OPINIÓN
Los buenos efectos de los precios internacionales no pueden distraernos de los desafíos de fondo.
El avance de la vacunación en la mayoría de los países del mundo hace suponer un final cercano para la pandemia por COVID-19. Con este escenario, florece la recuperación económica, aunque será dispar. Los daños provocados por la peor crisis internacional de postguerra han dejado heridas profundas en diferentes sectores de actividad y, por supuesto, a nivel social. También están los sectores que han encontrado oportunidades de desarrollo en esta coyuntura extrema.
Por cierto, la recuperación también será desigual entre países; algunos lograrán recuperarse más rápido y con mayor vigorosidad que otros.
Lo que sucede en el mundo no nos es ajeno, nuestras posibilidades de crecimiento están estrechamente vinculadas al comportamiento que tendrán nuestros principales socios comerciales y orígenes tradicionales de inversión.
China
Nuestro principal socio comercial en materia de bienes logró sortear el trágico 2020 con crecimiento económico. Fue la única economía relevante a nivel internacional que tuvo tal comportamiento. Para este 2021, se espera un crecimiento del 7,8%; el dato no es menor si tomamos en cuenta que uno de los principales motores será el consumo. China es el principal consumidor mundial de materias primas, por tanto, que se consolide la demanda de estos productos hará sostener buenos precios internacionales y muchos de ellos forman parte de nuestra canasta exportable.
Estados Unidos
Estados Unidos se ha consolidado como socio de relevancia para nuestro comercio. Es el principal destino de nuestras exportaciones de servicios no tradicionales, así como uno de los principales destinos de nuestras exportaciones de bienes.
Luego de ser uno de los países más golpeados por la crisis sanitaria, las expectativas de crecimiento de su economía para este 2021 son positivas y corregidas al alza en los últimos días. De hecho, es posible que crezca un 6,5%, por encima del promedio global que puede ubicarse en 5,6%. Este desempeño será impulsado por el histórico paquete de 1,9 billones de dólares aprobado por el Congreso días pasados. El Plan de Rescate estadounidense, que equivale aproximadamente a la mitad del presupuesto federal de un año, incluirá transferencias directas a las familias de ingresos medios y bajos con un cheque de US$ 1.400, lo que impulsará el consumo de bienes, muchos de ellos importados.
Brasil
Nuestro vecino y en general segundo socio comercial de bienes, no ha logrado recuperarse de su última recesión significativa de 2015-2016. El panorama no es alentador. Si bien su economía cayó un 4,1% en 2020 (una de las menores caídas del continente) y logrará crecer un 3,7%, tiene el debe de procesar reformas estructurales profundas. Se le suma una pésima gestión de la pandemia, siendo uno de los peores focos de propagación.
Lleva más de 285.000 muertos, y en la actualidad supera las 2.600 muertes por día, lo que le ha convertido en una amenaza sanitaria a nivel mundial. El descontrol generalizado sobre la circulación del virus se transforma en caldo de cultivo para nuevas cepas. Además, presenta elevados niveles de desempleo: más de 14 millones de brasileros hoy buscan trabajo y no lo encuentran, con persistentes niveles de desigualdad. En Brasil, el 5% más rico percibe los mismos ingresos que el 95% restante. Todo acompañado de un profundo deterioro fiscal (el déficit en 2020 fue del 13,7%) y una deuda pública creciente.
Argentina
De Argentina hace tiempo que no debemos esperar nada. Es un socio tóxico, bajo crisis crónicas. En 2021 crecerá un 4,6%, pero estará muy lejos de compensar la caída de 2020 cuando se contrajo más del 10%. Su sistema cambiario de artificio y su inflación ubicada en el entorno del 45%, entre otros datos, demuestran su caos macroeconómico. Por supuesto que aún persisten y persistirán vínculos estrechos. En particular, la industria turística, tan relevante para nuestra economía, depende en gran medida de la llegada de turistas e inversores de aquel país.
Uruguay
El escenario internacional presenta para nuestro país múltiples desafíos que se suman a las necesarias reformas estructurales a nivel doméstico. En esta oportunidad he seleccionado, de la coyuntura descrita, un aspecto que deberíamos tener presente. Es posible, como fuera comentado, que tengamos un nuevo ciclo favorable para los precios internacionales de las materias primas, lo que implicaría generación relevante de divisas para nuestra economía.
Ahora bien, esa hipotética bonanza no debería confundirnos. Nuestros planes de desarrollo no pueden quedar sujetos a la especulación de los precios internacionales de algunos de nuestros productos. Repito, no debemos confundirnos, a riesgo de que migren a segundo plano nuestros problemas estructurales de competitividad, infraestructura, brecha educativa, inerte política de inserción internacional o la necesaria diversificación productiva.
(*) Decano de UCU Business