ENTREVISTA
"Si realmente podemos hacer algo por las futuras generaciones, es enseñarles a programar. Es fundamental para su desarrollo futuro", sostuvo Juan Miguel Lavista.
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Hace dos semanas, Microsoft anunció que Uruguay será sede de su próximo AI & IoT Insider Lab (laboratorio de inteligencia artificial e Internet de las cosas). Será el primero de su clase en Latinoamérica y el tercero fuera de Estados Unidos. La iniciativa está alineada con la visión del gobierno uruguayo de convertirse en un centro de innovación para la región, incluyendo una red de laboratorios y plataformas para impulsar las nuevas disrupciones, como ser la inteligencia artificial, la robótica avanzada y la realidad virtual. El responsable del área de inteligencia artificial en Microsoft es Juan Miguel Lavista (*), un uruguayo de 45 años que desde hace dos décadas trabaja en EE.UU. y se incorporó al gigante tecnológico hace trece años. Lavista cree que Uruguay reúne las cualidades para contar con un laboratorio de las características del AI & IoT Insider. Enfatiza en la necesidad de que se incorpore programación en la enseñanza desde los primeros niveles y subraya que no se trata solo de “sacar ingenieros de sistemas”, remarcado la utilidad de la tecnología de datos en todas las áreas relevantes del conocimiento. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿En qué consiste el proyecto de Microsoft para Uruguay?
—Al momento, hay un entendimiento y unos cuantos aspectos a definir entre la compañía y el gobierno de Uruguay. En términos generales, la idea de estos laboratorios es la de ayudar a resolver diversos desafíos tecnológicos de las organizaciones en la región, así como obtener orientación y recomendaciones de expertos para materializar todo el potencial de la inteligencia artificial y el internet de las cosas. Volcar los conocimientos de Microsoft en ciencias de datos para la gestión de proyectos locales, en el diseño, cómo gestionarlos, la creación de prototipos, etc. Como se anunció en la firma del acuerdo, el valor agregado del laboratorio es mostrar, a organizaciones y socios de negocio, cómo aprovechar las tecnologías de AI e IoT para visualizar, transformar, innovar y resolver sus desafíos de transformación.
A mí, como uruguayo, me llena de orgullo el hecho de que sea Uruguay el tercer país donde Microsoft define llevar adelante esta iniciativa fuera de Estados Unidos. Hasta ahora, tenemos únicamente dos laboratorios de estos, uno en Munich fundado en 2017 y otro en Shanghái en 2019. El tercero será Montevideo y eso es fantástico. Estoy seguro de que se trata de un muy buen lugar para ubicar este nuevo centro.
—¿En este tipo de proyectos, Microsoft se asocia con emprendedores locales?
—Se trabaja con organizaciones. Con la gente que esté interesada en poder promover estas áreas y ampliar conocimiento. Gente de Microsoft altamente calificada, según sea necesario para cada proyecto, trabajando con el talento local. Todo ello sirve para acelerar el desarrollo digital en Uruguay.
—¿Microsoft tiene un esquema determinado que replica en cada uno de estos centros?
—No necesariamente. No son idénticos los esquemas de Munich y Shanghái y puede ser otro diferente el de Montevideo, Depende de las características del país y del acuerdo que la empresa alcance con el gobierno.
Microsoft ha invertido en estos centros después de un proceso de estudio y selección de cada lugar, y a mí entender son casos de éxito, donde detectar necesidades e impulsar el desarrollo.
—¿Por qué Uruguay puede ser una oportunidad para ese desarrollo?
—Nuestro país tiene gente excelente. Tenemos universidades muy buenas y sin duda, como uruguayo, me encanta ver que se crea en la capacidad del país para avanzar aún más en el área de inteligencia artificial. Hay capacidades en Uruguay para explotar. El día de la firma del acuerdo, las autoridades uruguayas hablaron de un hub tecnológico en Uruguay. Es una buena aspiración con proyectos como el que se iniciará con Microsoft.
Por otro lado, me siento orgulloso como uruguayo de que mi país hay avanzado en tecnología, que por ejemplo tenga programas como one Laptop per child. Me parece fantástico. Pero ahora tenemos que ir un poco más allá y enseñarle a programar a esos chicos.
Hoy no alcanza solo con saber manejar la computadora. Sé que muchos chicos en Uruguay están aprendiendo a programar, ojalá sean más.
—Las grandes firmas, como Microsoft, están permanente captando talentos y detectando ecosistemas donde haya oportunidad de desarrollar conocimiento. ¿Es el caso de Uruguay?
—En el mundo hay 2.8 millones de personas que tienen conocimiento de inteligencia artificial. No quiere decir que estén todos trabajando en ello, pero son personas que nosotros estimamos que tienen conocimiento de AI o machine learning. La gran mayoría de esos 2.8 millones de personas está en Europa, Estados Unidos y Asia. En Sudamérica, hay solo 100.000. En Uruguay, por los datos que obtenemos de LinkedIn, habría 1.200 personas con esos conocimientos.
Lo que sucede es que hoy hay un crecimiento increíble del uso de inteligencia artificial, y es muy difícil para Microsoft o para cualquier otra empresa, contratar gente que tenga esos conocimientos. Hay mucha más demanda que oferta de este tipo de habilidades. Por tanto, cuanto más recursos se formen, cuanto más capacidades se desarrollen, más respuesta se va a dar esa demanda. Y no se trata solo de ingenieros, cada vez más hablamos de conocimientos que son transversales: en mi equipo tengo economistas, estadísticos, físicos, no solamente ingenieros de sistemas.
Hay un montón de problemas en el mundo que se pueden solucionar con inteligencia artificial; si facilitamos el acceso a conocimiento a más profesionales, habrá no solo trabajo de calidad, sino soluciones que mejoren la vida de todos.
—Cuál es el objetivo principal en un laboratorio como el proyectado, ¿la formación de recursos humanos o impulsar los proyectos locales?
—Generalmente pasa por ambos objetivos. Expertos que vuelquen sus conocimientos para apoyar a los profesionales locales de diversas áreas y a la vez, colaborar en la solución de problemas en base a innovación.
—Precisamente, desde Microsoft se menciona a ingenieros eléctricos, científicos de datos, ingenieros de software, gerentes de programa, ingenieros de la nube, es muy amplio el espectro…
—Y más también. Para poder desarrollar los proyectos necesitamos equipos. Para implementar una solución de inteligencia artificial, se necesita gente que entienda qué tipo de problemas podemos plantearnos solucionar, siempre con expertos “del otro lado” que entiendan el problema. Por ejemplo, con mi equipo estamos trabajando ahora en cáncer pancreático; no vamos nosotros a solucionar ese tema, pero si los médicos expertos con los que compartimos tarea. Pero para ese proyecto tan importante en el área de la medicina, también necesitamos gente que pueda implementar soluciones en la nube para poder convertir datos, por ejemplo. Son proyectos multidisciplinarios.
—Usted comenzó a programar desde pequeño, pero eso no es lo habitual en Uruguay…
—Tuve la suerte de que mis papás me regalaran una computadora siendo muy chiquito, eso me permitió aprender computación y programar desde pequeño.
No estaría en Estados Unidos hoy y volcado a esta tarea si no hubiera podido aprender computación cuando era chico. Me encantaría que esa misma oportunidad la tengan todos los chicos de mi país. No quiere decir que todos se vayan a dedicar a programar, pero es un lenguaje clave para comprender y pensar en soluciones para una cantidad de desafíos que tenemos por delante los países, las sociedades. En las más diversas áreas.
Realmente, creo que si podemos hacer algo por las futuras generaciones, es enseñarles a programar. Es fundamental para su desarrollo futuro.
—¿Cuánto cambian los métodos utilizados para solucionar problemas a partir de Inteligencia Artificial con los que se aplicaban previamente al desarrollo tecnológico?
—Son básicamente los mismos que hace 100 años. En definitiva, los algoritmos, aprovechados por la tecnología de hoy día y sobre todo, el procesamiento enorme de datos, nos permiten un avance tremendo. Pero trabajamos con técnicas estadísticas, álgebra, que están en la base.
El gran salto que se ha podido dar se debe a que tenemos más datos, pero además contamos con la capacidad para almacenarlos y procesarlos, mucho más barato. El costo de procesar estos datos baja de una forma increíble. Si quisiéramos almacenar todos los libros que se han escrito en la historia de la humanidad, en los años ´80 eso hubiera costado más de 1 billón de dólares; hoy vale mil y seguramente, en un par de años valga menos de cien dólares. El teléfono celular que tenemos hoy tiene mayor capacidad de procesamiento de datos que las supercomputadoras en los años noventa. Y este crecimiento exponencial de la capacidad que tienen las computadoras va a seguir ampliándose. El uso que podemos hacer del conocimiento adquirido y de técnicas que tienen muchas décadas, pero que no teníamos forma de desarrollarlas, es enorme.
—¿Cuál es el horizonte?
—Es difícil imaginárselo. Pero las posibilidades que nos brinda la tecnología son fantásticas. Es cierto que correos el riesgo que en ocasiones no se use para hacer el bien, pero las oportunidades de buscar soluciones a los problemas que nos aquejan hoy son muy grandes.
Hay cuestiones que se hace imposible solucionarlas sin tecnología. Hace dos años que estamos trabajando en un proyecto de retinopatía diabética, la principal causa de ceguera en el mundo. Y el problema es que hay 450 millones de personas que sufren de diabetes en el mundo y solamente 200.000 oftalmólogos. Entonces, no hay forma de afrontarlo, si no contamos con modelos de inteligencia artificial que puedan detectar retinopatía diabética a la par de un buen oftalmólogo. No sustituye su trabajo, colabora con él. Y hay un montón de oportunidades similares.
Como contaba antes, ahora empezamos a trabajar en cáncer pancreático, que es uno de los cánceres que presenta menos chances de sobrevivir. Poder mejorar la probabilidad de que, por ejemplo, que una persona no quede ciega o diagnosticar más tempranamente este tipo de cáncer, es un paso enorme para la humanidad.
—¿Cómo observa la tensión existente en el mercado de trabajo a partir de la adopción de nuevas tecnologías?
—La adopción de tecnología siempre ha afectado al mercado de trabajo. Ahora, en términos netos, ha creado más trabajos de los que ha destruido.
Hoy hay demanda insuficiente en muchos rubros, porque no hay la cantidad de gente necesaria con determinados conocimientos. Los cambios requieren que la gente se adapte y aprenda nuevas cosas.
—En su rol de experto en inteligencia artificial de Microsoft, también es responsable de AI for Good, una iniciativa voluntaria que colabora en la búsqueda de soluciones a problemas de diversa índole e nivel global…
—Esto es una tarea completamente filantrópica que tiene Microsoft, que dirijo yo y a través de la que nos encargamos de asuntos con una diversidad bastante grande; desde ayudar a identificar ballenas en Alaska, el desarrollo de un rastreador de emisiones para compartir los impactos climáticos causados por el transporte marítimo global, hasta poder ayudar a diagnosticar lepra en Brasil o India, junto a la fundación Novartis. Hay 200 mil nuevos casos por año de esta enfermedad y no hay suficientes especialistas para diagnosticarlos. Procuramos, en base a algoritmos, en función de fotografías, identificar a las personas que necesitan un diagnóstico para evitar el avance de la enfermedad. También trabajamos mucho con las secuelas del long COVID. Tenemos un proyecto con la Universidad de Brown en cuanto a entender cuánta gente en Estados Unidos murió de COVID que hubiera sobrevivido si hubiera usado la oportunidad de haberse dado la vacuna.
El último proyecto en el que nos embarcamos es con Naciones Unidas, y se trata de identificar hospitales y escuelas destruidos en la guerra de Ucrania a través de fotografía satelital, para evaluar los daños en esa materia.
Un aspecto no menor; si bien este tipo de proyectos no tiene absolutamente nada que ver entre ellos, desde la aplicación de inteligencia artificial, son básicamente lo mismo. De la perspectiva de la ciencia de datos, las soluciones son similares. Claro que para poder brindar soluciones debemos trabajar en equipo con expertos de cada área.
Insisto en que hay una demanda gigante de profesionales que manejen datos. Desde medicina hasta arquitectura, pasando por historia y el periodismo, se necesita gente que sepa de programación. Hay muchas oportunidades por delante.
(*) Vicepresidente, Jefe de inteligencia artificial de Microsoft y director del laboratorio de AI for Good. Miembro de Comité de la Asociación Estadounidense de Estadística sobre Ciencia de Datos y la Inteligencia Artificial. También tiene un rol en la Universidad de Harvard en la Iniciativa de ciencia de datos de esa universidad y miembro del laboratorio de regulación, evaluación y gobernanza de la Universidad de Stanford (RegLab). Antes de unirse a Microsoft en 2009 como científico de datos sénior, fue director de tecnología de Alerts.com y trabajó en el desarrollo de software en el Banco Interamericano de Desarrollo.