¿Cómo funciona el mercado global de los bonos verdes? Demasiado grande como para no prestarle atención

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Julien Bras — CFA Managing Director, Portfolio Manager Allianz Global Investors. Foto: Estefanía Leal

ENTREVISTA

Este año se emitieron 400 mil millones de dólares en nuevas emisiones verdes. En 2012, este mercado no superaba los 20 mil millones.

Apostar a luchar contra el cambio climático es una acción responsable y, además, un muy buen negocio. La emisión de bonos verdesse abre paso en forma acelerada en los mercados financieros, ampliando sus horizontes a los cinco continentes, después de un fuerte desarrollo en Europa, según destaca Julien Bras (*), gestor del Allianz Green Bond, un fondo creado por la firma de origen alemán Allianz Global Investors, 100% invertido en este tipo de instrumentos. Bras explicó los criterios utilizados para la elección de activos en qué invertir y advirtió sobre las dificultades centradas en la ausencia de una regulación global para este tipo de emisiones verdes. De acuerdo con la presentación de Allianz Green Bond, por cada millón de euros invertidos en el fondo, se calcula que se logra generar 397 megavatios-hora de energía renovable o evitar la emisión de 969 toneladas de Co2 durante un año. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo llegan, desde la industria financiera, a ubicar el cambio climático como el mayor reto?

—Hace unos 15 años nos dimos cuenta que, tener dinero bajo administración nos da poder, y que ese poder nos da una obligación; la obligación de saber que no solo vamos a invertir siguiendo la responsabilidad fiduciaria que tenemos con nuestros clientes, sino que debemos asumir un rol en la sociedad para asignar los activos donde van a tener el mayor retorno para las generaciones futuras.

—Pero, ¿hasta dónde pueden ir de la mano el objetivo de cuidar el planeta y obtener una rentabilidad atractiva?

—Van de la mano, sí. Lo que vemos es que, por ejemplo, cuando invertimos en un proyecto de energía renovable no solo lo estamos haciendo por el bien de las futuras generaciones, sino que es un negocio en sí mismo. Claramente, se trata de una inversión que hace sentido desde el punto de vista económico. Los proyectos relacionados al clima donde estudiamos la posibilidad de invertir, son viables financieramente. No hay dudas.

—¿Cómo funciona el fondo verde de Allianz?

—El Allianz Green Bond está invertido 100% bonos verdes, títulos emitidos por compañías o gobiernos, compañías supranacionales o agencias gubernamentales, con el propósito de financiar proyectos que van a contribuir positivamente con las metas establecidas en el Acuerdo de París.
Estudiamos las distintas opciones existentes y decidimos cuáles financiar, funciona igual que cualquier otro fondo. El inversor tendrá un retorno en base al cupón y lo podrá comprar o vender en el mercado como cualquier bono. También el retorno esperado es similar a cualquier instrumento de renta fija. La misma lógica que cualquier fondo que maneje otra clase de activos.

—¿De qué forma eligen en qué activos invertir?

—Trabajamos exclusivamente con bonos verdes. Un bono temático, donde los recursos que se obtienen deben destinarse a objetivos predeterminados vinculados con transición energética o similares.
Los seleccionamos en base a diferentes criterios: tenemos un fuerte foco en las características “verdes” del bono. Cuál es el compromiso del emisor y la estrategia de la transición energética que está adoptando ese emisor. Además, tomamos en cuenta que esta estrategia sea lo suficientemente creíble y ambiciosa. También, prestamos mucha atención, no solo al bono, sino al proyecto que está detrás.
Además, lógicamente, atendemos las características financieras. Hay una evaluación desde el punto de vista fundamental del emisor, la calidad crediticia, el riesgo inherente, las características del bono y el prospecto de emisión. Obviamente, buscamos que el bono agregue valor al portafolio.
En la actualidad, en el sector corporativo los proyectos más interesantes están vinculados con utilities, donde este concepto está inserto en su modelo de negocios, en el caso de producción de energía limpias, también en proyectos vinculados con el uso del agua. Otro sector que ha crecido en emisiones de este tipo de instrumentos es el bancario. En este caso, específicamente su rol es el de intermediario, al financiar proyectos verdes a pequeñas empresas. También hay algunos proyectos de real estate, transporte y proyectos industriales, aunque con una menor representación en el mercado.

—¿Hablamos de bonos verdes en portfolios compuesto por otra clase de activos o solamente en fondos que se nutren exclusivamente de ese tipo de instrumentos?

—Un bono verde puede complementarse muy bien con un portfolio con otros activos. Desde el punto de vista financiero, son instrumentos de renta fija que combinan perfecto con otros bonos. Es una opción más que incluimos en nuestra estrategia de inversión porque tenemos un compromiso con esos activos vinculados con la sostenibilidad y la transición energética, pero se pueden integrar a carteras que combinan otros valores.

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—La demanda por este tipo de instrumentos, ¿es creciente?

—Sí, vemos mayor demanda, tanto desde el espacio institucional como desde el minorista. Efectivamente, estamos viendo una movida no solamente de bonos verdes sino hacia estrategias sustentables en general. Está creciendo esta actividad, tanto en renta fija como acciones. Es un movimiento que se aprecia claramente en el mercado financiero global, los clientes quieren más y más integrar la sustentabilidad a las opciones de inversión.
Y esto se da en todas las áreas geográficas, todos están buscando combinar estas inversiones con soluciones financieras en el corazón de su estrategia. Esa dinámica que vemos hoy, cada vez más fuerte, llegó para quedarse. Este año se emitieron 400 mil millones de dólares en nuevas emisiones. En 2012 el mercado no superaba los 20 mil millones. El crecimiento es notorio, liderado tanto por la emisión de empresas como de gobiernos.

—¿Y hay una diferencia de valor, hoy en el mercado, para este tipo de activos?

—Estamos empezando a ver una diferencia de valor a favor del bono verde. Es una estimación gruesa, pero hay entre 3 y 5 puntos básicos de diferencia en el spread entre un bono tradicional y un bono verde. Eso en un contexto donde, claramente, hay una cada vez mayor demanda por emisiones verdes.

—La emisión de este tipo de activos, en principio fue impulsada por el sector privado. ¿Qué está pasando con el sector público?

—Vemos una tendencia creciente por parte de los gobiernos en relación con este tipo de instrumentos. En 2020-2021 muchos países europeos, los más recientes Italia, España, Reino Unido, han apostado por estas emisiones. Recientemente Chile, en América Latina, siguió el mismo camino. También Indonesia, algunos países de África en los últimos meses. Habrá muchos jugadores en este mercado a corto plazo.

Julien Bras. Foto: Estefanía Leal
Julien Bras. Foto: Estefanía Leal

—¿Qué pasa con las compañías de alto historial contaminante?, ¿cómo integrarlas en esta estrategia?

—Si hablamos de incentivos, estos vendrán más que nada de la regulación, donde se les obligue a reducir la huella de carbono. Pero también la sociedad, y en especial sus clientes se lo van a demandar. Y otro punto importante: para una compañía que tiene una gran huella de carbono, los costos serán mayores, y quizás hoy no sean mayores riesgos financieros, pero a la larga eso también será un aspecto negativo que deberán asumir.

—¿Falta regulación en el mercado verde, para que sea más claro y transparente?

—Sí, aún falta. En algunos países, el mercado de bonos verdes ya está regulado; por ejemplo, esto se puede observar en países de Europa, que siempre ha estado a la vanguardia en temas de financias sustentables y bonos verdes. Es importante que se defina específicamente qué es un proyecto verde, cuáles son las actividades económicas que efectivamente conducen a un proyecto que cumple con los requisitos para una transición energética acorde a los principios de París. De esa forma, los participantes tendrán una definición clara en qué invertir o qué financiar, y evitar de esa manera el greenwashing, donde se demandan recursos para determinado proyecto y luego no se cumple con ese objetivo. El siguiente paso es una regulación global, para la que falta aún. Las prácticas de mercado están llegando ya a un consenso, y sería bueno que haya una regulación aceptada globalmente, con reglas de juego válidas en todo el mundo.

—¿Han vivido alguna experiencia vinculada con greenwashing con los bonos verdes en los que han invertido?

—Por ejemplo: una compañía, en el mercado de Real Estate, que estructuró una emisión para financiar la construcción de edificios verdes, levantó fondos con ese proyecto y finalmente, nunca lo desarrolló. Los fondos obtenidos, en realidad, estaban destinados a financiar propiedades construidas años antes, con otro estándar. Ese es un claro ejemplo de situaciones que podrían evitarse con regulaciones más estrictas y reglas más claras y transparentes.

—¿De qué forma se penalizan este tipo de situaciones?

—Precisamente, la regulación actual no la penaliza. Dado que no hay una taxonomía global, como decíamos antes, no sucede nada. Los inversores institucionales, que hacen un estudio más exhaustivo, están en mejores condiciones de evitar ser estafados, pero el minorista está más expuesto. Hoy, la única penalización es a nivel reputacional.
Por eso somos muy cuidadosos cuando hacemos el análisis, para tener toda la información acerca de dónde irán los fondos que se procura recaudar a través de una emisión de ese tipo. En el caso de nuestra firma, rastreamos toda la información pública disponible; además, una vez al año solicitamos a la empresa información sobre la marcha del proyecto; si no nos la entregan, desinvertimos inmediatamente.

—Tanto a la hora de la estructuración como del seguimiento luego de la emisión, es más complejo que un bono tradicional…

—Exacto, porque además de todos los indicadores financieros, tenemos los elementos verdes que debemos revisar, por lo menos anualmente. Un monitoreo financiero tradicional, y luego el trabajo técnico desde el punto de vista de los aspectos de sostenibilidad.

—Uruguay ha convocado a inversiones de diferentes partes del mundo con muchos proyectos de energías renovables en la década anterior. A la brevedad, el gobierno emitirá un bono vinculado a la sostenibilidad. ¿Cómo observa la participación de Uruguay en estos instrumentos?

—Vemos con muy buenos ojos lo que está haciendo Uruguay. Está en línea con lo que es el desarrollo de mercados vinculados con una mayor conciencia medioambiental. El grupo Allianz tiene inversiones en Uruguay en energías renovables, en proyectos privados. Pero no estamos hablando en este caso de bonos verdes. Y, por otra parte, la emisión que prepara Uruguay, de un bono vinculado a la sostenibilidad tampoco es específicamente un bono verde.
Dicho esto, el país tiene una gran reputación y no veo porqué, una emisión de Uruguay en bonos vinculados con la sostenibilidad, no funcionaría bien. Es una forma realmente innovadora de participar en el mercado de bonos sostenibles a nivel gubernamental, un enorme mercado a desarrollar.

(*) Bras se incorporó a Allianz Global Investors en 2005 como interventor financiero. En 2009, se convirtió en analista de renta fija de SRI. En 2014 se incorporó al equipo de inversión en renta fija y, paralelamente, participó en el desarrollo del enfoque AllianzGI con respecto a la clase de activos Green Bond, que culminó con el lanzamiento de un fondo Green Bond en noviembre de 2015. Es el gestor de cartera líder de la estrategia Allianz Green Bond.

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