ENTREVISTA
No se puede apuntar a bajar la inflación sólo a través del tipo de cambio. Al Banco Central se le fue la moto.
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La Unión de Exportadores reclama atención del gobierno. Aseguran que la política monetaria del Banco Central les ha generado una pérdida de competividad que, en algunos casos, puede derivar en menor inversión y empleo. “No todos los sectores exportamos commodities y nos vimos favorecidos por precios muy altos —afirma Facundo Márquez presidente de la Unión de Exportadores (UEU)— pero todos los exportadores debemos absorber el efecto negativo de un tipo de cambio tan bajo”. Márquez (46 años), que asumió en septiembre la presidencia de la UEU, es director y fundador de Polanco Caviar, una pyme que exporta esturiones y caviar a 40 destinos. Reclama por “un mayor equilibrio” en cuanto a las políticas que buscan bajar la inflación, “un objetivo compartido”, subraya. No le gusta el concepto “malla oro”, dice estar de acuerdo con los propósitos del gobierno “en cuanto a las reformas estructurales planteadas”, pero reafirma que “primero hay que sortear los problemas de corto plazo”. A continuación, un resumen de la entrevista.
—Los últimos tres meses, al igual que las cifras de la primera quincena de diciembre, reflejan una caída interanual en las exportaciones de bienes. ¿Cuáles son las razones?
—Hay dos tipos de factores; lo que está pasando fuera, con algunos destinos donde la demanda no es la misma que meses atrás, y lo que pasa dentro, con el valor del dólar. Hoy tenemos el combo perfecto, la desaceleración fuera y la pérdida de competitividad, dentro. Cada vez que vemos las cifras a la baja, sentimos una gran preocupación. Hay una serie de razones que explican esa situación, y es por eso que desde este frente de batalla intentamos trasmitirle al gobierno lo que estamos viendo. Para que pueda anticiparse a lo que nosotros estamos avisando que va a pasar. Y lo que sentimos es que no tenemos una respuesta, no se toman medidas con la anticipación que se podría hacer. Las exportaciones van a seguir cayendo por varios meses, porque las transacciones que se hacen hoy, en estas condiciones, se verán en la salida de productos dentro de varias semanas. Es lógico pensar que esto seguirá así en el arranque de 2023.
—De todos modos, el año va a cerrar con números positivos para las exportaciones…
—Sin dudas, año récord; por los muy buenos números que teníamos en los primeros meses del año y en la comparación interanual. Tuvimos un primer semestre extraordinario.
Pero además, apoyado en sectores muy pujantes, no en todos. Cuando dicen “las exportaciones andan volando”, se trata de algunos sectores y algunas empresas exportadoras que están colocando muy bien. Pero no hay que olvidar que nosotros somos unas 1.400 empresas exportadoras, y no todas han tenido los mismos beneficios. Ni cerca. Los precios de los commodities subieron mucho y eso permitió a muchos sectores absorber costos altos, pero al resto, nos quedan los mismos costos, sin la demanda y los precios de aquellos. No se puede hablar de “los exportadores” como conjunto homogéneo.
—Habla de “los primeros meses” de 2023, seguramente con caídas. ¿Para el mediano plazo qué esperan?
—Hay mucha incertidumbre, no sabemos qué va a pasar con China, el principal socio comercial de bienes. Estimaciones sobre EE.UU. y Europa que también resultan preocupantes. Tenemos expectativas sobre el futuro de Brasil, no sabeos cómo va a seguir Argentina. ¿Qué va a pasar con la guerra en Ucrania?, tampoco.
—Las exportaciones han caído mayoritariamente en divisas, no tanto en cantidades…
—Cayeron más los precios de los volúmenes, es verdad. Y esa es también una preocupación del sector. Porque los precios pueden caer, sí, respondiendo a determinadas coyunturas, pero si los volúmenes se van manteniendo, la situación es manejable. La cuestión es que cuando empiezan a caer más fuerte los volúmenes, las empresas empiezan a pararse. Ya no es un tema de precios, sino de que no nos compran.
—¿En qué piensan cuando demandan que el gobierno actúe ante esta coyuntura?
—Lo que pasa afuera no lo podemos controlar, es verdad. Pero hay cuestiones internas, de corto y mediano plazo, sobre las que sí se puede actuar. Claro que hay otros problemas, de mediano y largo plazo en los que trabajar, pero yo no puedo dejar de hablar del tipo de cambio, porque es un tema que nos pega fuerte. Para llegar a hablar de las reformas pendientes y otros cambios estructurales, primero tenemos que sobrevivir a los temas de hoy.
—Concretamente, la UEU emitió un comunicado la pasada semana, advirtiendo sobre las consecuencias derivadas de una baja cotización del dólar. ¿Recibieron respuesta?
—Me alegra escuchar algunas voces oficiales sobre este tema, porque hacía varias semanas que no escuchábamos nada al respecto. Pero hasta ahora el único que habló es el presidente del Banco Central, Diego Labat. No he escuchado a nadie más del equipo económico hablar al respecto. Y entiendo que este no es un tema solamente del Banco Central, debe ser una cuestión de interés y preocupación de todo el equipo de gobierno.
Por otra parte, a veces se nos dice que tengamos paciencia, que estamos en un proceso donde el peso va a ir cediendo su valor ante el dólar. Siento eso como una especie de voluntarismo, porque también esperaban que mejorara cuando estaba a 40. Y el dólar sigue bajando. Si no se hace nada, no sé porque vamos a esperar que cambien las cosas. También se nos ha dicho que las medidas monetarias que toma el Banco Central para ajustar la inflación a la baja, no han generado el denominado carry trade, o sea la llegada de capitales especulativos a aprovechar esta coyuntura de las tasas en pesos. Yo digo, ¡qué suerte que aún no han llegado!, porque las condiciones están; preparémonos para cuando vengan. Tenemos riesgos muy grandes, nos preocupa no solo que la situación no mejore, sino que puede ser peor. Además, aunque no entren capitales especuladores, tenemos inversores locales que están tomando opciones de acuerdo con esta coyuntura: las AFAP, entre otros. Se de varias empresas que están postergando inversiones y aprovechan la oportunidad para obtener réditos con las tasas en pesos. Eso es así.
—El fuerte empuje de las exportaciones en el primer semestre, también generó un importante flujo de dólares hacia el país. ¿No incide ello en el tipo de cambio local?
—Decir que el dólar ha caído por el aumento de las exportaciones es simplificar el tema. Mencionan solo los ingresos, pero nada dicen de la fuerte salida de dólares, por ejemplo, las importaciones, que también han crecido mucho. El último dato del que disponemos, que nos remite al segundo trimestre, es que la cuenta corriente da cero. Es información pública, del BCU. Por tanto, no solo se trata de tener en cuenta los dólares que entran.
—En concreto, ¿qué esperan del equipo económico para superar esta situación?
—A corto plazo, lo primero sería que el Central no siga avanzando en el incremento de tasas de interés. Nosotros no decimos que el BCU tiene que intervenir para llevar al dólar al punto que más nos convenga. Pero el manejo de tasas de alguna forma también es una intervención, porque las consecuencias se pueden ver. El BCU ha sido muy enfático en destacar que lleva más de un año sin intervenir en el mercado comprando o vendiendo dólares; yo creo que vanagloriarse de esa situación, de alguna manera, indica que hacer lo contrario es malo. ¿Y cuando lo tengan que hacer? ¿Qué tendrán que decir? Yo creo que no hay que descartar ninguna opción, en un mercado como el nuestro.Estamos de acuerdo con una política que apunte a reducir la inflación, sin dudas. Lo que sí entendemos es que debe haber un equilibrio, que hoy no lo vemos nosotros y tampoco el BCU, cuando en su informe de política monetaria habla del desalineamiento del dólar de un 12%. Eso fue en octubre, ahora debe ser mayor. Lo que pedimos es que no se presione más a la baja.
—El gobierno se comprometió con ciertos niveles de inflación a los que no pudo llegar en un contexto externo inesperado. Han anunciado que mantendrán ese objetivo…
—Y está bien, pero que no usen solamente el tipo de cambio como herramienta para bajar la inflación. No soy economista, pero he aprendido que las tasas de interés en moneda local deberían operar por tres canales: el de crédito, lo que no ocurre tanto en Uruguay donde la gran mayoría de empresas se financian en dólares. Otro, las expectativas; hasta ahora, tanto en empresarios como analistas siguen siendo bastante más altas que los objetivos del BCU. Entonces, el único que queda es el dólar. Es lo único que se está usando para controlar la inflación, por tanto, creo que “se le fue la moto” al Banco Central, se está pasando para el otro lado, afectando la actividad productiva. La que exporta, pero también la que trabaja para el mercado local y no puede con los importados.
—Pensando en mediano y largo plazo, ¿las coincidencias con las metas del gobierno son mayores?
—Sin dudas. Cuestiones vinculadas con la productividad, la capacitación de la gente, los problemas de la educación. Todo lo que tiene que ver con aspectos burocráticos a mejorar para lograr más eficiencia en el Estado. Ni que hablar de lograr una mejor competitividad a través de una mayor inserción internacional. Ahí estamos totalmente alineados con el gobierno.
Bien por el pedido de adhesión al Transpacífico, ojalá que se avance en el TLC con China y todas las oportunidades que aparezcan. También hay muchas cosas que se pueden hacer sin necesidad de un tratado, por ejemplo, un aumento de cuotas, o negociar el ingreso de determinados productos a ciertos mercados.
—Con Argentina hubo un incremento de las exportaciones el mes pasado, pero hay dificultades para varios rubros de exportación…
—Estamos teniendo muchos problemas. Argentina aumentó las licencias automáticas a 4.500 productos. Prácticamente todos los productos uruguayos que importa Argentina precisan de una autorización puntual para ingresar; además, cuando la autorizan, dependiendo del producto, se paga a 30, 60, 180 días, cuando en Argentina es imposible saber qué va a pasar en una semana sin saber mucho que va a pasar en 180 días en la Argentina. Entonces, muchos exportadores prefieren no correr el riesgo, con lo que se pierde un mercado, que para varios rubros es clave.
—Con Brasil, ¿hoy el flujo comercial es normal?
—Desde el punto de vista de las exportaciones está bien, no hemos tenido ningún inconveniente. No creemos que existan problemas aunque cambie de gobierno. Siempre se mantiene como un mercado clave, aunque China lo haya desplazado regularmente del primer lugar.
—En setiembre del 2020 se anunció la puesta en marcha de comisiones conjuntas con el gobierno para superar dificultades del sector exportador. ¿Hay resultados concretos?
—Se han logrado una cantidad de objetivos. Por ejemplo, con el puerto, reduciendo costos e ineficiencias, aunque todavía mover un contenedor en Montevideo es cuatro veces más caro que en otros puertos de la región. También progresamos con el LATU, bajando algunas tasas. Lo mismo con el Banco República, en cuanto a comisiones. Son pasos pequeños, pero que suman. El problema es cuando, esas pequeñas ganancias que se logran con mucho esfuerzo y negociación, son barridas, por ejemplo, por el tipo de cambio.
Tratamos de mirar adelante, seguir empujando, pero necesitamos que se atienda nuestra situación. Los problemas del tipo de cambio cortan transversalmente a todos los exportadores, los grandes y los chicos, como es mi caso. Molesta bastante cuando se nos señala de que somos los “malla oro”, con una connotación negativa…
—Fue un concepto utilizado por el Presidente de la República…
—Sí, pero no me gusta. Capaz que no fue la frase más acertada, o dio lugar a otras interpretaciones. En mi caso, la única malla que conozco es la que sudamos todos los días para lograr que nuestro producto llegue al exterior. Vender más, consolidar esa corriente comercial y generar empleo. Que eso es lo que no se entiende que está en juego. Si las cosas continúan así, va a repercutir en una baja del empleo, sin dudas. Ni que hablar de las inversiones que se dejan en suspenso o se cancelan. El gobierno tiene que prestarle atención a esto.