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Guerra comercial global: los desafíos de una nueva realidad para los menos desarrollados

La competencia entre la UE, China, Estados Unidos e India, es una oportunidad para que África negocie en varios frentes en busca de los mejores acuerdos económicos y de inversión.

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El mercado de automóviles eléctricos y otras tecnologías nuevas, como las energías renovables, pueden remodelar la cadena de valor global y los flujos comerciales, brindando oportunidades y desafíos para África.

Estados Unidos ha anunciado un aumento de los aranceles a los coches eléctricos chinos de hasta el 100%. Esto es cuatro veces más que los derechos de aduana actuales. Y el aumento de las barreras a los productos fabricados en China no se detendrá ahí. Joe Biden también advirtió recientemente sobre aumentos de aranceles sobre otros productos como chips, suministros médicos, minerales críticos, paneles fotovoltaicos y más, que deberán pagarse en la aduana estadounidense. La guerra comercial entre China y Estados Unidos, que comenzó con Trump, se está intensificando. Estados Unidos está respondiendo a China, a la que acusa de subsidiar ciertas industrias con dinero público y luego inundar el mercado mundial con productos más baratos que los producidos localmente y controlar ciertos mercados clave.

¿Europa después?

Cualquiera que sea la evolución del enfrentamiento político-económico entre las dos grandes potencias mundiales, las consecuencias y reacciones en el resto de los mercados no tardarán en dejarse sentir. Empezando por la Unión Europea, el segundo mercado consumidor más grande del mundo. Si el mercado americano se vuelve más difícil para las empresas chinas, los chips, los coches eléctricos o los paneles solares que ya no pueden venderse en Estados Unidos podrían dirigirse a puertos europeos en busca de compradores.

Pero a diferencia de los productos “Hechos en China” de las últimas décadas, algunos de estos bienes compiten con industrias poderosas y económicamente importantes en Europa. El viejo continente intenta recuperar el control de la fabricación de chips después de haberlo delegado durante años en fábricas asiáticas, tras tomar conciencia de su carácter estratégico. Temiendo que suceda lo mismo que con la fabricación local de paneles solares, que ha desaparecido ante la competencia del "Made in China", ya ha anunciado que está estudiando la posibilidad de conceder ayudas ilegales a los fabricantes de automóviles chinos, como un primer paso para bloquear o limitar sus ventas en Europa. La reciente decisión de Estados Unidos de aumentar los aranceles sobre ciertos productos chinos no ha hecho más que aumentar la presión sobre los líderes en Bruselas.

Las consecuencias para África

Con una enorme capacidad de producción que excede su mercado interno, las empresas chinas tendrán que buscar nuevos mercados. No sólo por los productos baratos y de tecnología media que exportaban hace diez años, sino también por los productos de tecnología media y alta, como paneles solares, chips y automóviles eléctricos. Dado el conflicto comercial global prevaleciente, los mercados emergentes como América Latina y África se están convirtiendo en destinos más atractivos que nunca para las empresas chinas. Los africanos podrían experimentar las consecuencias de estos nuevos flujos comerciales y de esta nueva competencia tecnológica y económica de diferentes maneras, dependiendo de su enfoque como consumidores o trabajadores.

Por un lado, la región podría beneficiarse de mejores productos a precios más bajos. La competencia internacional en general, y la de algunos productos chinos de difícil comercialización en Estados Unidos y Europa, podría dar lugar a mejores productos a precios más bajos en la región, como vehículos eléctricos, paneles solares o chips.

Los clientes africanos, si los países se mantienen alejados de los conflictos comerciales y tienen políticas aduaneras laxas, podrán aprovechar la oportunidad de lo que se suele llamar "salto de rana" para acceder a productos de última tecnología a mejor precio saltándose un paso tecnológico. Quizás muchos africanos que nunca han tenido un automóvil de gasolina puedan adquirir un automóvil eléctrico de bajo costo.

Por otro lado, sería un nuevo obstáculo para el proceso de industrialización de África, incluso una competencia insoportable por la insuficiente base manufacturera de la región.

De todos modos, la realidad es que, con excepción de Sudáfrica y recientemente Marruecos, que ha desarrollado una poderosa industria exportadora de automóviles, la región no es productora de estos bienes de tamaño medio y alta tecnología, como paneles solares o automóviles eléctricos con los que China quiere conquistar los mercados mundiales.

Las decisiones que hay que tomar, es mejor tomarlas en el marco de asociaciones regionales

Los gobiernos africanos enfrentan varios dilemas: aceptar el flujo predecible de productos chinos baratos para mejorar el nivel de vida y la productividad de la población africana; imponer derechos aduaneros para salvaguardar la industria local; buscar acuerdos de libre comercio para aprovechar la competencia geopolítica internacional e insertarse en la cadena de valor global a través de relaciones amistosas y nearshoring.

África, con su demografía y su mercado interno que experimentará un fuerte crecimiento en los próximos años, se encuentra en una situación con ventajas que no ha experimentado durante décadas. La competencia global entre la potencia económica de la Unión Europea y las dos superpotencias globales de China y Estados Unidos, sin olvidar a la emergente India, es una oportunidad para que el continente negocie en varios frentes con las distintas potencias mundiales con el fin de obtener acuerdos económicos y de inversión. Y si los acuerdos de integración regional como la UOMEA (Unión Monetaria y Económica de África Occidental), avanzaran en su coordinación y actuaran como una "Unión Europea", el poder y la posición de África en el comercio global y la cadena de valor podrían sufrir un cambio importante en los próximos años.

Los fabricantes de automóviles chinos, por ejemplo, ya han anunciado inversiones de varios millones de dólares en fábricas dentro de la Unión Europea o, por ejemplo, en Brasil para facilitar la entrada de sus productos en estos mercados a cambio de deslocalizar parte de su producción en esos mercados. ¿Podría África aspirar a lo mismo?

Fortalecer las distintas organizaciones africanas de integración regional como UEMOA, SACU y CEMAC y validarlas como interlocutores de sus países miembros en cuanto al potencial global (Europa, Estados Unidos, China, India, etc.) sería un paso muy importante para la región, con el objetivo de aprovechar al máximo la nueva era de competencia tecnológica, económica y comercial en la que está entrando el mundo.

En un mundo más complejo donde varias potencias globales compiten por ampliar sus mercados e influencia, África puede mejorar su situación, pero es necesaria la coordinación y acción dentro de los bloques regionales para aprovechar las oportunidades y evitar los posibles sesgos que también puede generar el nuevo panorama global.

- Igor Galo es Director de comunicación Latam IE University / IE Business school

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