El valor psicológico del trabajo

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

Dar empleo a las personas mejora su bienestar psicosocial. Es más eficaz que regalar dinero. Lo acaban de demostrar en un experimento social.

Un equipo de investigadores lo publicó días atrás. Provienen de Harvard, Chicago, New York University y el Banco Mundial. Fueron a un campo de refugiados. Armaron tres grupos. Al azar. A unos le dieron dinero semanal, a otros les dieron trabajo y a otros nada. Luego de unos meses volvieron los investigadores y entrevistaron a los refugiados. ¿Quiénes fueron los que más vieron aumentar su bienestar psicosocial? Respuesta: El grupo que accedió a empleo en el sorteo inicial.

Y otro descubrimiento más: cuando se acabó el contrato laboral, 2 de cada 3 personas del grupo de trabajadores pidieron seguir trabajando gratis durante unas semanas. Tremendo como se valora el trabajo. El estudio apareció en el último número de American Economic Review. Se titula: “The psychosocial value of employment: evidence from a refugee camp”.

Los refugiados

Los Rohingya son un grupo étnico que vivía en la costa occidental de Myanmar. Hasta que sucedió el genocidio de 2017. En octubre de 2018, 750.000 Rohingyas pasan a refugiarse en tiendas de campaña al sur de Bangladesh. Ese campo de refugiados se convirtió en el más amplio y densamente poblado del mundo. Actualmente se subdivide en 34 campos. Y en cada campo, se agrupan de a 100 hogares con un líder a la cabeza. Esa persona es el responsable de las relaciones entre las ONG de ayuda humanitaria y la comunidad de refugiados.

Como a los refugiados no se les permite trabajar en Bangladesh, muchos permanecen ociosos. Los citados investigadores señalan que la mitad de los refugiados Rohingya nunca asistió a educación formal, y un alto porcentaje ha sido diagnosticado con depresión. Al preguntarles si trabajaron algo el último mes, sólo uno de cada diez respondió afirmativamente.

El sorteo

El equipo de investigadores obtuvo el permiso para hacer el estudio en tres zonas. Iban casa a casa invitando a participar a uno por hogar. Finalmente se anotaron 745 refugiados (una de cada tres personas era una mujer).

Al azar, formaron tres grupos. Al primer grupo le regalan dinero. Al segundo grupo le ofrecen el mismo dinero, pero tienen que trabajar. Al tercer grupo no le ofrecieron nada, sería el grupo de comparación.

El dinero —tanto el del grupo que lo recibe como regalo como el del sueldo— es equivalente al doble de lo que podría conseguir un refugiado en un trabajo informal. El trabajo consistía en realizar encuestas. Tenía las características de un buen trabajo: demandaba estar en movimiento, salir de casa, caminar, socializar con la gente, y al mismo tiempo exigía ser productivos. Era un trabajo part-time. El experimento duraba 8 semanas (de diciembre de 2019 a febrero de 2020): es una muy buena duración si tenemos en cuenta que en ese campo de refugiados es muy difícil conseguir trabajo, aunque sea tan solo de un día.

Los resultados al final de las 8 semanas

El primer resultado es que nadie abandonó. El 100% de los refugiados a los que se les ofreció trabajar, efectivamente trabajaron hasta el último día.

Segundo descubrimiento: el grupo de trabajadores mejoró significativamente su ánimo. Obtuvieron muchos beneficios psicosociales respecto al grupo de comparación. En concreto, los que trabajaron gracias a este programa, vieron disminuir sus tasas de depresión y de estrés, y aumentaron su satisfacción con la vida. También crecieron en autoestima, estabilidad y en capacidad de control de su vida.

Tercer descubrimiento: el grupo de trabajadores creció en habilidades. Es decir, no sólo mejoró en resultados psicosociales, sino que también repercutió positivamente en otros ámbitos de la personalidad. En concreto, se enfermaron menos, mejoraron en la capacidad de memorizar, aumentaron el rendimiento en tareas básicas de matemáticas, y terminaron estando más dispuestos a arriesgarse a innovar.

Cuarto descubrimiento. Dar trabajo rinde más que regalar dinero: el grupo de trabajadores tuvo mejores resultados que el grupo que sólo recibió dinero. A modo de ejemplo: tener empleo mejoró la salud mental de los trabajadores cuatro veces más que los que sólo recibieron dinero.

Quinto descubrimiento: están dispuestos a trabajar gratis. El grupo de trabajadores parecería que se dio cuenta de todos los beneficios psicológicos que obtuvieron por tener empleo. Dos de cada tres trabajadores, al terminar las 8 semanas de trabajo, dijeron que quisieran seguir trabajando, aunque no cobrasen.

Valor transformador del trabajo

Se preguntan ahora los citados investigadores: ¿por qué tiene el trabajo tantos beneficios? Una de las respuestas que encontraron es que tener empleo hace que el trabajador perciba que verdaderamente suma para los demás de su hogar, que puede aportar para su familia. Y esto pasa tanto para los hombres como para las mujeres del campo de refugiados de Bangladesh.

Estos descubrimientos tienen valor, en primer lugar, para tener en cuenta a la hora de diseñar políticas para ese fenómeno global que es el desplazamiento forzado de enorme cantidad de personas. Son 80 millones los desplazados forzosamente en 2020. Y el 70% de los refugiados viven en países donde se les imponen especiales obstáculos para trabajar. Y la salud mental es un desafío permanente en esas poblaciones. Señalan los investigadores que, por ejemplo, los refugiados sirios en Grecia tienen niveles de depresión parecidos al campo de los Rohingyas en Bangladesh.

Una contribución adicional de esta investigación, aplicable no sólo a refugiados: el bien que se hace generando empleos no se puede lograr simplemente regalando dinero. Hay que poner a todos a trabajar.

(*) Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Montevideo.

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