Un combo de varios riesgos que combinados o uno por vez, pueden poner en riesgo la economía global y delimitar el escenario para el próximo período de gobierno en Uruguay. Esa es la incertidumbre en la que, según la economista Paula Garda, los países de América Latina deberían actuar, aprovechando la baja inflación derivada de sus buenas políticas monetarias, para procesar una consolidación fiscal que les permita revertir el proceso de deterioro de las cuentas públicas y el abultado endeudamiento. Entre los fenómenos que la economista de OCDE advierte como riesgos globales, aparece el bajo crecimiento económico de China, las elecciones presidenciales en Estados Unidos, las tensiones geopolíticas que pueden derivar en un impacto en los precios de las materias primas, y los cada vez más recurrentes e inesperados eventos climáticos. En un mundo que crece a tasas bajas, debemos prepararnos para el próximo shock”, afirma Garda. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿El mundo actual está resultando más difícil de prever, desde el punto de vista económico?
—Siempre ha sido difícil predecir, pero en los últimos años llevamos una serie de shocks diversos, acumulativos, lo que los economistas llamamos shocks de oferta. Primero fue la pandemia, después se juntaron las guerras, conflictos y los fenómenos climáticos que no dan tregua, cada vez más frecuentes. Todo esto ha afectado no solo el crecimiento económico, sino también la inflación. Y esas dos cosas afectan también las políticas macro, monetarias, financieras, fiscales. Esos shocks son muy difíciles de predecir y nos llevan a revisiones constantes. Pero, aun con estos shocks, las economías se han comportado algo diferente a lo que ocurría en el pasado. En el Interim Economic Outlook que publicamos en OCDE hace un par de semanas, destacamos la resiliencia de las economías ante la inflación. Cuando se descontroló, todos pensamos en políticas monetarias súper restringidas y con eso, una gran desaceleración. Pero al final, las economías se desaceleraron menos que lo que esperábamos.
—En base a esas condiciones actuales en la economía, ¿cuáles son las perspectivas de crecimiento a nivel global?
—Si bien las economías fueron muy resilientes a los problemas generados por la inflación, el crecimiento mundial lo vemos levemente por encima del 3% para este año y el siguiente, que es una tasa un poquito más baja que la que observábamos antes, crecimiento liderado por las economías emergentes de Asia. Efectivamente, pensamos en crecimientos moderados, lo que está en línea con lo que plantean otros organismos, por ejemplo el FMI en su reciente informe.
En concreto, hay un montón de riesgos que se empiezan a acumular y cada vez es más evidentes que son riesgos hacia la baja. Y cuando decimos que las perspectivas están dominadas por esos riesgos, significa que probablemente no sea del 3,2%, sino más moderado aún.
—¿Cuáles son esos riesgos que pueden ajustar más a la baja el crecimiento económico?
—Por un lado, los fenómenos meteorológicos, muy recurrentes, difíciles de predecir y medir su eventual alcance. Después tenemos las tensiones geopolíticas; los conflictos regionales como los de Oriente Medio, que efectivamente están afectando mucho la incertidumbre global, impactando el crecimiento económico a través de la inversión. Pero también en cuanto a los emergentes, como Uruguay y América Latina toda, puede afectar los movimientos de capitales, porque los inversionistas se ponen nerviosos y van a buscar refugios más seguros. Y con eso afectan la estabilidad global. Pueden incidir en los precios de las materias primas y la energía, y con eso, generar presiones inflacionarias y hacer que las políticas monetarias sean más restrictivas por más tiempo. Este es un shock verdaderamente importante que tiene múltiples canales, por los que puede bajar el crecimiento mundial, América Latina y de Uruguay. Pero los problemas no se agotan allí…
—¿Qué otros factores de riesgo vislumbra?
—También tenemos incertidumbre de elecciones presidenciales en Estados Unidos que pueden implicar cambios en cuanto a las políticas comerciales, industriales, migratorias y de inversión. La política monetaria en los países avanzados también es un tema a considerar desde Uruguay, porque si bien dije que la inflación está bajo control, igual hay riesgos. La inflación de servicios es algo que no ha logrado verdaderamente bajarse, que podría ser persistente por más tiempo, y hacer que esas políticas monetarias sean restringidas por más tiempo con tasas altas, lo que afecta también a las economías emergentes. Y China es otra gran incertidumbre; el gobierno ha anunciado una larga serie de medidas para incrementar el crecimiento de la economía, que de todas maneras viene estructuralmente bajando su crecimiento económico, pero que podría ser menor al que se prevé, y esto afecta a muchas economías de América Latina, que tienen en China su principal socio comercial.
—En ese contexto, ¿la inflación en sí no es ya un tema prioritario?
— Yo creo que tiene que seguir estando en consideración; los riesgos de los que hablábamos pueden afectar esa tendencia de inflación a la baja. Todavía no está en el nivel objetivo de los bancos centrales aunque tiende a ello. Y en especial, la inflación de servicios está siendo mucho persistente que antes. El conflicto en Medio Oriente, en particular, puede impactar en los precios de la energía, por tanto presionar la inflación y como consecuencia, se revierta la relajación de las políticas monetarias. O sea, estamos menos preocupados que antes con la inflación, pero la batalla no se puede dar por ganada.
—¿El ciclo de baja de tasas, puede interrumpirse ante estos riesgos eventuales?
—Creo que hoy día hay terreno para seguir avanzando, pero el mensaje es muy cauteloso; es decir, estar atento a esos riesgos y sobre todo, a mirar bien los datos. Cómo se comporta la inflación, qué pasa con los servicios, con el precio del petróleo, con las materias primas. Tenemos el ejemplo de Brasil, que la inflación se dio vuelta y obligó a cambiar la estrategias del Banco Central, subiendo las tasas. Eso puede pasar en otros lados. Es de esperar que el proceso de baja de tasas pueda continuar, y sería muy bueno para los países de América Latina, para que continúen bajando y no se preocupen por ese diferencial de tasas que les puede provocar salidas de capitales y depreciación de sus monedas. Hay como un respiro, es bueno aprovecharlo.
—¿A Estados Unidos también le puede suceder verse obligado a cambiar su estrategia de baja de tasas?
—Puede suceder; de hecho, creo que ahora se está esperando que la política monetaria continúe flexibilizándose, aunque a un ritmo un poco menor al previsto antes. Es muy probable que de aquí en adelante el proceso de bajas sea a un ritmo un poco más cauteloso.
Y la elección en Estados Unidos es un riesgo adicional.
—La salida de la pandemia, además de la inflación, generó severos problemas fiscales a muchos países, con un incremento además del endeudamiento público. ¿De qué magnitud es el problema hoy?
—Definitivamente, desde OCDE hemos lanzado la advertencia por el abultado endeudamiento de los países. Venimos de años donde la política fiscal tuvo que reaccionar ante el shock, y la política monetaria estuvo ahí para apoyar esa salida. Ahora, es momento de consolidar, de reordenar las cuentas, con la inflación bajando, cuando la política monetaria da un respiro porque disminuyen los costos de funcionamiento. Es el momento, hay que aprovecharlo. Porque si nos demoramos en consolidar, los mercados se pueden volver en nuestra contra, y aunque la tasa de interés está permitiendo bajar los costos de endeudamiento, el mercado puede operar en sentido inverso, porque la deuda es demasiado alta. Una consolidación balanceada, en planes multianuales, creíbles y cumplibles, que no perjudiquen el crecimiento económico, pero sí que permita hacer un espacio fiscal, sobre todo porque tenemos que prepararnos para el siguiente shock. Hay países que comenzaron a consolidar temprano, pero el año pasado se estancaron. Y quizás no estén cumpliendo con sus propios objetivos. Es el caso de Colombia, que probablemente este año no cumpla con la meta fiscal; Perú incumplirá su meta fiscal por segundo año consecutivo. En Brasil y en Chile hay riesgos de que no se pueda cumplir con la meta. Le pasó a Uruguay el año pasado. Por tanto, lanzamos la advertencia, hay que hacer el esfuerzo y aprovechar este momento.
—¿Qué puede pasar con el precio de las materias primas?
—Diría que no podemos esperar aumentos significativos para aquellos rubros que más le importan a Uruguay. Lo más preocupante ahora es el precio del petróleo, que en todo caso afectaría negativamente al país. El resto de las materias primas, diría que dependen mucho de China, que tampoco está siendo un motor fundamental de demanda, así que no deberíamos esperar grandes beneficios por ese lado.
Y las tensiones entre China y Europa o China y Estados Unidos no son muy auspiciosas para el comercio internacional.
—Todos esos riesgos que enumeramos, marcarán el escenario para el nuevo gobierno de Uruguay en 2025…
—Sí, definitivamente hay que estar atento a estos riesgos, que van a restringir un poco el espacio que tendrá el nuevo gobierno de trabajar; pero definitivamente creo que hay reformas en las que se puede trabajar y que se tiene que intentar llevar a cabo, cualquiera sea el gobierno, como es la consolidación fiscal o reformas internas para aumentar el crecimiento.
—Precisamente, ese no es un tema que haya aparecido explícitamente en las propuestas de campaña electoral…
—Debería ser un tema prioritario, no solo en Uruguay. Hay que tener en cuenta que el crecimiento es necesario para aumentar el PIB per cápita y los niveles de calidad de vida de todos los ciudadanos. Por supuesto que las políticas de redistribución también son importantes para asegurarse que ese crecimiento llega a todos lados, pero definitivamente el crecimiento es fundamental. Es clave en lo que respecta a la política fiscal, porque un mayor crecimiento permite que la deuda sobre PIB ingrese en una senda más estable. Buscar los caminos para un mayor crecimiento económico sostenido, tiene que ser una prioridad para todo aquel que quiera gobernar.