OPINIÓN
Como hemos analizado en otras columnas, para el sector de la energía se anuncian cambios importantes.
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Hoy queremos destacar dos: 1) El crecimiento del gas natural en la industria, la generación térmica, la calefacción y el transporte marítimo; 2) El desarrollo de transporte eléctrico y, más adelante, las nuevas modalidades de vehículos autónomos y Transport as a Service (TaaS).
El gas natural está llamado a servir "de puente" entre este presente "petróleo dependiente" y un futuro "libre de fósiles". Es un hidrocarburo, pero es más limpio ambientalmente, y está resultando muy abundante en la naturaleza. Ahora se puede transportar por barco, como el petróleo, en su modalidad GNL, no está concentrado en determinadas zonas "calientes" del mundo, sus reservas están dispersas, y Norteamérica es uno de los polos ricos en este energético, con la importancia geopolítica correspondiente.
Entonces, aquellos consumos energéticos de porte, como la generación eléctrica, el transporte marítimo y el consumo a nivel industrial, pasan a utilizar gas natural en lugar de los combustibles líquidos pesados. Incluso el gasoil está siendo sustituido en aplicaciones industriales y hasta u2014parcialmenteu2014 en el transporte.
Por otra parte, el vehículo eléctrico ya es una realidad, y sus ventas irán en aumento en los próximos años, impulsadas por una ecuación económica que comienza a ser beneficiosa y por las políticas de "decarbonización". Si bien será un proceso con restricciones y frenos (las baterías son una tecnología aun en desarrollo), irá transformando paulatinamente el transporte vehicular. La industria petrolera perderá su "mercado cautivo" tradicional.
La tecnología de vehículos autónomos significa un cambio más radical. En efecto, los driverless cars ya son una realidad a nivel experimental, y en unos años pasarán a la fase comercial en los países desarrollados, aunque demorando seguramente más en llegar a la región.
Los expertos opinan que no será mediante la compra de un vehículo particular que esta tecnología se desplegará, sino mediante flotas de servicio público, en la modalidad TaaS, similar a lo que hoy hace Uber, pero de manera mucho más agresiva.
El parque vehicular es un activo muy improductivo: se usa en promedio menos del 5% del tiempo, implica una enorme inversión en activo fijo y fuertes gastos operativos. Congestiona las ciudades y demanda enormes espacios de estacionamiento. El servicio TaaS puede multiplicar por diez el uso del vehículo, disminuyendo brutalmente el tamaño de la flota necesaria, la congestión en el tráfico y las necesidades de estacionamiento, así como el capital invertido en activo fijo. Es importante subrayar que el cambio no será impulsado solamente por razones de "bien común", como disminuir las emisiones o descongestionar las ciudades, sino por sus fundamentos económicos sólidos: libera capital, baja costos operativos y costos asociados a la infraestructura urbana. Obviamente será un proceso sin dudas trabajoso, que enfrenta problemas legales, institucionales y organizativos, pero tiene fundamentos económicos sólidos. Imagínense el impacto en la industria del automóvil y en la de los combustibles.
Entonces, los combustibles pesados están perdiendo participación rápidamente, sustituidos por el gas natural. Esto impacta directamente en las refinerías, que deben profundizar su capacidad de conversión mediante fuertes inversiones, para producir menos subproducto pesado y convertirlo al máximo en combustibles livianos. Estas inversiones solamente se pueden amortizar en grandes escalas: las refinerías competitivas son "mega refinerías".
Los combustibles livianos se continuarán utilizando por muchos años en el transporte automotriz (la sustitución de la flota será relativamente lenta), pero con el transporte eléctrico el mercado cautivo se habrá perdido, y por ende las exigencias de calidad y prestaciones sobre las gasolinas y diesel irán en aumento, concomitantemente con un volumen de ventas que u2014aun siendo dominante por muchos añosu2014 se desacelerará. Más adelante, a medida que el TaaS se desarrolle, el panorama se complicará más, pues será una flota completamente eléctrica.
Nuestra refinería se caracteriza por su pequeña escala y no puede responder a las demandas de transformación de manera sostenible tal como está. Por otra parte, ya tiene un problema acuciante con los subproductos pesados, con escasa demanda local (la generación térmica ya no usa casi el fuel oil). En un mercado nacional que además se estancará (gas natural y transporte eléctrico), la posibilidad de convertir nuestra refinería para responder a estos desafíos se pone fuertemente en cuestión.
Tanto por el gas natural y el cambio en la matriz energética, como más adelante por el transporte eléctrico, el espacio para la refinería se achica, mientras las exigencias de inversión se multiplican. ¿Qué hacer? Habrá quienes reaccionen en forma defensiva, intentando "cerrar el mercado" y "tapar el sol con las manos". Habrá otros que dirán simplemente "cerrarla". Es necesario ampliar las miras y explorar si existe un lugar en las cadenas de valor regionales, aceptando que se termina el monopolio: nuestra refinería solamente tendrá sentido integrada en un mercado más amplio, sirviendo a ciertos nichos del mercado regional en conjunto con otras refinerías de Argentina o Brasil. Ahora, un cambio de ese porte hará crujir todo el andamiaje empresarial e institucional. ¿Cómo encararlo con éxito? Una nueva gobernanza es imperativa.