ENTREVISTA
Canibalizamos la educación, porque ante la falta de profesionales vamos a buscar estudiantes y se atrasan en las carreras.
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Las industrias vinculadas con las tecnologías de la información reclaman por lo que califican como “escasez de talentos”; a pesar de la crisis derivada de la pandemia, el sector demanda mano de obra y le cuesta conseguirla. El presidente de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) Leonardo Loureiro, entiende que la baja formación en pensamiento computacional en primaria y secundaria, así como el bajo interés de los jóvenes en estudiar carreras tecnológicas y la escasa digitalización de otras carreras, determinan esa falta de recursos. Dice que solo el 5,5% de todos los estudiantes terciarios y universitarios “tienen algo” de tecnologías de la información en su currículas y asegura que no se trata de que todos seamos programadores, sino de saber programar. Advierte que cada vez más, las empresas uruguayas recurren a los países vecinos para cubrir su plantilla. A continuación, un resumen de la entrevista.
—El sector tecnológico se encuentra entre los menos golpeados en un año de caída de la actividad; sin embargo, lo que faltan son recursos humanos…
—La necesidad de empleo en el sector informático es un problema mundial, pero en particular en Uruguay tenemos índices muy bajos que nos asustan bastante. En estas últimas semanas hemos conversado con las autoridades de la ANEP, con el ministro de Educación y Cultura y hasta con el presidente de la República, y hemos puesto sobre la mesa la educación, la internacionalización y la afectación de nuestro sector por la crisis económica internacional, teniendo en cuenta que la mitad de nuestra facturación está vinculada con el mercado externo. Estos son los tres aspectos que más nos preocupan. Y el primero que mencioné, la educación, está ligado directamente al empleo y a las posibilidades de desarrollo del sector. El gran problema es la escasez de talentos.
—¿A qué se debe?
—La cantidad de jóvenes que estudian tecnología es muy baja. Cuando observamos las estadísticas oficiales de la educación, nos encontramos con que el 11% de todos los jóvenes que estudian educación media tienen “algo” en la currícula que podría estar relacionado con tecnologías de la información. Allí están los que mañana harán arquitectura, otras ingenierías u otras carreras pero que tuvieron pasaje por bachillerato científico, incluso sexto de ingeniería. Solo el 11%. Y si avanzamos, solo el 5,5% de toda la masa de estudiantes de terciaria y universitaria que tienen relación con tecnologías de la información.
—No es primera opción para los estudiantes…
—El primer problema está ahí, nuestros jóvenes no eligen estudiar tecnologías. Y el segundo problema, que es más amplio y muy importante, está vinculado con la falta de digitalización en otras carreras. Si, por ejemplo, un contador quiere trabajar en áreas vinculadas con la tecnología, hoy necesariamente lo tenemos que formar. Si en su formación de base hubiese tenido alfabetización digital y supiera programar, hubiese sido mucho mejor. Y eso pasa, se necesitan, contadores, sicólogos, sociólogos y muchas otras formaciones, para trabajos donde contar con alfabetización digital es un plus muy importante para ellos y sus potenciales empleadores.
—Da la impresión que hay un error conceptual cuando consideramos que tenemos jóvenes más inmersos en un ambiente tecnológico porque son nativos digitales y manejan con gran soltura las herramientas básicas. Hoy no alcanza con eso…
—No es lo mismo ser nativo digital que saber usarlo como una habilidad. Y además de la habilidad, hay que saber usarla con un fin específico. Lo otro que está ocurriendo en diferentes partes del mundo y es muy importante, es la incorporación de la informática como una ciencia básica.
Gracias al Ceibal hay una importante presencia de tecnologías en las escuelas, pero falta en enseñanza media, y tomarla bajo ese concepto. Cuando la UdelaR confeccionó su carrera en computación tomo esa definición: ciencias de la computación. Hay que incorporarlo de esa forma en la educación secundaria, para que luego esa ciencia sea usada para aprender las demás.
Si yo utilizo una computadora para tratar de describir un fenómeno físico o químico, el hecho de tratar de que eso funcione dentro de una computadora hace que yo haya aprendido mucho más el concepto que está detrás de esa materia que nada tiene que ver con la informática.
—Comúnmente se piensa que, a ustedes, los informáticos, solo les interesa que todos aprendan a programar.
—Sí pero no. En algún momento alguien entendió que debíamos aprender a escribir. Algunos lo usan para hacer la lista del supermercado y otros para escribir un best seller y muchos estamos en el medio. La programación es algo similar: algunos simplemente van a entender que existe y que es una herramienta útil y otros serán ingenieros o programadores, pero en el medio habrá una cantidad muy grande de personas que sabrán programar, aunque no tiene por qué saber enviar un cohete a la Luna…—Pero sí usar esas herramientas para el mayor desarrollo de su profesión…
—El agricultor va a “programar” la cosechadora, no a manejarla. El mecánico ya “programa” el auto, para saber su estado, no solo cambia piezas. El periodista hoy usa data science. Está detrás de todo y cuando más lo incorporemos, mejor. Todas esas profesiones, con mayor uso de lo digital, avanzarán más, creceremos todos hablando el mismo idioma; transformando nuestro negocio en ceros y unos, también quienes estamos dedicados exclusivamente tendremos mayores desafíos.
—En ese contexto, ¿cómo califica la formación que se brinda como formación tecnológica en la actualidad?
—El uso del Ceibal ha sido una base, y felizmente este gobierno piensa seguir por el mismo camino e intensificarlo. En enseñanza media, el estatus actual de los programas es que en primero y segundo de liceo se enseña informática. En la mayoría de los casos es aprender a usar planillasEexcel u otros programas básicos. En los colegios privados se ha ido incorporando desde otro ángulo: no solo el uso de herramientas, sino que ya hacen su presentación de clases en un software para ese propósito, hacen cálculos con herramientas con ese fin, tienen que escribir su ensayo de historia o literatura en un editor de texto. Pero después, en tercero, cuarto o quinto no existe nada.
Lo que está faltando, fundamentalmente, es el pensamiento computacional. Entender qué significa un algoritmo, sin miedos. Un algoritmo puede ser una receta de cocina. Una secuencia que hay que seguir para tener un resultado. Le doy un conjunto de instrucciones a una computadora para que haga algo determinado.
—Ese pensamiento computacional está integrado a los programas escolares…
—Puede estar presente en quinto y sexto de escuela, pero hay que empezar a inculcarlo desde primer año. Y ni que hablar en secundaria. Eso ya está estudiado a nivel internacional. ciberseguridad, programación, análisis de datos, la interpretación gráfica, se van incorporando con diferente nivel de complejidad en primaria y secundaria.
Todo eso, en el día de hoy, significa alfabetización y mejor acceso a la información. Sin ello, somos más manipulables. En definitiva, es más democracia. Ni más ni menos.
—En cuanto al sector, específicamente, hoy demanda trabajadores calificados que no consigue…
—Es una lógica perversa. Hay demanda y muchos de nosotros perdemos negocios por no tener la gente para llevarlos delante o buscamos recursos disponibles para no perderlos. De esa forma, los buscamos en Argentina, Chile, Paraguay o Colombia. Le estamos dando empleo a trabajadores de otros países, cuando aquí tenemos dificultades para emplear a muchos jóvenes.
—Hablamos de situaciones fortuitas, casos puntuales, ¿o es una constante?
—No, es una realidad muy extendida, tanto como que hay empresas que no han conseguido los recursos humanos que necesitaban en nuestro país y sí vieron que están disponibles. Por ejemplo, en Santa Cruz de la Sierra, armaron un centro en aquella ciudad de Bolivia. Otro en Medellín, y hay varios casos. No solo traer gente, sino terminar instalando sus centros de desarrollo en otros países, algunos a gran escala. Otro ejemplo: una empresa necesitaba 200 empleados, y acá encontró 15 con ese perfil. Es un gran problema.
—¿Hablamos de puestos con alta especificidad?
—No lo son, pero sí deben tener una formación sólida con cierta experiencia. Quizás no en lo laboral, pero por lo pronto con varios años de formación académica en determinadas herramientas. Si buscamos recursos para contratar que inmediatamente estén en condiciones de desarrollar lo que necesitamos, es casi imposible. Nuestras empresas hoy invierten miles y miles de dólares en capacitación; millones en el sector. Pero, además, canibalizamos la educación, porque ante la falta de egresados, vamos a buscar chicos que están en segundo, o en tercero y al final se atrasan en su carrera. No es lo mejor.
Pero, además, sabemos que tenemos la capacidad de desarrollar más el sector. Porque hay un mundo afuera donde seguir creciendo, y también, en el país, las demás áreas económicas no están usando la tecnología en todo su potencial. En la medida en que todos nos demos cuenta que hay un enorme potencial por la vía tecnológica, habría un crecimiento exponencial y como consecuencia, más empleo calificado en lo digital. Paradójicamente, en las actuales circunstancias, generaría mayores problemas por obtener esos recursos humanos.
—Y en la formación básica, ¿tenemos docentes suficientemente preparados?
—Sobre todo el problema es la cantidad. Cuando el Ceibal se propuso desarrollar el pensamiento computacional en las escuelas, tuvo que ir a buscar profesionales a Argentina. Necesitamos más docentes preparados y con entusiasmo para incursionar en esto. Hay que provechar este momento e innovar en la educación, usando las herramientas existentes. No se trata de docentes de informática, sino de maestros y profesores que adopten la tecnología para desarrollar otros saberes.
—Hay un gran centralismo en el desarrollo de empresas tecnológicas en el país; ¿por qué no buscar recursos en el interior?
—Las dificultades en cuanto a lo geográfico dependen sobre todo de las empresas. Sabemos que hay jóvenes y profesionales ya formados que prefieren vivir y trabajar en la ciudad en donde viven o nacieron. Muchos estamos abriendo centros de desarrollo cerca de donde la gente vive y estudia. Tenemos que hacerlo más. Hace más de una década una de nuestras empresas lo hizo en Guichón, y otros los fuimos imitando. Como cámara (CUTI) construimos un programa (Jacarandá) que generó incentivos para radicarse en distintos puntos del país. Hay que hacerlo más, tener muchas empresas distribuidas con equipos de desarrollo en diferentes lugares. Mi empresa tiene uno en Bella Unión y estamos pensando en tener otro centro en Cardona. Lleva tiempo, pero da resultados.—Otra característica del empleo en tecnologías de la información es el bajo número de mujeres…
—Es verdad. Es uno de los temas más problemáticos. En la década de los ´80, en UdelaR el promedio era 45% mujeres y 55% hombres en informática, pero eso luego cayó estrepitosamente, tanto como que hoy es un 20% en UdelaR y un poco más en las privadas. En la industria, en cuanto a los profesionales técnicos hemos mejorado ese ratio, porque incorporamos economistas, contadoras, sicólogas a nuestros equipos en trabajos técnicos.La carencia de mujeres en el sector tecnológico es muy preocupante y hemos hecho diferentes programas buscando cómo cambiar ese fenómeno, pero falta avanzar mucho. No nos podemos permitir que, en una profesión altamente intensiva en conocimiento, no tengamos más mujeres trabajando y aportando sus capacidades.