Una formalización de este acuerdo no aportaría tanto en el Congreso, sino a nivel de gestión. En efecto, en la Cámara de Diputados hay 38 diputados de LLA y 37 diputados del PRO, en total sumarían 75 diputados que actuarían como una alianza, pero ese número aún está muy lejos de lograr el quorum propio y lograr la sanción de leyes.
En otras palabras, a nivel Congreso, Milei está obligado a acordar leyes con otras fuerzas políticas que permitan hacer cambios estructurales. Por ejemplo, la legislación laboral para terminar con la industria del juicio o una propuesta de reforma monetaria para quitarle el curso forzoso al peso y otras medidas que apunten a desregular la economía, bajar el gasto público y avanzar en una reforma impositiva.
Enviar la ley ómnibus y un DNU, que entre ambos juntaban 1034 artículos y mezclaba reformas económicas con reformas en seguridad, en educación, justicia, electoral, defensa, etc. no fue una buena idea.
Lo mejor era concentrarse en las leyes económicas que permitieran tener un impacto menor en el ajuste de precios relativos y generaran un shock de confianza en los agentes económicos, que el delirio de intentar refundar la Argentina cambiando con una ley y un DNU más de 70 años de populismo.
El acuerdo entre LLA y PRO podría servirle a Milei en la medida que el PRO le aporte funcionarios para cargos que hoy no tiene con quien ocupar.
Milei llegó sin un equipo económico y si uno mira su gabinete, la única persona que se puede decir que viene del liberalismo es Diana Mondino, ministro de Relaciones Exteriores.
El resto es un rejunte de gente que viene del massismo, del kirchnerismo y, fundamentalmente, del PRO.
Tal vez Macri, si vuelve a tomar el control del PRO, pueda aportarle gente para diferentes cargos, pero ya no se sería ese gobierno liberal puro que proclamaba Milei en la campaña electoral, sino que seguiría siendo lo actual: una mezcla de funcionarios que vienen de diferentes trayectorias políticas, pero sin una ideología común que marque un rumbo de gobierno.
Algo parecido a lo que ocurrió con Cambiemos en su momento. Se juntaron varios partidos políticos con diferentes visiones de políticas públicas y todo terminó en un inmovilismo llamado gradualismo.
En lo que hace a las cuentas públicas, si bien en enero hubo superávit fiscal, lo cierto es que también hubo una fuerte licuación del gasto público.
Al compararse enero 2024 con enero 2023 en pesos constantes de enero 2024, se observa una mínima caída en términos reales de los ingresos totales, con un aumento del 15% a valores constantes de los ingresos impositivos y una caída a pesos constantes del 10,5% de los gastos corrientes.
Jubilaciones y Pensiones, que representan el 36% de los gastos corrientes, cayeron el 32,5% en términos reales. Es decir, hubo una gran licuación de jubilaciones y pensiones.
De acuerdo a un trabajo de IDESA, la jubilación mínima, que es la que cobra la mayoría de los jubilados, vienen cayendo desde 2015, pero la caída se acelera a partir del 2023 y se profundiza en diciembre último y en enero de este año.
En enero de este año la jubilación mínima, a pesos constantes de diciembre 2023, estuvo en $ 88.094, acercándose a los valores de la jubilación mínima que tuvo en 2002 con la devaluación y gran licuación de Duhalde-Remes, que a pesos de diciembre 2023 estuvo en $ 83.078.
La semana pasada se informó el IPC de enero, con un aumento del 20,6%. Si tomamos diciembre, aunque 9 días de diciembre corresponden al kirchnerismo, la inflación acumulada en los dos primeros meses de gobierno de Milei llega al 51,4%.
La inflación interanual acumula un aumento del 254,1%, esto quiere decir que los argentinos estuvimos conviviendo con una inflación promedio del 11,1% mensual en los últimos 12 meses.
Si se deja de lado la hiperinflación, estamos en una situación de recomposición de precios relativos que puede compararse con la de 1975 cuando se produjo el rodrigazo.
Recordemos que se produjo en junio de 1975 cuando Celestino Rodrigo, entonces ministro de Economía, tuvo que corregir la distorsión de precios relativos que había dejado Gelbard.
En esa oportunidad la inflación interanual, tomando julio 75 versus junio 74, fue del 177%.
En otras palabras, el desborde fiscal y de precios relativos que dejaron Cristina Kirchner, Massa y Alberto Fernández, es sustancialmente más grave que la que dejó Gelbard.
Estos son los datos y hay que ver cuánto aguanta la población esta presión inflacionaria y caída de los salarios reales.
Milei tiene que lograr, rápidamente, alguna ley de reforma estructural como pueden ser la reforma laboral y la reforma monetaria y avanzar en desregulaciones con decretos en los sectores en que pueda.
Sino logra mostrar reformas estructurales pronto, aunque sea algunas, se va a quedar en una mezcla de rodrigazo con licuación del gasto público al estilo Duhalde-Remes en 2002 en un contexto recesivo.
No sirve decir que me planto y no negocio nada con la oposición no k y salir a enfrentar a todos los gobernadores. Eso genera ruido en la economía afectándola negativamente.
En síntesis, la economía argentina está en una situación de recesión con fuerte inflación. La gente está viendo caer fuertemente sus ingresos reales. En diciembre, frente a una inflación del 25%, los salarios del sector privado formal aumentaron el 11%, los del sector público el 5,5% y los del sector privado informal el 7,6%. Brutal caída del salario real.
Si Milei no logra avanzar con algunas leyes en el Congreso que permitan hacer reformas estructurales, su política económica se quedará entre un rodrigazo de 1975 y una licuación del gasto público al estilo Duhalde-Remes Lenicov en 2002.