El consumo, a dos años del inicio de la pandemia

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Foto: Getty Images

TEMA DE ANÁLISIS

Algunos de los impactos en los fundamentos del consumo se han revertido, pero otros persistirán.

En un par de semanas se cumplirán dos años de la llegada del SARS-CoV-2 a nuestro país. En esta nota repasaremos los efectos iniciales sobre el consumo y posibles perspectivas. Es decir, ¿Cómo reaccionaron las familias al shock inicial? ¿Cómo se hizo notorio el comienzo de la recuperación? ¿Qué podemos esperar para este año?

El shock inicial

La llegada de la pandemia a nuestro país afectó en forma simultánea a todos los fundamentos de la función de consumo. En primer lugar, o bien impactó el ingreso corriente (vía pérdida del empleo) o bien sobre las expectativas de generación de ingresos (vía aumento de la incertidumbre), lo que motivó un ajuste en el gasto de consumo en general, desincentivando fundamentalmente la demanda de bienes superiores o normales y aumentando el consumo de aquellos inferiores. En segundo lugar, el aumento del tipo de cambio motivó un notorio efecto precio, encareciendo en forma relativa los bienes nominados en dólares y abaratando aquellos nominados en pesos, lo que motivó una drástica reducción de la demanda de durables. Y finalmente, también se produjo un cambio de hábitos, a grosso modo, con mayor preferencia relativa por consumos en el hogar, menos riesgosos, respecto a consumos fuera del hogar.

A partir de lo anterior, las ventas de durables y de servicios se desplomaron en el segundo y tercer trimestre de 2020; en el caso de automóviles llegaron a caer casi 60% interanual en marzo, mientras que las ventas de restaurantes y confiterías retrocedieron casi 50% en el segundo trimestre. Sin embargo, el inicio de la pandemia motivó, a partir de los cambios de preferencias señaladas, un aumento de las ventas de bienes de inversión para el hogar, como barracas y pinturerías, pero también en no durables, como artículos de supermercados, que venían cayendo en forma sistemática en trimestres anteriores.

La reversión parcial

Pasado el shock inicial, comenzó a visualizarse una reversión de algunos de los impactos señalados precedentemente, en forma clara, en el cuarto trimestre de 2020. Primero, disminuyó la incertidumbre asociada a perder los ingresos para la amplia mayoría de los segmentos de ingresos medios-altos, lo que motivó una recomposición de uno de los principales fundamentos del consumo. Segundo, el tipo de cambio revirtió la suba de marzo de 2020 y, sobre finales de ese año, cotizaba por debajo de los valores a los que había llegado en el primer trimestre. Lo anterior, sumado a la imposibilidad de hacer turismo emisivo, entre otros, llevó a un ahorro forzoso que propició que las familias volviesen a invertir en algunos durables: en el caso de los autos, las ventas crecieron 41% y 55% interanual en noviembre y diciembre de 2020. Sin embargo, esta reversión no se produjo para la demanda de bienes afectados por el cambio de preferencias comentado, en parte porque la situación sanitaria, lejos de mejorar, empeoró.

Así, en el cuarto trimestre de 2020, mientras las ventas de autos volaban, las de restaurantes y confiterías caían casi 20% interanual, consolidando la visión de una salida heterogénea de la crisis. A su vez, la evolución favorable del consumo en los segmentos medios-altos contrastó con los efectos negativos más persistentes en la situación de las familias de segmentos medios-bajos, cuyos ingresos continuaron mermados primero por la pandemia y luego por la imposibilidad de cierta recuperación parcial a través de las oportunidades zafrales que brinda el turismo receptivo (cierre de fronteras del verano 2021).

La nueva normalidad

El exitoso proceso de vacunación concentrado en el segundo trimestre de 2021 y sus efectos positivos sobre la situación sanitaria motivó una paulatina recomposición de la demanda, apalancada en la vuelta a la normalidad de la mayoría de los sectores de actividad. De esa forma, se observó una clara recuperación en el empleo en el transcurso del año, que estuvo en línea con la evolución favorable que observamos en la proporción de familias de nivel socioeconómico bajo que declaran pérdida de su trabajo a partir del comienzo de la pandemia. Este indicador pasó desde casi el 25% en el peor momento a casi 10% en el cuarto trimestre (gráfico 1).

Estas mejoras motivaron una moderación en la intención de reducir sustancialmente gastos del hogar que, tras llegar a un máximo a mediados de 2021, se redujo sobre finales del año pasado, señalando menores inhibiciones para consumir (gráfico 2). En esta línea, los datos de actividad de la Cámara de Comercio y Servicios mostraron que todos los rubros relevados aumentaron sus ventas interanuales reales en el cuarto trimestre (gráfico 3), incluyendo varios que venían cayendo en forma sistemática (muebles y accesorios del hogar y supermercados), luego del rebote comentado de mediados de 2020. La confianza del consumidor se consolidó en la zona de moderado optimismo, donde se encuentra desde la medición de octubre del año pasado (gráfico 4) al tiempo que el Índice de Condiciones Económicas de Corto Plazo continuó aumentando y en febrero se ubicó en 45,4 puntos, el máximo de la serie (gráfico 5).

¿Y el 2022?

Los datos positivos de actividad de fines de 2021 y las expectativas favorables para los próximos meses, reflejan la evolución también positiva, efectiva y esperada, de los fundamentos. Así, denotan el incremento del empleo y las expectativas de recuperación de los ingresos perdidos, incluso en los segmentos más impactados, aunque en este caso con mayor cautela.

Esto continuará impulsando la recomposición modesta aunque generalizada del consumo, a partir de lo que anticipan los indicadores adelantados.

El dólar probablemente continúe mostrando cierta debilidad, propiciando un aumento leve o incluso de cierta importancia de los ingresos salariales en moneda extranjera, sustentando así la recuperación del consumo de durables. Este proceso sería, sin embargo, compensado en parte por el efecto negativo sobre el consumo que provocará un mayor turismo emisivo, que incluye el turismo de compras hacia nuestros vecinos. Por el contrario, es probable que los cambios en ciertas preferencias que motivó la pandemia sean más permanentes que transitorios. Esto incluye el pasaje hacia consumos relativamente menos riesgosos (quizás por costumbre más que por riesgo real), lo que sustentará el aumento de las ventas digitales y la caída en la frecuencia de visita presencial a ciertos comercios, a lo que se sumarán comportamientos de consumo distintos para el caso de trabajadores que se pasaron al home office, por ejemplo.
Incluso, es probable que algunos de estos cambios persistan aún en la hipótesis de que la situación sanitaria se normalice completamente, no volviendo a la situación pre pandémica y profundizando la necesidad de rediseño o reestructuración (vía menor demanda permanente) en las empresas que operan en los rubros o zonas más afectadas.

(*) Alejandro Cavallo, Director Consultoría Económica

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