Para Matías Hofman, responsable de Estrategias de Inversiónen Sura Investment, la imagen del mercado luego de“una semana complicada” se asemeja a un gato con el lomo erizado: “después del pánico del inicio de semana, hay tensión e hipersensibilidad, agazapados esperando ver cómo sigue”. De todos modos, advierte que “punta a punta” desde el viernes 2 al viernes 9 de agosto, “puede observarse una normalización”, aunque quienes estaban expuestos al carry trade en yenes “perdieron mucho”. Sostiene que en Uruguay ese efecto “fue marginal”, y el impacto mayor es el que “empujó un poco al dólar”. El escenario más esperado es un crecimiento moderado, pero sin recesión, “aunque las expectativas estén algo deterioradas”. La pregunta es “si a la Fed no se le está agotando el tiempo para actuar”. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿Cuál es la definición más acertada acerca de lo que ocurrió en la pasada semana en los mercados financieros?
—Fue una semana muy compleja en un mercado sumamente sensible, un mercado que está reaccionando, tanto positiva como negativamente, a cambios que generalmente no resultan tan significativos en periodos de paz financiera. En este contexto, se suma un escenario de especulación financiera muy grande, como el gran carry trade, que todavía no se terminó de cerrar, aunque sí en su parte más especulativa, lo que hizo que el mercado de Japón tenga una caída tan importante como la del martes pasado.
—Hay un vínculo también entre lo ocurrido en Japón y los malos datos del mercado de trabajo en Estados Unidos…
—Sí. En la bolsa japonesa hay un peso muy fuerte en compañías exportadoras; entonces, al haber un mal dato derivado de la posibilidad de caída de la economía de Estados Unidos y por consiguiente de la demanda global, eso genera una contracción del mercado japonés por una posible caída de la demanda externa. A eso le sumamos la suba de tasas del Banco de Japón, el cierre del carry trade y la apreciación del yen, todo eso complica doblemente a las empresas exportadoras y desencadenó lo que vimos en el mercado el lunes. Una baja muy fuerte del Nikkei, con caídas también, aunque más acotadas en otras bolsas asiáticas.
El martes ya había noticias positivas, recuperando buena parte del terreno perdido en el día anterior. Ese comportamiento también se dio en los mercados occidentales, recuperándose en cuanto a precios, y aquietando las aguas.
—¿Y ahora qué?
—El mercado queda más sensible de lo que ya estaba. Y queda aún arriba de la mesa el escenario de una contracción de actividad económica a nivel global más pronunciada de lo que se esperaba anteriormente. En ese contexto, el mercado, previo a lo ocurrido en Japón, descontaba dos recortes de tasa para de las reuniones de setiembre y diciembre de la Fed, hoy en día está descontando cuatro. Parecería ser un movimiento bastante agresivo en términos de la política monetaria un tanto más expansiva. Eso es lo que está descontando hoy el mercado.
—¿Los episodios de la pasada semana implican otros cambios permanentes en los mercados?
—No debemos desatender que hay una suerte de cambio en el paradigma estructural de expectativas de utilidades corporativas en el sector tecnológico, pensando en una moderación de esas cotizaciones. El impacto de la inteligencia artificial como herramienta de mejora en la productividad de las empresas, ha llevado a que esas compañías estuvieran fuertemente cotizadas, en algunos casos por encima del mercado, y con utilidades a niveles sumamente elevados, pocas veces vistos. Eso aflojó un poco en estos últimos días, producto de este escenario de volatilidad. El mercado se podría representar ahora como un gato con los pelos del lomo crispados. Esa es la imagen.
—¿Ese es el nivel de crispación?
—El mercado quedó muy nervioso luego del cimbronazo de los últimos días. Claramente existe una posibilidad de contracción de la economía a nivel global un poquito más alta. De todos modos, el escenario central en la economía global sigue siendo una actividad por debajo del crecimiento potencial, pero sin recesión.
Al principio de la semana fue pánico. Luego, el mercado, en algún punto incorpora que las caídas de la pasada semana responden debe principalmente a un movimiento especulativo, el cierre del carry trade, por la diferencia de tasas entre el yen y el dólar. Eso lleva a ajustar las expectativas a la baja, pero manteniendo la idea de que no vamos a entrar en recesión.
—¿Cómo se reordenaron los movimientos de los inversores ante este episodio?
—La primera reacción fue refugiarse en activos de renta fija de muy corto plazo, pero en correr de la semana volvieron a apostar por activos de riesgo, generando cierta normalización en los flujos de entrada y salida. Así que, si miramos punta a punta la semana, entre viernes y viernes, los movimientos no han sido tan pronunciados. Durante la semana, en momentos de cierto pánico, claramente se generó un flujo de salida desde la renta variable hacia el dólar y los bonos del tesoro americano, especialmente. También metales preciosos, como el oro. Pero a medida que avanzó la semana, todo tendió a normalizarse.
—¿Cuáles son las cicatrices que esta “minicrisis” dejó en los mercados?
—Por un lado, lo ya dicho. Pegó a la baja en las expectativas. Por otra parte, hay una preocupación implícita: se teme que nos estemos quedando sin tiempo para empezar los recortes de tasas. Preocupa que los bancos centrales no tomen las medidas necesarias a tiempo.
—¿Dónde estuvieron los mayores perdedores?
—Hubo pérdidas fuertes en la semana. Sobre todo para aquellos que tenían sus apuestas más fuertes en el carry trade. Al cerrarse, debieron salir a comprar yenes, que ya estaban bastante más caros. Por tanto se pierde lo ganado por diferencia de tasas. Para tener una idea, se estima que el carry trade total es de 1.1 trillón de dólares, parte de eso fue cerrado.
En nuestro país, no se sí había agentes de mercado tomando esa posición, pero me animaría a decir que los efectos fueron marginales.
—Además de ese impacto en quienes tuvieran participación en el carry trade con yenes, ¿qué otro impacto dejó en Uruguay?
—La cotización al alza del dólar al inicio de la semana. Bastante agresivo. De todos modos, a mitad de semana comenzó a corregir a la baja. Pero ese “empujoncito” acercó el tipo de cambio a las expectativas de devaluación para fin de año, en el torno de $ 40.8 por dólar. El cimbronazo llevó, no solo en Uruguay, a buscar refugio en el dólar, lo que lleva a la apreciación. Pero no mucho más que eso.
Por el contrario, en un país más moderado-conservador, como es el inversor uruguayo, para el que está invertido en tasa esta semana fue positiva, porque al estar comprado en renta fija, una baja de tasas, hace que se gane más en precio y genera rentabilidad positiva.
—¿La corrección en las tecnológicas llegó para quedarse?
— El peso que tenían antes de la pasada semana las siete magníficas, como se les conoce a las tecnológicas más cotizadas era del 30% del S&P500 y hoy bajó al 28% en su capitalización del mercado. Eso representa un volumen de dinero muy importante.
No quiere decir que estemos ante un escenario de corrección permanente de este tipo de compañías, pero sí de cierta caída, que podría continuar, sobre todo en un escenario de baja de tasas ya que son compañías que no valen tanto por el flujo de caja de hoy, sino principalmente por lo que se espera que vaya a valer en el futuro. Entonces, ante una baja de tasas, el descuento valor presente es más interesante y hace que estas compañías aumenten su valorización. Claramente, este tipo de compañías son más sensibles al movimiento de tasa que compañías más establecidas en el mercado, como Uber o Coca cola, por ejemplo.
—¿Dejan alguna enseñanza particular estos eventos?
—Creo que la gestión activa y estar muy encima del mercado empieza a tomar una preponderancia muy importante. Atender cosas que hoy en día no están impactando pero que pueden impactar mañana. No nos olvidemos que el carry trade con yenes no es algo nuevo, sino que desde la pandemia, cuando la mayoría de los bancos centrales empiezan a subir las tasas y el Japón se queda quieto. Recién nos preocupa ahora porque nos pegó. Entonces, la gran enseñanza que deja es observar con atención todas las aristas del mercado, incluso si hoy en día no está teniendo un impacto tan importante en la evolución del mercado particular, porque de saltar alguna térmica por otro lado, podría obligar a correcciones no deseadas. Un ejemplo es el mercado inmobiliario de Estados Unidos.
—¿Qué sugerencias podrían ser oportunas para el inversor en un escenario como el actual?
—Depende del perfil de inversor. Un cliente activo, a largo plazo, que realmente entiende de mercado y sabe las situaciones de riesgo existe, está tranquilo. Entienden la volatilidad del mercado. No obstante, en determinadas condiciones del mercado, pensar en tomar utilidades y quedarse un poquito más agazapado para buscar un momento de entrada un poquito más oportuno, no está nada mal.
Por otra parte, los clientes que tienen un escenario un tanto más moderado, que es la gran mayoría de los clientes de nuestro país, en portafolios donde hay algún porcentaje de renta variable pero que no generalmente es el punto más fuerte de la cartera, puede ser el momento de tomar ganancias e invertirlas en algo más conservador y seguir con la posición activa en el invertido inicialmente, aunque también puede pensar en reducir esa posición o directamente cerrarla. Para ese perfil de clientes, en un escenario de expansión de 2023 y lo que va de 2024 donde se vieron favorecidos, pensar en reducir un poquito la exposición al riesgo, en un escenario con muchos signos de interrogación, puede ser una buena idea.