Tenemos en cuenta que se trabajó con la mejor de intenciones, pero pretendemos tener resultados”, afirma el Presidente de la Unión de Exportadores, Facundo Márquez, al repasar los temas pendientes del actual período. Reconoce una lista de decisiones tomadas por el gobierno que van en el sentido correcto, como la Reforma de la Seguridad Social o la Educativa, pero entre los temas en los que no se ha avanzado destaca la inserción internacional y las tarifas energéticas. Meses atrás, la gremial inició un camino de intercambio con otras organizaciones con el objetivo de preparar una agenda para la apertura al mundo. “Se viene un año electoral y creemos que es momento de empezar a incidir con miradas a largo plazo, rompiendo esa lógica política muchas veces cortoplacista y en función de los votos”, subrayó Márquez. El empresario dice estar convencido que los exportadores son los que pueden “romper la dinámica del mediocre crecimiento que tiene Uruguay”. Es optimista en cuanto a avanzar con la Unión Europea y China, y calificó que “infamia” que Argentina operara en contra de un acuerdo de Uruguay con el gigante asiático. A continuación, un resumen de la entrevista.
—Los dos últimos meses han mostrado un repunte de las colocaciones de bienes en el exterior medidas en dólares. ¿Quedó atrás la abrupta caída de las exportaciones?
—En primer lugar, éramos conscientes que el año 2022 había sido extraordinario y podíamos prever que 2023 no iba a ser tan bueno. El aumento en las exportaciones de estos últimos meses surge de la comparación con el final de 2022 que ya venía en caída. En el corto y mediano plazo las exportaciones van a seguir creciendo, básicamente porque si la sequía ha quedado atrás, la producción va a retomar otros niveles; la soja, la carne en términos generales, que son de los que mueven las cifras más grandes, tendrán mayor dinamismo y estabilidad de precios. Además, la producción de UPM va a incidir en esos datos. Claro que no es homogéneo y hay que tener cuidado que los grandes números no tapen a otros sectores y empresas. Somos alrededor de 1.400 empresas exportadoras de diferentes rubros, a diferentes destinos…
—¿Y qué reflejan los números desagregados?
—Por ejemplo, en estos últimos dos años algunos sectores se vieron muy impactados por la situación en Argentina, productos muy dependientes del Mercosur y en especial de Argentina. Ha habido un golpe muy fuerte para varios sectores industriales.
La contracara es un empuje muy fuerte de la exportación de servicios, donde hay un enorme potencial para seguir creciendo y enormes expectativas de desarrollo.
—Más allá de la coyuntura, ¿cuáles son las estrategias que identifican para crecer en la colocación de bienes y servicios en el exterior?
—El desafío es “meter” en las agendas de nuestra clase política todo que es necesario para avanzar en las cuestiones que nos restan competitividad y apertura. Se viene un año electoral y creemos que es momento de empezar a incidir con miradas a largo plazo, rompiendo esa lógica política muchas veces cortoplacista y en función de los votos. Necesitamos una mirada más estratégica. Corresponde destacar la reforma de la seguridad social y el impulso hacia una transformación en la educación, pero hay otras áreas donde se ha avanzado muy poco.
—Más allá de los planteos para los futuros gobiernos, ¿qué le dicen al actual, para el último año?
—Los temas que están en agenda son los mismos, sabemos que llevan tiempo, pero algunos no han avanzado. En particular, a mí me molesta mucho cuando aparecen precandidatos de la coalición que hoy gobierna planteando las cosas que quieren hacer… ¡si son gobierno hoy!, ¿por qué no lo intentan hacer ahora? Queda un año y medio de gobierno, casi, y a los exportadores se nos va la vida cada mes. No podemos aceptar discursos de ese tipo.
—¿En qué consideran que no se avanzó?
—En inserción internacional, se intentó, pero no se logró, perdimos algunos años. Lo otro, la energía. Bajar los costos en materia de combustibles y energía eléctrica. Acá también se intentó y finalmente no se pudo. Está bien, tenemos en cuenta las buenas intenciones, pero queremos resultados. Hay muchas cuestiones que se hicieron bien, como ya repasé antes, pero estos dos temas son clave para nosotros y lamentablemente los resultados no han sido buenos.
Pero hay otros en los que pocas veces los empresarios y los trabajadores ponen el ojo, que son importantes. Por ejemplo, la independencia y autonomía del Banco Central. Es un tema en el que hemos tratado de estudiar y comprender su necesidad.
—Está pensando el debate de los últimos tiempos a propósito del tipo de cambio y la política monetaria…
—Sí, es un ejemplo claro. Es clara nuestra discrepancia con el rumbo que tomó el Banco Central en cuanto a la estrategia de las tasa de interés, pero por otro lado valoro enormemente el diálogo y la honestidad intelectual que hemos tenido de parte del presidente del BCU, Diego Labat. Están convencidos de lo que están haciendo y nos han desafiado a nosotros a exponer nuestros argumentos. Tenemos diferencias, pero discutimos sobre ellas.
—Es un tema central para el exportador…
—Claro, a cualquier lugar que voy me preguntan por el valor del dólar. Hay muchos temas que no están relacionados con el dólar que nos preocupan, pero no podemos soslayarlo. Cuando hablo de la necesidad de un Banco Central con mayor autonomía e independencia, apostamos a un manejo profesional de la inflación como el que tenemos ahora, pero con independencia de otras políticas económicas. Bajar la inflación está bien, pero, ¿a qué costo? Los exportadores sentimos que en estos últimos años hemos sido los que hemos pagado todo el costo de tener una inflación baja.
—Desde la Unión de Exportadores entendieron que la dinámica para plantear estos temas en año electoral pasa por generar propuestas a partir de un trabajo con otras organizaciones, academia y expertos. ¿Cuál es el avance de esa estrategia?
—Generalmente decimos que es un país de mucho diálogo, pero en realidad, cuando convocamos a un ámbito más amplio como hemos hecho nosotros, vemos que hace falta más diálogo. Hay que juntarse e intercambiar más. Por nuestra sede han pasado últimamente todos los partidos políticos, la academia, el PIT CNT, otras organizaciones… no es fácil pensar en un consenso total, pero sí hay una base de temas en los que ponernos de acuerdo. Todos estamos de acuerdo en que tenemos un problema, hay una preocupación general por avanzar en asuntos que traban a la producción nacional, por tener un país más abierto al mundo. Nuestra intención fue conversar sobre objetivos, dónde queremos ir, cuáles son los servicios y bienes que podemos producir con mayores ventajas, cómo potenciar esas ventajas comparativas y qué tenemos que cambiar para lograrlo.
—¿Cómo lo van a manejar con los candidatos?
—Nuestro objetivo es tener en el mes de marzo una agenda amplia sobre todos los temas que nos preocupan a los exportadores y presentarla a todos. Propuestas que pasaron por el tamiz de los sectores políticos y de múltiples organizaciones y miradas, incluidos la academia y los trabajadores. Entendemos que es cumplible y realizable. Estamos convencidos que el sector que representamos es el que realmente puede romper la dinámica del mediocre crecimiento que tiene Uruguay, porque las grandes inversiones van a venir para exportar. Y a través de esas inversiones llegará el trabajo y el desarrollo del país.
—¿En qué temas concretos avanzaron?
—Hay reformas institucionales que creemos que se pueden discutir, hay que entender cómo y en base a qué instituciones negocia Uruguay con el mundo. Ese fue uno de los temas puntuales sobre los que trabajamos y estamos avanzando con el apoyo de organismos internacionales para definir nuestra propuesta. Entre muchos otros. Es curioso, pero desde los partidos políticos nos hablan de sus restricciones para pronunciarse sobre determinados temas y destacan que es bueno que lo propongamos nosotros. Si tiene que ser así, lo haremos. Pero sobre bases creíbles, con sustento. Se dice, por ejemplo, que “Uruguay tiene que salir del Mercosur porque es un lastre”. Y eso no es posible. Muchísimas empresas, trabajadores, dependen del Mercosur. Es imposible plantearlo como una salida a la actual situación, “a los ponchazos”. Debemos ser responsables con las afirmaciones.
—¿Se le da la importancia esperada a los temas de inserción internacional?
—No siempre, y es la agenda más importante que tiene el país, por varias razones. Primero, hay que entender qué es lo que está pasando en el mundo; somos un país chico y sólo podemos lograr el desarrollo si miramos hacia afuera. Esto hay que trasmitirlo hacia dentro, para asumir lo importante de este camino. Además, la apertura internacional permitirá hacer reformas que políticamente son muy difíciles; porque para sumarnos a determinados tratados o alcanzar acuerdos hay condiciones que cumplir. Avanzar en la inserción internacional impone cambios en nuestra forma de relacionarnos con el mundo, pero también hacia dentro. Tenemos que ser autocríticos, revisar qué cosas hacemos mal y mejorarlas o directamente cambiarlas.
—¿Qué cosas deberíamos desarmar?
—Por ejemplo, la tasa consultar que cobra Uruguay son una barbaridad, pero políticamente es muy difícil desarmarlo. Hay que empezar a tomar decisiones en ese sentido, es condición necesaria para la apertura, no podemos mirar para el costado.
—¿Qué le dejó la última cumbre del Mercosur?
—Hay cierto ajuste en la estrategia de Uruguay a partir de los cambios en Cancillería. Por ejemplo, lo vimos en la cumbre y la participación del Canciller Paganini; se habló más claramente de regionalismo abierto, no de que Uruguay se quiera cortar solo, son pequeños detalles. La referencia sobre China es “vamos todos”, pero a las velocidades que cada uno pueda. Veo más énfasis en esa forma de plantear los asuntos que nos importan. Pero además, evitan una confrontación que no ayuda.
—El presidente Lacalle Pou puso énfasis en su discurso en un acuerdo con China. ¿Coincide?
—Totalmente de acuerdo. Pero el reconocimiento de Alberto Fernández de que llamó a China para pedir que no hubiera acuerdo en solitario con Uruguay, me parece una infamia. Es vergonzoso que se haya hecho eso, tres días antes de dejar el gobierno.
Soy optimista en las negociaciones con China, no sé si se va a firmar en el corto plazo un TLC, sí que los dos países lo queremos y que Uruguay tiene que hacer sobre todo los deberes internos dentro del Mercosur. Hay un trabajo de muchos años en Uruguay con respecto a China; presidentes que viajaron, misiones comerciales, se dedicó mucho esfuerzo…
—¿Qué importancia le adjudica a las misiones comerciales?
—Hay que hacer todas las que se puedan, a todos lados. Para un país como Uruguay es fundamental salir a buscar mercados e inversiones, las misiones son clave. Eso no es “diplomacia de cóctel” como alguna vez se habló, precisamos que cada presidente y canciller estén dispuestos a subirse al avión cada vez que sea posible.
—El gran pendiente sigue siendo el acuerdo con la Unión Europea…
—Es cierto, no tuvimos los avances esperados con la Unión Europea, pero también soy optimista. Sabemos que la ventana temporal es muy estrecha, pero todavía hay algunas semanas para concretar algo. Depende mucho de Brasil y la fuerza que le ponga.
Por otro lado, la cumbre deja algunas cosas. El ingreso de Bolivia, que no es bueno ni malo de por sí, pero suma un socio más al bloque, y luego está la firma con Singapur. Aunque desde el punto de vista arancelario no cambia nada, tiene otros beneficios. Además, es un primer tratado después de mucho tiempo para el Mercosur y también una muy buena señal para una región a la cual nosotros queremos apuntar. También el inicio de negociaciones con El Salvador y República Dominicana es una buena noticia. Hay sectores que exportan mucho a Centroamérica, a veces nos olvidamos de que hay todavía una cantidad de países y regiones donde tenemos espacio para crecer en nuestro propio continente. No se debe desatender eso.
—¿Uruguay tiene que orientar el radar hacia otros mercados que a veces no parecen prioritarios?
—Claro. Tenemos a India, por ejemplo. O Medio Oriente. Hay mucho para mejorar en cuanto a la estrategia de promoción que lleva adelante el país. Nosotros consideramos que el Instituto Uruguay XXI es estratégico y hay que darle el lugar que merece. Fue un error haberle quitado competencias como ocurrió cuando asumió este gobierno. Además, se sacó al sector privado del directorio, pasándolo a un consejo asesor que nunca fue convocado. Es necesario revisar esa situación de Uruguay XXI.
Lo mismo pasa con los equipos negociadores. Uruguay tiene excelentes diplomáticos, pero por la propia dinámica de su carrera, hoy son negociadores y mañana van a una embajada, y perdemos ese capital acumulado. Necesitamos armar equipos negociadores que se sostengan en el tiempo y sean los responsables de actuar siempre en ese ámbito. Hemos pedido a los organismos internacionales que nos ayuden a diseñar una propuesta en ese sentido.
—¿Qué esperan del nuevo gobierno de Argentina?
—Hay que esperar que asuma y ver en la realidad lo que se ha dicho hasta ahora. De todos modos, va a ser prácticamente imposible para los exportadores que resulte peor a lo que hemos vivido en los últimos años. Exportar a Argentina ha sido una odisea, con trámites y habilitaciones que llevaban meses, cambios de condiciones, etcétera. Fue un espanto, peor no va a ser. Más allá de cuestiones ideológicas, creemos que va a haber una Argentina más abierta y si eso se cumple, para nosotros será beneficioso.
—¿Cómo se posicionan respecto del tratado de patentes que está hoy en el Parlamento?
—La adhesión al tratado de Patentes es un gran pendiente, lo tenemos que aprobar cuanto antes. Es otra cuestión que discutimos hace décadas y más allá de posiciones discordantes, la realidad es que necesitamos avanzar. Pregunten en la ANII, en el Pasteur, es un asunto nada menor. Si queremos diversificar nuestra matriz exportadora tenemos que innovar, y las patentes incentivan la innovación y la creación.
Todos los partidos políticos tienen la innovación, la ciencia, la tecnología en sus programas. Pero no alcanza con una declaración de voluntad, sin contenido. Pasa en muchos temas. Hay que dar los pasos que realmente se necesitan.
—Otro tema instalado en el sector es la necesidad de modernizar las relaciones laborales…
—Hay espacio ahí para para mejorar. Estamos convencidos que la negociación colectiva por sectores es buena, pero tiene que haber espacio para distinguir por tamaño o ubicación geográfica. No es lo mismo una pyme del Interior que una empresa multinacional. Es importante que se tenga en cuenta.
—Los costos asociados a la logística y conectividad han sido un sostenido reclamo…
—Por supuesto, a nivel de conectividad aérea, terrestre y especialmente, los puertos. Ya son conocidas nuestras notorias diferencias con la terminal especializada en contenedores. El tema está muy politizado, pero nosotros desde una postura distanciada de cualquier partido, no podemos callarnos. Las tarifas y el control en el puerto son los temas sobre los que advertimos, lo demás, lo dejamos para que se discuta en otro ámbito. La posición dominante de TCP no es buena y hemos puesto nuestras razones sobre la mesa, que seguiremos defendiendo. Hemos generando informes técnicos acerca de las tarifas y los costos que implica una concesión que además, es por 60 años. Por otro lado, no es de sentido común que el regulador del puerto, la ANP, sea parte del negocio como socio de TCP. Propusimos crear la Unidad Reguladora de Servicios Portuarios y hasta ahora, no ha avanzado.
—¿Qué está haciendo la Unión Europea en materia de sostenibilidad?
—Es un tema estratégico. Para poder exportar, cada vez más debemos cumplir con una serie de condiciones. Las impone el mundo, nuestros compradores, no es cuestión de está de acuerdo o no. En eso está trabajando la Unión de Exportadores. En los próximos días, en un evento en el que reconoceremos el esfuerzo exportador unto con el BROU, se van a entregar los certificados de las primeras empresas del plan piloto en materia de sostenibilidad. Creamos un sello de gestión sostenible con el LATU, con cinco niveles para que las empresas avancen paulatinamente, y en esta primera oportunidad son nueve empresas, todo en línea con la estrategia de largo plazo que es la sostenibilidad de la economía.