“Haciendo cuatro o cinco cosas bien, la recuperación de Argentina será rápida”

El espacio social para descuidar a los hogares de bajos ingresos es casi inexistente después de tantos años de crisis, advierte Eduardo Yeyati.

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Eduardo Levy Yeyati
Eduardo Levy Yeyati, Doctor en Economia, Decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella,
Archivo El País

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“Faltan mensajes claros y contundentes de los candidatos acerca de lo que van a hacer en diciembre, no en el segundo o tercer año”, advirtió el economista Eduardo Yeyatisobre la marcha de la campaña electoral en Argentina. Vinculado al radicalismo, Yeyati forma parte de los equipos de Juntos por el Cambio, donde dice que “hace falta que la candidata (Patricia Bullrich) defina qué mensajes quiere dar”. Enumera “cinco medidas clave” para un plan de estabilización, y asegura que Argentina está en condiciones de tener “un rápido rebote, sin tanto sufrimiento para los argentinos”. De todos modos, asume que en la sociedad “no hay casi margen” para aguantar la crisis. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Ha cambiado el escenario base que había previo a las PASO?

—Antes de las PASO, el escenario base, simplificándolo, era el de un modelo económico que estaba poco menos que acabado, todo el mundo comprendía que era insostenible seguir en estas condiciones, pero la expectativa de un cambio de gobierno servía como un ancla de las expectativas.
Entonces tanto los inversores como los agentes, los empresarios e incluso el Fondo Monetario, lo que hacían era pensar el presente como un puente hacia el próximo gobierno. Las PASO modificaron las expectativas de cara al próximo gobierno. En lo previo habría una gran posibilidad para Juntos por el Cambio (JxC), y si bien es cierto que no estaba totalmente su propuesta, había una idea de convergencia hacia modelos que eran reconocibles. Y ahora hay una alta probabilidad, de que el próximo gobierno sea el de La Libertad Avanza. Y ahí sí, no queda muy claro cuál es el programa económico de los libertarios de cara a diciembre.

—¿Cuál es su preocupación sobre este punto?

—Los libertarios han lanzado muchas consignas y las están revisando ahora, en la medida que se dan cuenta de que pueden ganar las elecciones. Esas consignas no necesariamente son para el día uno; por ejemplo, la dolarización, que a mí me parece imposible de viabilizar, sus promotores la piensan que tarda entre 8 y 12 meses. El ajuste fiscal, que a principios de la campaña los libertarios ponían en 15% e incluso afirmaron que ante el Fondo, remarcaron que ellos iban a ajustar más de lo que el FMI exigía. Pero hoy, algunos de sus voceros dicen que es muy difícil ajustar 3% en un año, que necesitan por lo menos dos años.
O sea, queda claro cuáles son sus consignas, pero no tanto, imagino que lo deben estar pensando ahora, qué harían en diciembre. Y eso genera incertidumbre. Es como estar cruzando un puente colgante; se mueve para todos lados, pero del otro lado veíamos la llegada. Ahora empezó a sacudirse demasiado, no sabemos si aguanta y estamos aún en el medio del puente.

—Parecería que hay una gran confusión en términos generales a propósito de las propuestas y sus efectos. En particular, a Juntos por el cambio le ha costado dar señales claras…

—Indudablemente, hay mucho ruido y confusión. En el caso de Juntos por el Cambio, hablo con autocrítica porque he estado participando en los equipos, estuvimos inmersos en una interna más dura de lo recomendable, donde, por razones obvias, le hablábamos fundamentalmente al votante de ese partido y donde el candidato que fue más intensivo en propuestas, Rodríguez Larreta, perdió. Hasta las PASO, Bullrich estaba básicamente dedicada a ganarle a su contrincante, y ahora debería estar desarrollando sus propuestas. O sea, hoy Juntos tampoco tiene una oferta tan clara, por más que todos nos conocemos y sabemos quiénes estamos trabajando, lo cierto es que a esta altura, deberíamos dar más precisiones de las que estamos dando. 

—¿No se debería pedir más responsabilidad y concreción a los candidatos y sus equipos a esta altura de la contienda electoral?

—Idealmente, sí. Mi impresión es que Milei no se imaginaba que iba a estar en esta instancia y ahora está acelerando la elaboración de propuestas concretas. Y a JxC, recalculando después de una interna muy dura, le falta dar más precisiones en relación con la economía. Los asesores y los analistas y quienes tienen que tomar decisiones de inversión, están un poco en la oscuridad.
Hay que pedir más concreción a los candidatos, esto no es tanto problema de los equipos. Hay mucha gente trabajando en propuestas, pero eso no elimina la responsabilidad que tienen los candidatos y la dirigencia principal. La candidata, en el caso de JxC, es la que tiene que definir qué quiere hacer. Si no lo hace, las propuestas no ven la luz. Ahí está la urgencia ahora.

—¿Qué papel le adjudica al oficialismo en este momento de la campaña?

—Uno lo dejaba hasta ahora medio de lado, básicamente por el peso de la situación económica sobre la capacidad proselitista del peronismo; uno diría que es imposible que un partido en el gobierno, con las condiciones actuales de la economía, pueda ganar. Pero ahora no creo que estén fuera de combate. El oficialismo puede armar una campaña de polarización contra las posturas más extremas de Milei, intentando sacar de la cancha o eclipsar las propuestas de Bullrich que al inicio se mostraban inclinadas a la derecha, y hoy han quedado, por efecto de las PASO, situadas simbólicamente más cerca del centro. Todo eso agrega una dosis más de incertidumbre en el proceso electoral.

—¿Con qué tipo de señales se gana la elección hoy?

—Francamente no sé la respuesta. Lo que se vio hasta ahora es un rechazo a la política y a los políticos tradicionales, que es bastante transversal. No hablamos solo de los jóvenes, los marginales, los jóvenes ricos que trabajan en el exterior. No se trata de una clase social ni de una edad en particular. Muchos son los que tienen buenas razones para sentirse desconectados, incluso enojados con la política tradicional y votar en blanco, o por un candidato que representa al que se vayan todos o quedarse en la casa sin votar. La percepción es que es muy difícil llegarles por los canales habituales, porque eso es precisamente lo que rechaza. Entonces, estamos en una situación donde lo único que se me ocurre claramente es que el político, el vocero, tiene que desmarcarse, salir de la esquina en donde durante años se repitieron fórmulas caducas y promesas vanas. Esos políticos tienen que hacer un cambio gestual, de posicionamiento, sino es imposible comunicarse con el votante. Es necesario un mensaje más inteligente de los políticos que hasta ahora hacían la plancha.

—Luego de las reuniones que mantuvo Massa en Washington, ¿algo puede cambiar de la realidad argentina?

—Creo que no. Lo que se anunció es algo que se había negociado hace un mes con el Fondo. En su momento el FMI le requirió al gobierno una serie de acciones previas, verificables, y entre esas medidas se incluía, entiendo, una devaluación que el gobierno prometió para después de las PASO, para que no contaminara la suerte electoral del oficialismo. Esos recursos están destinados esencialmente a pagarle al propio Fondo y a los financiadores del pago que hizo Argentina antes de las PASO. Me refiero a la CAF, a Qatar y a China; ahora se los tiene que devolver. O sea, de ese desembolso, contando lo que debía y los vencimientos de septiembre, queda muy poco dinero. Lo cual deja al gobierno, de nuevo muy corto de dólares y muy frágil a cualquier shock, por ejemplo, a las expectativas de lo que va a pasar en diciembre.

—¿Por qué considera inviable un proceso de dolarización como el que propone Milei?

—Últimamente han dicho que un proceso de esa naturaleza lleva más tiempo de lo que habían anunciado hasta ahora. Uno de sus asesores Emilio Ocampo propone usar deuda soberana argentina como colateral para emitir nuevas deudas soberanas. Como académico y especialista en finanzas, me parece que es inviable, básicamente, ignorar que Argentina está racionada de los mercados. No podríamos emitir mil millones de dólares en el mercado. No es posible. Ocampo dice que sería una propuesta para llevar a cabo en 8 o 12 meses; honestamente no sé qué puede cambiar tan dramáticamente en 8 meses.
El objetivo principal debe ser siempre un plan de estabilización; yo me pregunto si una vez que se tomaran todas las medidas y se lograra estabilizar, ¿seguiría siendo necesario hablar de dolarización? Puede ser una discusión válida, pero es una discusión para después de estabilizar. Lo concreto es que La Libertad Avanza hoy no dice qué va a pasar en diciembre, cuál es la medida para aplicar en diciembre cuando asuman, si les toca ser gobierno. Ese es el punto.

—¿Y cuáles serían los pasos necesarios para un plan de estabilización?

—Primero, hay que recomponer precios relativos. El dólar paralelo está alto, el dólar oficial está bajo, las tarifas están bajas. Ahora las están corrigiendo, pero la inflación va a licuar gran parte de esta corrección. Hay algunos precios que están adelantados porque ha habido mucha protección comercial en un gobierno muy anti-exportador. Y además hay una protección asociada a la brecha. Si no se recomponen esos precios, ningún programa monetario va a subsistir.
Luego hay que presentar a la sociedad un programa fiscal que, de alguna forma, con algún mínimo de credibilidad, se comprometa con un balance fiscal primario de modo de no tener el financiamiento del déficit como una fuente recurrente de inflación.
Necesitamos un programa monetario, algo que hace por lo menos dos décadas que no tenemos; un programa explícito, publicado, incluso presentado en el Congreso, que nos diga cuál va a ser el rango de inflación, dónde se van a ubicar las tasas de interés, qué es lo que esperamos con el dólar, etc., gestionado por un banco central con independencia en la gestión.
Además, una política de ingresos, algo esencial para, por lo pronto, para mantener el espacio social y político de gestión de estos programas de estabilización. Y por último, no menor, hay que abrir los mercados, hay que refinanciar la deuda doméstica en pesos y hay que conseguir abrir los mercados internacionales porque en el 2024 tenemos poco para pagar deuda externa, pero en el 2025 tenemos mucho más. Y si no podemos emitir en enero del 2025, muy probablemente enfrentemos un evento de crédito que haga que toda la estabilización que se puedan ganar con las medidas anteriores en el 2024, no se pueda mantener.

—¿Cómo definiría los enormes efectos del ajuste sobre la sociedad y la economía argentina?

—Yo no diría tanto; entiendo que eso es un lugar común en el que muchas veces caen periodistas y analistas, pero no es tan así. Argentina tiene una particularidad, es que es un país que ha perdido tantas oportunidades que aunque no crezca, con solo ordenar un poco, reformar el sistema tributario, abrir la economía, cambiar el sistema de incentivos, calmar la volatilidad nominal, tiene por lo menos 20 puntos para recuperar de las políticas erradas de los gobiernos anteriores. Creo que el rebote, si uno no se equivoca en los primeros tres meses, es muy rápido. Yo aspiraría que en el segundo trimestre del año que viene estuviéramos creciendo. Y al final de 2024, tuviéramos un salario real 20% por arriba de lo que va a estar a fin de este año.
Tenemos un ajuste por delante, que conlleva muchas cosas simultáneamente, porque la inercia inflacionaria es enorme y el nivel de credibilidad de políticas públicas es bajísimo, pero con una estrategia basada en los puntos que mencioné antes, no hay mucho sufrimiento por delante, habría un rebote pronto. Porque gran parte del ajuste y del sacrificio lo estamos haciendo ahora; no hay que dramatizar más lo que ya es evidente. Estamos en un punto bisagra y si hacemos cuatro o cinco cosas bien al inicio, la recuperación es rápida.

— Pero, ¿hay capacidad en los sectores más vulnerables para absorber el mayor sacrificio que implicaría esa estabilización?   

—Ese es un punto crucial; efectivamente no hay mucha capacidad para aguantar. Son muchos años de crisis, dos años de pandemia; hay que tener mucho cuidado con las consecuencias o los efectos colaterales de cualquier plan de estabilización, más allá de que el plan sea en última instancia exitoso. Son como dos dimensiones que hay que controlar en paralelo.
El problema es que, a diferencia de los años ‘80, donde se hicieron planes de estabilización, con políticas de ingresos que de alguna forma trataban de limitar el impacto que tenían esos planes sobre el salario, ahora tenemos casi la mitad de la fuerza laboral, por fuera de la formalidad. Por tanto, no se arregla vía paritarias solamente. ¿Cómo hacemos para extender una red de seguridad social a todos los trabajadores que están por fuera de la red y a los cuales al Estado le cuesta tanto llegar? Ese problema es central, cualquier gobierno va a tener que enfrentarlo, cómo hacer para morigerar el impacto de cualquier medida económica sobre ese se sector de la población. No hay una fórmula fácil para afrontarlo, cuando el espacio social para descuidar a los hogares de bajos ingresos es casi inexistente después de tantos años de crisis.

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