Empieza a asomar el riesgo de hiperinflación en Argentina

Desde que Alberto Fernández llegó al gobierno, la inflación acumulada de acuerdo al IPC, es del 369,5%, advierte Roberto Cachanosky.

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Inflación argentina
Argentina y la inflación
Getty Images

Roberto Cachanosky

El 6,6% de aumento del IPC en febrero no debe sorprender, porque ya en diciembre y enero se habían producido fuertes expansiones monetarias que, inevitablemente, iban a terminar afectando el nivel de precios.

En los dos primeros meses del año, el IPC acumula un 13,1%, de manera que para cumplir con la meta del 60% de inflación anual, en los próximos 10 meses la inflación promedio mensual tendría que ser del 3,5%.

Pero el dato más preocupante fue el fuerte aumento del rubro Alimentos y Bebidas que creció el 9,8%, con un 17,2% de aumento en el primer bimestre, una suba que impactará en la pobreza e indigencia.

Este incremento se produjo a pesar de precios cuidados, precios justos, la patota sindical yendo a los supermercados a controlar los precios y haciendo el show de cerrar un hipermercado en San Martín, para mostrar que estaban haciendo algo.

Un nuevo fracaso, como no podía ser de otra manera, del nuevo control de precios.

A un año exacto en que el presidente anunció la guerra contra la inflación, el fracaso es absoluto por la sencilla razón que el BCRA sigue expandiendo moneda para financiar el déficit fiscal.

Ni siquiera el FMI le cuestiona la forma encubierta en que Massa emite y, por supuesto, ha sido muy flexible con el gobierno argentino a la hora de evaluar el cumplimiento de las metas para dar por aprobado un nuevo desembolso, que solo sirve para que el tesoro le pague al FMI los intereses y capital que tiene que pagarle. Un simple asiento contable porque no hay fondos frescos nuevos.

Lo que puede verse a lo largo de estos 23 años, luego de la salida de la convertibilidad, son picos inflacionarios que se van dando a lo largo del tiempo. Esos picos son cada vez más altos, pero sin dispararse, aunque la curva que muestra la inflación a lo largo del tiempo tiene una tendencia claramente ascendente.

El problema es que el último pico, el de febrero pasado, claramente se ha disparado respecto a los anteriores. En rigor, viene creciendo en forma muy pronunciada la inflación interanual mostrando una tendencia hacia la hiper.

Cabe aclarar que hiperinflación no se define a partir de determinado porcentaje. Es cuando las remarcaciones de precios y huida del dinero se aceleran.

Lo que se observa es que las remarcaciones de precios son cada vez más frecuentes en la semana. Eso hace pensar que no es descartable un escenario de hiperinflación. No digo que inevitablemente vaya a producirse, digo que hoy ya no puede descartarse.

A modo de recordatorio: el camino a la hiperinflación de 1989, fue el siguiente: el plan austral se aplicó a mediados de 1985. En 1986 ya había bajado algo la inflación, en el ´87 se duplicó la tasa anual, en el ´88 ocurrió lo mismo respecto al ´87 y en 1989, a principios de ese año, se disparó la hiper. El puntapié inicial fue el 6 de febrero de 1989 cuando Machinea, entonces presidente del BCRA, decidió no vender más dólares y estalló el mercado de cambios y luego el financiero.

En la actualidad, la tasa de inflación empieza a duplicarse y antes tuvo un aumento del 50% aproximadamente. Es decir, el proceso inflacionario tiende a acelerarse y no es un escenario descartable la hiper, en particular con la escasez de dólares que va a haber en los próximos meses por la sequía. Esta falta de dólares, unos US$ 20.000 millones menos en exportaciones, van a golpear la actividad por ausencia de dólares artificialmente baratos para venderle a las empresas que compran insumos. La combinación de falta de dólares, menos oferta de bienes y expansión monetaria puede deslizarnos a una hiper o megainflación en un escenario optimista.

Desde que Alberto Fernández llegó al gobierno, la inflación acumulada de acuerdo al IPC, es del 369,5%, eso significa que Alberto Fernández tiene 39 meses de presidente hasta febrero y acumula una tasa promedio mensual de inflación del 4%.

Pero hubo rubros que tuvieron un aumento mucho más pronunciado, como es el de Prendas de Vestir y Calzado, Restaurantes y Hoteles, Alimentos y Bebidas, etc.

El problema es que el tipo de cambio oficial fue uno de los que menos aumentó respecto al IPC desde que Alberto Fernández llegó al gobierno. Desde que llegó de nuevo el kirchnerismo, el dólar oficial aumentó el 232,3% contra un IPC que subió el 369,5% y el blue que creció el 442,4%.

En la serie histórica de 50 años de brecha cambiaria, se ve que cada vez que la esa brecha desapareció fue porque el oficial alcanzó al blue y no porque el blue bajó al nivel del oficial. De manera que otro de los precios relativos que habrá que corregir durante el próximo gobierno, es el tipo de cambio oficial que, en una unificación del mercado de cambios, tenderá a subir hasta alcanzar al blue.

Por otro lado, la semana del lunes 6 de marzo al viernes 10, estuvo centrada en el canje de deuda, que no es otra cosa que un reperfilamiento, como se lo llamó en 2019, que no es otra cosa que decir: no puedo pagar, te doy este otro bono con mejores condiciones como zanahoria para que lo agarren.

Massa se está esforzando por pasarle al próximo gobierno el grueso de los problemas y por eso los nuevos bonos vencen a partir del 2024 y del 2025.

¿Cuál era el riesgo que corría Massa con estos vencimientos? Que no lograra hacer el roll over, caer en default y generar una corrida financiera que terminara en una corrida cambiaria que terminara obligando a aplicar un nuevo Plan Bonex o a emitir para financiar el retiro de depósitos y caer en una hiper antes de las elecciones.

El gobierno está totalmente perdido. Sin rumbo y desconectado de la realidad.

No falta tanto para las elecciones que son en octubre, pero la torpeza del gobierno y los feroces enfrentamientos entre La Campora, Cristina Kirchner y Alberto Fernández, hacen cada vez más difícil que Massa pueda llegar a octubre con un mínimo de orden económico.

Él lo sabe, y no es de descartar que trate de preservarse políticamente para el 2027, abandonando el barco antes de tiempo. Con el kirchnerismo todo es posible.

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