TEMA DE ANÁLISIS
Si bien el próximo año la economía uruguaya se expandiría por debajo de lo esperado para 2022 la calidad de ese crecimiento se derramaría de forma diferente sobre la sociedad.
El periodo de crecimiento reciente se explica por tres factores: (i) el shock de Inversión provocado por la construcción de la tercera planta de celulosa y sus obras conexas, (ii) el boom de exportaciones de bienes agropecuarios y (iii) con la pospandemia, el efecto “rebote” que se explica por comparar el aumento de la actividad provocado por la normalización de los niveles de movilidad. Estos tres factores convergen para explicar la tasa de crecimiento esperada en torno a 5% para el promedio de 2022, y en la medida que su dinámica tiende a morigerarse, el presente año se muestra como uno de transición, que dejará paso a una dinámica diferente hacia 2023. ¿Cuál será esa dinámica?
En primer lugar, debemos recordar que el Consumo Privado, —que es el otro factor de la Demanda Agregada, además de la Inversión y de las Exportaciones— en este periodo mencionado ha evolucionado con un menor dinamismo. ¿Por qué? Porque sus fundamentos se han deteriorado, principalmente por la afectación del mercado de trabajo. Recordemos que la pandemia incidió fuertemente sobre los niveles de ocupación y los salarios reales. Mientras los primeros lograron recuperarse, los segundos aun no lo hacen.
El empleo, tal como se ve en el gráfico 1, luego de la mejora registrada durante 2021, se ha estancado en lo que va de 2022, pero aun así se mantiene por encima de los niveles pre-pandemia (tasa de empleo promedio de 2019). A su vez, la calidad del empleo se encuentra, en la pospandemia, en niveles de mejor calidad. Los cotizantes han crecido a guarismos altos respecto a la prepandemia. Así lo muestra el gráfico 3, con puestos cotizantes que se han incrementado desde 2021 y se han estabilizado en 2022 en niveles históricamente altos respecto a la última década. Recordemos que la salida de la pandemia se dio con una caída de la informalidad y un incremento de la formalidad.
Por otra parte, los salarios reales, que cayeron en promedio durante 2020 y 2021, en el periodo enero-octubre acumulaban una baja promedio de 0,9% (gráfico 2). Seguramente lo sucedido con la inflación en noviembre y diciembre va a achicar esa reducción promedio y aproximarla a cero. Y con esto, comienza a abrirse un escenario de reponderación de incidencia de factores de demanda sobre el crecimiento económico: el mercado de trabajo comenzará a tener mayor fuerza para impulsar el Consumo Privado.
Por tanto, el mercado de trabajo ya a finales de 2022 comienza a prepararse para consolidarse en 2023.
2023: el primer año no extraordinario
Salvo algún cisne negro, que por definición no es pronosticable, el próximo año será uno en el que no existirá efecto “rebote” (impacto económico positivo por la mayor movilidad debido a la vuelta a la normalización de las actividades productivas). Esta será una buena cosa, porque no “inflará” cifras de crecimientos que nos pueden llevar a inducir que estamos en un proceso de dinamismo económico, cuando en realidad es simplemente un reflejo de la normalización de actividades. En 2023 también se encontrará finalizado gran parte del impacto sobre la Inversión de la tercera planta de celulosa y el sector agroexportador se encontrará en un año normalizado respecto al extraordinario 2021.
Por tanto, todos estos factores que han impulsado el crecimiento en 2022 ya no estarán presentes e próximo año. Pero, ¿con que se contrarrestarán?
La planta de celulosa comenzará su fase de producción industrial, por tanto, lo que se pierde vía Construcción, se ganará vía producción industrial. Su impacto tendrá otra magnitud, pero ahí ya se cuenta con un factor compensatorio.
A su vez, la Inversión está encontrando en la construcción de vivienda
residencial (intensiva en la utilización de mano de obra) otro factor compensatorio, que por lo pronto sostiene en niveles elevados el número de cotizantes a BPS. De aquel incremento de los puestos cotizantes mostrados en el gráfico 3, si consideramos el incremento de aproximadamente 42.000 puestos en un año, una cuarta parte se explica por el sector de la Construcción.
El sector agroexportador, ante un mundo que va hacia un freno en su crecimiento económico, ajustará a la baja los precios que recibe por los bienes que exporta, con “precios que bajan por ascensor y costos que bajan por escalera”, pero, aun así, deberíamos esperar una normalización de la actividad agroindustrial que no necesariamente significa un año malo. Las lluvias de octubre llevaron tranquilidad al campo, y como es habitual, el “partido de los rindes se juega todos los años”.
Sobre estos factores compensatorios al alza, el Consumo Privado debería despegar a partir de la consolidación de mercado de trabajo. ¿Por qué? Por el incremento del salario real, lo que parece un hecho que se efectivizaría tanto por el crecimiento del salario nominal (a partir del cierre de la novena ronda de salarios y del comienzo de la décima ronda de salarios) como por un proceso de desinflación.
No se debe considerar que el empleo se sostendrá en los mismos niveles, puesto que mantener los niveles de ocupación siempre es dependiente de sostener los niveles de inversión. Cuando hacemos macro, podemos simplificar que la economía es representada por una sola función de producción, pero la realidad es bastante más heterogénea, no solo a nivel de sectores sino a nivel de empresas. Por tanto, la capacidad de demandar empleo se termina definiendo a ese nivel micro, y luego solo resta sumar esas “demandas individuales”. Por eso lo clave de la sintonía fina necesaria para poder definir mecanismos de negociación salarial que pudieran contemplar estas realidades diferentes.
Pero en tanto el empleo se mantenga y el salario real crezca, como es nuestra conjetura, el Consumo Privado crecerá, y este factor de demanda tendrá consecuencias sobre un sector clave de la economía, como es el de Comercio, Alojamiento y Suministro de Comidas y Bebidas. Si se considera el Valor Agregado Bruto (VAB) por la totalidad de los sectores relevados por el Banco Central en el último año móvil cerrado en el segundo trimestre de 2022, este agregado de los sectores de comercio, restaurantes y hoteles concentran el 16% de VAB total generado, solo superado por el mega agregado de Salud, Educación, Inmobiliarias y Otras actividades (que concentran el 27% del VAB total).
La amenaza: el “filtro de las importaciones”
Pese a este panorama alentador —algo lo mencionamos en un anterior artículo referido al turismo— parte del incremento del Consumo Privado, dada la desfavorable relación de precios relativos con Argentina, puede derivarse hacia comercios y alojamientos en el exterior, vía consumo formal (turismo) y vía consumo informal (contrabando).
En definitiva, el rebalanceo de los factores de crecimiento apunta a que el Consumo Privado gane importancia en impulsar el PIB, y esto incidiría en los importantes sectores de Comercio, Restaurantes y Hoteles, los que a su vez, vienen dañados estructuralmente por la pandemia y enfrentan una relación de precios relativos con Argentina que les hace peligrar un filtro del consumo hacia aquel país. La semana que viene se conocerá el dato de inflación de Estados Unidos, y de confirmarse un segundo dato alentador, puede abrir la ventana a un 2023 con un tipo de cambio planchado por segundo año consecutivo.
(*) Consultoría económica de PwC