las políticas y programas que han sido evaluados científicamente.
Políticas estudiadas para los que salen de la cárcel
Uno de los tipos de intervenciones que resume Doleac es el que refiere a incorporar cambios en las penas impuestas. Y esto se puede implementar de varias maneras: comunicar un aumento de pena; aumentar las sanciones gradualmente (cada vez que reinciden, obtienen sanciones mayores); consecuencias colaterales (deja de poder acceder a ciertos beneficios sociales, por ejemplo).
Otro tipo de políticas se dirige a aumentar la probabilidad de que te atrapen si se vuelve a cometer un delito (más cámaras, más policías en las calles, armar base de datos de ADN, etc.).
También se encuentra la opción de aumentar el premio por no delinquir: facilitar e incentivar la inversión en capital humano; mejorar los ingresos monetarios; aumentar el acceso al mercado laboral formal; ofrecer complementos al empleo (las personas que salen de la cárcel van a enfrentar desafíos en esa transición hacia la legalidad: quizás no solo necesitan un trabajo sino también capacitación, ayuda para el transporte, programas contra adicciones, etc.); aumentar el acceso a la asistencia social pública.
Otros enfoques consisten en cambiar los compañeros de cárcel y cambiar las preferencias personales hacia las actividades legales, y mejorar las habilidades personales para tomar decisiones acertadas (por ejemplo, favoreciendo el tratamiento de las adicciones).
Dolaec ofrece evidencias empíricas sobre resultados obtenidos en todas estas políticas. Es una lectura muy recomendada para los hacedores de política pública y para aquellas ONG que trabajan para rehabilitar a personas que han delinquido. Encontrar intervenciones que puedan reducir la reincidencia y mejorar los resultados que obtienen al salir de la cárcel es prioridad para muchos países. Felicito a quienes trabajan en esta área. Es clave estudiar más e identificar la evidencia científica internacional para saber qué evitar y qué aplicar.
- Alejandro Cid es Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Montevideo.