En tiempo de elecciones: de la economía normativa a la economía positiva

Es la diferencia entre las propuestas que se pueden aceptar porque la evidencia empírica las ha ratificado en ocasiones anteriores y las propuestas que, por el contrario, la realidad no ratifica

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En tiempos de elecciones, se reitera la aparición de lo que prestigiosos economistas, en varios casos con el galardón del Nobel a cuestas, insisten que no se debe perder de vista: la diferencia entre las propuestas que se pueden aceptar porque la evidencia empírica las ha ratificado en ocasiones anteriores y las propuestas que, por el contrario, la realidad no ratifica. Se trata de la diferencia sustancial entre propuestas que por un lado apuntan a un deber ser y otras que apuntan a lo que la realidad permite. Es también la diferencia entre la economía normativa —la que se intenta imponer sin el respaldo de los datos existentes—, y la economía positiva —la que la evidencia ratifica con datos indiscutibles—. Es la diferencia entre lo que es y lo que se propone que debería ser.

En víspera de la contienda electoral de fines de octubre, los partidos que estarán en la contienda vienen exponiendo sus objetivos —me refiero exclusivamente a los macroeconómicos—, y no en todos los casos las formas, las políticas y acciones para alcanzarlos. Es por eso que puede aclarar la discusión hacer un breve repaso, en el contexto de la economía positiva —yendo a la evidencia y no a lo que no la tiene—, lo que ha pasado con las variables macroeconómicas al cabo de la gestión de los gobiernos, del actual y del anterior. Pues, en definitiva, lo que se viene proponiendo por los representantes y candidatos de uno y otro de éste y del gobierno anterior —de dos evidentes coaliciones—, es algo similar a lo que se ha conseguido ya con sus propuestas y acciones durante sus períodos de actuación.

Cuando se hace referencia a los resultados macroeconómicos se incluyen —como corolario de acciones de política fiscal, monetaria y cambiaria—, lo que sucede con el nivel de actividad económica —el ritmo al cual se mueve la economía—; lo que ocurre con el comportamiento del nivel general de precios y lo que pasa en el sector externo de la economía. Resultados que también son corolario de factores externos —tanto de la economía regional como extra regional—, y de factores exógenos como la pandemia que afectara al mundo y a nuestro país; como la guerra entre Rusia y Ucrania que también provocara efectos mundiales; como la extensa sequía que nos afectó y como otras cosas por el estilo.

Actividad

Según el Banco Central, en febrero de 2020, cuando finalizó la gestión del gobierno anterior, la actividad económica medida por la producción de bienes y de servicios, el PIB, había crecido menos de 1,5% en el lapso de cinco años de esa administración. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), asociado a ese resultado, la tasa de empleo había declinado de 59,9% de la población económicamente activa (PEA) a 56,4% y el desempleo había trepado de 7,3% a 10,5% de la PEA. Los últimos datos, de igual origen, disponibles para la actual administración muestran que el crecimiento del PIB desde 2020 hasta junio de este año ha sido 7,9% pese a los factores exógenos sumamente adversos que se han sucedido en los últimos cuatro años y medio —como los mencionados arriba—. Asociado a ese comportamiento productivo, el empleo ha aumentado al 59,1% de la PEA, el desempleo ha caído al 8,4% de la PEA y el número de personas con empleo subió en 210 mil personas de acuerdo con datos del INE. El mayor empleo se ha complementado además, con un mayor salario real.

Inflación

De acuerdo con los resultados que muestra el INE en relación con el comportamiento del nivel general de precios —otra variable macroeconómica de significación—, se observa que el promedio de la inflación de doce meses, al cabo de los cinco años de la administración anterior, se encontraba en 8,05% anual, un registro mayor al límite superior del rango que entonces se había propuesto como objetivo inflacionario el Banco Central. En el caso de la administración actual, la inflación anual promedio de los cuatro años y siete meses transcurridos hasta setiembre pasado —el último dato disponible—, se ha ubicado en 4,75%. El registro de los doce meses hasta setiembre se encuentra, por décimo sexto mes consecutivo, en el rango objetivo de la autoridad monetaria.

Sector externo

Los resultados del sector externo se pueden analizar desde dos puntos de vista. Uno es el relativo a la cuenta corriente de la balanza de pagos, que se refiere al saldo del comercio exterior de bienes, servicios y retribuciones. El otro es el relacionado con el stock de reservas internacionales brutas del Banco Central. En el primero de esos indicadores, el saldo de la cuenta corriente al finalizar la administración anterior se ubicaba en un superávit del orden de 304 millones de dólares y en el caso de la actual administración hay un déficit del orden de los 1.531 millones de dólares. En cuanto al stock de las reservas internacionales brutas del Banco Central los datos de la autoridad monetaria muestran que en el final de la administración anterior el stock se ubicaba en 15.105 millones de dólares —la posición neta era de 6.151 millones—, y en agosto de este año dicho stock se ubica en 17.652 millones de dólares, donde la posición neta es de 9.599 millones.

En definitiva, la evidencia muestra que a pesar de factores exógenos como los ya mencionados, ha habido un claro mejoramiento de la situación macroeconómica al cabo de la administración actual respecto a lo que ocurriera durante la anterior. Más crecimiento, más empleo, menor desempleo, mayor salario real, menor inflación y mejor situación del sector externo global, aunque no mejor situación de la balanza en cuenta corriente. Se debe señalar que la comparación solo alcanza a algunas — las principales— variables macroeconómicas pero que brindan niveles básicos para la continuidad de su mejora.

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