La serie Adolescencia sumó, en sus primeros cuatro días, más de 24 millones de visualizaciones y se convirtió en la más vista en más de 70 países. Intenta conectar con los sentimientos universales de soledad y aislamiento de los adolescentes, y de arrepentimiento de los padres por no haber ayudado más a esos jóvenes. Pero la serie no ofrece muchas soluciones a este drama, simplemente un sentimiento de culpa de “podría haberlo hecho mejor”. En cambio, la economía del comportamiento sí tiene alguna propuesta para hacer. Un ejemplo es el programa para adolescentes que diseñaron Sule Alan (Cornell University) y Elif Kubilay (University of Essex). Acaban de publicar sus resultados en la revista académica American Economic Review.
Buscar a los adolescentes brillantes e influyentes
El estudio se lanzó en el año académico 2021–2022, abarcando 65 centros educativos de enseñanza media (niños de 12-14 años de edad). Sumaban más de 20.000 estudiantes. Los citados investigadores se dirigieron a barrios de contexto crítico. Allí seleccionaron a los adolescentes más brillantes intelectualmente y más influyentes socialmente. Les propusieron encargarse de transformar sus centros educativos y el ambiente donde se mueven a diario. Empoderar a los jóvenes va en la línea de la literatura científica: las intervenciones dirigidas a adolescentes tienden a fracasar cuando no se alinean con su deseo de sentirse respetados y de obtener reconocimiento o estatus social.
El programa diseñado por Alan y Kubilay se construyó sobre dos principios. Primero: tratar a los adolescentes con respeto, confiándoles responsabilidades, los ayuda a desarrollar un auto-concepto saludable y los empodera. Segundo: fomentar la auto-persuasión, en lugar de darles lecciones directas, tiene más probabilidades de lograr los cambios de comportamiento deseados en adolescentes que pueden tener una confianza limitada en los adultos que los rodean.
Estudiantes que se convierten en docentes
Señalan los autores que a los adolescentes seleccionados por su brillantez y liderazgo les adjudicaron el título de “estudiantes-profesores”. Les dieron la responsabilidad de impartir un plan de estudios específicamente diseñado para el empoderamiento de sus compañeros más jóvenes. El plan, denominado “Nuestro Futuro - Nuestro Sueño”, está estructurado en torno a 9 temas que se desarrollan durante un año. Los temas incluyen: imaginar el centro educativo ideal y las relaciones humanas ideales; reconocer el poder de cada uno para moldear su entorno social y convertirse en un tomador de decisiones para construir un futuro mejor; y comprender los peligros de la violencia y del comportamiento antisocial.
Auto-persuasión
En cada sesión, los “estudiantes-profesores” (de cinco a ocho “estudiantes-profesores” por clase) hacían una presentación y guiaban actividades o juegos en el aula. Antes de cada sesión, practicaban a fondo sus presentaciones y actividades entre ellos. Estas sesiones de práctica estaban diseñadas para intensificar la auto-persuasión y generar una cierta incomodidad interior en la mente de los “estudiantes-profesores” si había alguna incoherencia entre los mensajes que transmitían y su comportamiento cotidiano.
Experimento social
¿Cómo saber si el programa es efectivo? Para responder esta pregunta, los investigadores distribuyeron al azar las 65 escuelas. Se formaron dos grupos de escuelas: El “Grupo de Tratamiento” integrado por 32 escuelas que salieron sorteadas para participar del novedoso programa, y el “Grupo de Control” integrado por 33 escuelas que no reciben nada.
¿Cuál es la estrategia para ver los resultados del programa? Al cabo de un año, luego de participar del programa, los investigadores comparan las escuelas del “Grupo de Tratamiento” respecto a las escuelas del “Grupo de Control”. Y también comparan los dos grupos de escuelas un par de años después.
Funciona
Los investigadores de Cornell y Essex encuentran resultados positivos. En primer lugar, en los centros educativos tratados, la probabilidad de recibir sanciones disciplinarias por problemas serios de comportamiento se redujo significativamente. En segundo lugar, se observa que el programa aumentó la tendencia en los alumnos a sancionar socialmente ese tipo de comportamiento (no “aplauden” los malos comportamientos de sus compañeros de clase). En tercer lugar, además de transformar su entorno social, los “estudiantes-profesores” que participaron en el programa modificaron de manera positiva su trayectoria académica: el programa aumentó la probabilidad de ingreso a escuelas secundarias selectivas.
Estos resultados sugieren que el programa fue notablemente efectivo para ayudar a los adolescentes a escapar de las desventajas asociadas a su entorno barrial. Los “estudiantes-profesores” que participaron en el programa tienen una capacidad significativamente mayor para adoptar la perspectiva de otros, un mayor sentido de pertenencia, mejor control de los impulsos y un mayor sentido de responsabilidad frente a problemas globales como la delincuencia, la violencia y los desastres ambientales. También se observaron mejoras notables en estos aspectos dentro de las redes de amigos de los “estudiantes-profesores” (efecto contagio positivo).
La serie de Netflix no aporta muchas soluciones. Este artículo propone algunas: aprovechar el deseo de autonomía y estatus social de los adolescentes al encomendarles la tarea de ayudar a sus compañeros más jóvenes. Este empoderamiento mejora su bienestar social y emocional, llevándolos a transformar su entorno social y a alterar su trayectoria académica para mejor.