El futuro también depende de la gestión activa del sector minero

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Foto: El País

OPINIÓN

La importancia de los metales en la transición energética.

Se prevé que la necesidad de metales aumente considerablemente con el crecimiento de las energías renovables y los vehículos eléctricos. Aunque el papel de las empresas mineras es crucial para la transición energética, hay que ser especialmente selectivos a la hora de invertir a largo plazo.

La lucha contra el calentamiento global es un gran reto social, político y económico. Hoy en día, la necesidad de cambiar nuestro estilo de vida para hacer frente al reto del cambio climático es evidente para todos. Sin embargo, muy pocos de nuestros conciudadanos son conscientes de la importancia de los metales en la transición energética.

De hecho, es esencial comprender hasta qué punto las tecnologías que apoyarán esta transición a través de la movilidad verde o las energías renovables hacen un uso intensivo de minerales. El cobre, el zinc y el aluminio ocupan un lugar destacado en la producción de paneles fotovoltaicos, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.

Se prevé que el consumo de estos metales se dispare a medida que aumente la producción de energía y se despliegue la llamada movilidad "verde". Sobre todo porque estas tecnologías son especialmente intensivas en minerales. Un parque eólico marino requiere 17 veces más metal que una central de gas de la misma capacidad, un parque eólico terrestre ocho veces más y un parque fotovoltaico nueve veces más.

El cobre es un elemento clave en la transición energética. Juzgue usted mismo. Mientras que una central eléctrica de gas natural necesita una tonelada de cobre para producir un megavatio de electricidad, se necesita el doble para producir la misma cantidad de energía con la energía eólica terrestre y el triple para los paneles fotovoltaicos, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Esta necesidad se eleva a entre 11 y 12 toneladas de cobre para un parque eólico marino.

Lo mismo ocurre con los vehículos eléctricos, que consumen entre tres y cuatro veces más cobre que sus homólogos con motor de combustión interna. Se espera que la demanda de cobre de los vehículos eléctricos por sí sola aumente en 1.700 kilotoneladas para 2027, lo que equivale al peso acumulado de unos 1.3 millones de coches de tamaño medio.

Invertir en y para el futuro

Pero otros componentes —aluminio, litio, cobalto o níquel— intervienen en la producción o el almacenamiento de energía. Y también se prevé que su consumo aumente con el incremento de las energías renovables y los vehículos eléctricos.

Todos estos metales tienen algo en común: son producidos por la industria minera. Empresas cuyas actividades de extracción o transporte suscitan numerosas polémicas con prácticas criticadas, incluso denostadas, en términos de desarrollo sostenible. Aunque el papel de las empresas mineras es crucial para la transición energética, hay que ser especialmente selectivos a la hora de invertir a largo plazo.

En Carmignac, seleccionamos las empresas cuyas actividades están vinculadas a las materias primas y los metales que pueden desempeñar un papel clave en la transición energética de los próximos años.

No solo invertimos en empresas que producen energía renovable o soluciones bajas en carbono. También nos interesan las empresas que mejoran sus prácticas y, con sus acciones, contribuyen a superar los retos medioambientales que afronta la sociedad en su conjunto.
Utilizando nuestra voz como accionista, trabajamos con las empresas para ayudarlas a ser más virtuosas y así tener un impacto real y significativo a favor de la transición energética de la economía.

(*) Michel Wiskirski, gestor especializado en Recursos Naturales de Carmignac.

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