Hoy viernes 20 de setiembre, día que escribo esta columna, y ayer jueves, me han preguntado en varias ocasiones, si la decisión de la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos del miércoles pasado de reducir la tasa de interés de referencia de su política monetaria, que generara efectos inmediatos en los mercados financieros globales, en las relaciones cambiarias y en otras variables macroeconómicas mundiales, es una de las causas del aumento de la cotización del dólar en nuestro país. La importancia que le ha dado la prensa mundial y local a lo dispuesto por la Fed, algo que en nuestro país hasta hace un tiempo no ocurría, ha despertado la curiosidad de muchos uruguayos. Para un economista no debería ser difícil de explicar pero, para muchas personas lo es. Sobre todo cuando hasta hace muy poco una acción de la Fed de ese tipo, o no se consideraba o se interpretaba de otra manera.
La devaluación
Aunque algo más tarde de lo que esperaba el mercado financiero norteamericano y alguna parte del mundial, el miércoles 18 de setiembre la Fed decidió disminuir en 50 puntos básicos de —5,25%-5,50% a 4.75-5%— la tasa de referencia de su política monetaria. Y además, de su habitual “dot plot” (cuadro de sus proyecciones de las variables macroeconómicas que toma en cuenta para decidir el nivel de la tasa de referencia), surge que es probable que haya nuevas bajas (2), de la referida tasa en el resto del año. Su proceder institucional responde a la necesidad de atender dos objetivos con un solo instrumento lo que es muy difícil de lograr a no ser “tanteando” los resultados de sus acciones. Si aumenta la tasa, apunta a darle más importancia al abatimiento inflacionario. Si la baja, apunta a mejorar el empleo y la actividad económica. Hay explicaciones para ello, pues el nivel de la tasa tiende a reducir el gasto privado o a aumentarlo, lo que se refleja en movimiento de los precios y del empleo. La reducción decidida el miércoles contempla relativamente más que antes la preocupación por la actividad y relativamente menos por la inflación. El “dot plot” lo refleja.
Habitualmente, cuando la Fed disminuye su tasa de interés de referencia, se produce un aumento en el valor de otras monedas en relación con el dólar por la atracción que tiene la diferencial de tasas de interés que resulta entre países. Eso es, obviamente, una reacción cuando otras variables que determinan la relación cambiaria no se modifican —el famoso “ceteris paribus” que emplean los economistas que trabajan con funciones de numerosas variables independientes que influyen sobre una dependiente— . Si la tasa de interés en pesos de las Letras de Regulación Monetaria (LRM) que ofrece en pesos el Banco Central, por ejemplo, son mayores, ajustadas por riesgo que las tasas de interés que pagan títulos de similar riesgo en dólares, hay una mayor demanda por los primeros, lo que estimula la salida del dólar y la compra de pesos que, entonces, se revalúan ante el dólar. En el caso de esta semana, la conclusión sería entonces que el dólar se debería depreciar frente al peso, que es lo que se venía observando desde hace tiempo. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario y sin cambios macroeconómicos. Sin cambios en la combinación de políticas que se llevan adelante en nuestro país, el peso se ha depreciado considerablemente frente al dólar.
Otras explicaciones
Lo ocurrido entonces, incentiva la búsqueda de otras razones que expliquen por qué ha sucedido lo contrario y que expliquen, además, por qué eso viene ocurriendo desde julio, mes desde el que se nota una evolución alcista de la tasa de interés de las LRM en pesos. Es decir, que no solo la diferencial de tasas de interés se ha ampliado a favor de la tasa de los activos financieros en pesos por la disminución de la tasa de interés de la Fed sino que, además, ya se venía ampliando por el aumento de la tasa de interés en pesos de los instrumentos que emite el Banco Central para llevar adelante su conocida política monetaria. Debe estar incidiendo algún factor que no solo no permite la apreciación del peso sino que lo deprecia ante el dólar.
Sin acciones compensatorias, que serían costosas para el Banco Central para evitar la apreciación del peso —elevar más aún las tasas de interés de las LRM que ya son positivas en términos reales, es decir ante la inflación—, las explicaciones que se pueden encontrar para la depreciación del dólar son, a mi juicio, al menos dos.
En primer lugar, el riesgo de estar con una posición financiera activa en pesos ante la probabilidad, que sigue siendo alta, de que se vote el plebiscito de la seguridad social, que ya el lunes, tras ese domingo del eventual voto que favorecería la reforma previsional, llevaría a una significativa salida de los títulos en pesos. Una salida de las LRM cuando, al cabo de un año el Banco Central debería renovar día a día, un stock de esas LRM que hoy llega a 9.000 millones de dólares, tres veces la cantidad de dinero en circulación. Y hacer esa renovación, en un contexto de claro desconocimiento de los derechos de propiedad, con la apropiación de los 22.578 millones de dólares que pertenecen a 164.8000 personas, que los ahorraron desde hace ya más de dos décadas.
Y la segunda razón tiene que ver con la habitual cautela de algunos sectores de la población que generalmente ocurre en momentos previos a las elecciones nacionales. Cualquiera sea su expectativa sobre la nueva administración política del país, prefiere cubrir sus intereses en la moneda norteamericana por su aversión al riesgo, por bajo que éste sea.
La respuesta sobre la importancia de estas razones para explicar el aumento del dólar en las condiciones de diferencial de tasas de interés que favorecerían lo contrario —la apreciación del peso— , la tendremos luego de noviembre de este año.