TEMA DE ANÁLISIS
La antesala para la crisis por el coronavirus son dos años de estancamiento y un último trimestre del 2020 con caída de 0,6%.
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La crisis mundial por la pandemia del coronavirus obliga a recalcular el escenario económico. Es difícil hacer previsiones porque faltan antecedentes recientes de este tipo de crisis, pero hay una primera idea de que los dos primeros trimestres del año van a tener una caída fuerte en el nivel de actividad. Se mantiene la expectativa sobre la reconstrucción de la actividad en la segunda mitad, una vez que pase el riesgo de contagio masivo y se normalice el mundo. En este contexto, se dieron a conocer las cifras de Cuentas Nacionales al cierre del año pasado, confirmando que llevamos dos años de estancamiento y una caída del PIB medido en dólares.
La variación del PIB del año fue de tan solo 0,2% y el último dato que es el del cuarto trimestre del año pasado, cayó 0,6% en relación al trimestre anterior, una vez que se corrigen los factores estacionales típicos. La evolución del PIB tiene cambios por tendencia y por estacionalidad.
En el primer caso, lo que recoge es el comportamiento global de la economía y, en el segundo, lo que se refleja son aspectos característicos del trimestre. Por ejemplo, el cuarto trimestre de cada año tiene siempre mayor nivel de PIB que los dos anteriores.
En el gráfico superior del cuadro adjunto, se observa la serie del PIB trimestral a precios constantes del 2005 y la desestacionalización de dicha serie de datos, de acuerdo a la metodología que utiliza el BCU. Los picos que aparecen cada cuatro datos se corresponden al cuarto trimestre de cada año y claramente la serie desestacionalizada se mueve con menos oscilaciones.
La historia que cuenta esta gráfica es que la economía en la última década crece hasta 2015, luego se estanca un par de años cuando el empuje de la demanda argentina eleva el nivel de actividad en 2017, para luego estancarse por casi dos años.
El PIB total medido al tipo de cambio promedio del año pasado ($35,3) se ubicó en US$ 56.070 millones, es una cifra inferior a la observada en el año anterior que rondaba los US$ 60.000 millones. Esta caída se debe a que el tipo de cambio en el año se incrementó por encima del índice de precios implícito en la estimación del PIB. Estos precios subieron 7,7% a lo que si se agrega el crecimiento económico hay un aumento del 7,9%. Al mismo tiempo, el tipo de cambio promedio mensual del año subió respecto al 2018 en un 14,7%.
En el segundo gráfico del cuadro adjunto se puede ver la evolución del PIB en períodos de años móviles terminados en cada trimestre, pero expresado al tipo de cambio promedio. El comportamiento reciente es muy diferente, ya que hay una caída por siete trimestres, o sea casi dos años. También se comprueba que en los períodos de expansión de la economía, la suba del PIB en dólares fue más intensa producto del atraso cambiario que la acompañó.
Con el estado de situación descripto se puede pensar un poco más la perspectiva del 2020. Partimos de una base de PIB que está cayendo y la crisis por la pandemia va a contraer significativamente la economía. Por lo tanto, es posible que el PIB caiga en el promedio del año, pero también vamos a tener un tipo de cambio que va a subir más que el índice de precios implícitos. Hasta el momento, con el nivel actual del tipo de cambio, no sorprendería que el PIB en dólares se ubique por debajo de los US$ 50.000 millones, o sea el nivel en dólares que se observara en el año 2011.
Es una evolución posible que nos permite darnos cuenta del escenario macroeconómico que nos tocará vivir en el corto plazo. Va a haber un encarecimiento en dólares de la economía que dados los comparativos de precios internacionales, se puede entender como un sinceramiento. Esto va a reestablecer la competitividad de varios sectores exportadores y de las pequeñas empresas que venden en el mercado interno, en detrimento de los importadores y del nivel de bienestar de los consumidores.
El estancamiento del PIB tiene sectores de actividad que presentaron problemas y se achicaron y otros que mostraron algo de dinamismo. En el gráfico del a izquierda de la zona baja del cuadro adjunto se muestra la incidencia de cada sector que compone la oferta del PIB. Por definición, cuando se suma la incidencia de todos los sectores se llega a una variación idéntica a la del PIB.
Por lo tanto, la incidencia presenta algunos valores positivos y otros con signo negativo. En este caso, prácticamente se equiparan los dos signos, ya que el aumento total es muy pequeño.
Los tres sectores elaboradores de bienes y el comercio presentan variaciones negativas y por lo tanto inciden negativamente en la variación total. La mayor incidencia negativa se observa en el comercio y en este caso se destaca la baja en el turismo proveniente de Argentina, que influye negativamente en el valor agregado por restaurantes y hoteles, unos de los integrantes de este sector de actividad.
También registra una incidencia negativa la actividad primaria, debido a la caída en la faena que en el promedio del año cayó 5% de acuerdo a los datos del INAC. También fue menor la superficie y los rendimientos esperados en los cultivos de verano, aunque esto no fue un tema estructural, sino producto de la sequía del año anterior que afecto la producción de soja.
La industria manufacturera y la construcción también restaron a la variación general del PIB completando un panorama por el cual todas las actividades que no son servicios literalmente contrajeron el nivel de actividad.
Lo que sostiene una variación del PIB positiva es la oferta de servicios de comunicaciones, donde hay una expansión real de los servicios de datos y una sobreponderación del sector en el índice agregado. La incidencia positiva en el año fue de 0,7%.
Un comentario aparte merece este tema de la ponderación. Hace ya un tiempo que cuando analizamos cuentas nacionales advertimos que los números que se publican van a diferir de los que surjan cuando se recalcule la base de estimación y se reduzca esta diferencia grosera en la ponderación de comunicaciones. Es altamente probable que terminemos comprobando en los nuevos números que 2018 y 2019 fueron recesivos, tal como lo indican las estadísticas indirectas.
Finalmente, en el gráfico de la derecha en el cuadro adjunto se observan los destinos del PIB, también midiendo la incidencia que tuvieron en la variación de 0,2% final. Sobresale la caída en la inversión que baja la variación del PIB en 0,5% y la suba en el consumo de los hogares que aporta 0,4%. En el frente externo, las exportaciones netas de importaciones aportaron 0,2% al alza.