OPINIÓN
Las culpas de todo lo malo en Argentina se las llevan Macri y el virus.
Ante la grave situación económica y social que transita Argentina, el presidente Alberto Fernández apela sistemáticamente a dos argumentos para deslindar responsabilidades: la herencia recibida de Macri y la pandemia.
En lo que hace al primer punto, Cambiemos no logró grandes avances en las reformas estructurales, pero, en todo caso, se limitó a financiar, con deuda externa, el exorbitante nivel de gasto público recibido del kirchnerismo. Tal vez la mayor herencia que Alberto Fernández recibió de Cambiemos fue el tema de la deuda, pero recordemos que Cristina Kirchner también había dejado inconcluso el arreglo con los acreedores. Recordar el embargo de la Fragata Libertad y de los fallos del juez Griesa. En todo caso, el problema que hoy encuentra Alberto Fernández es que recibió el mismo campo minado que Cristina Kirchner le dejó a Macri, pero con el agravante que ya no tienen la soja a US$ 600 la tonelada.
Alberto Fernández está desconcertado porque no tiene un plan consistente y su estrategia de hacer populismo se ve frustrada por la falta de recursos. Por eso siempre apela a culpar al gobierno anterior de la crisis económica.
El segundo argumento es culpar a la pandemia. Si se presta atención, en el gobierno siempre hablan de pandemia y no de cuarentena, una forma de decir que la crisis económica se profundizó no por la eterna cuarentena impuesta por el gobierno sino que es un problema que es ajeno al gobierno como es una pandemia. La culpa no es de ellos, es del virus.
Conviene recordar que, al lanzarse la cuarentena, Alberto Fernández insistía con que si se aplicaba el modelo sueco, íbamos a tener 13.000 muertos. En primer lugar, ya tenemos 24.572 muertos contra los 5.899 de Suecia.
Si el dato se toma comparando muertos por millón de habitantes, Suecia tiene hasta ahora 584 muertos por millón de habitante y nosotros vamos por 535 muertos por millón de habitantes. En términos prácticos casi lo mismo, pero sin haber destruido la economía y acercándonos rápidamente a Suecia.
Si el dato que se toma es cantidad de casos confirmados de COVID-19 por millón de habitante comparando Argentina con Suecia, país al que Alberto Fernández señaló como el horrible de la película, ya hace rato que lo superamos en cantidad de infectados.
Dicho de otra forma, la cuarentena estricta no solo no logró frenar la cantidad de muertos por millón de habitantes al punto que ya casi igualamos a Suecia, el peor de la clase según Alberto Fernández, sino que, además, tenemos muchos más contagiados por millón de habitantes que Suecia. En efecto, al 15 de octubre, Argentina tenía 20.620 infectados por millón de habitantes y Suecia tenía 10.034. Es decir, a pesar de la estricta cuarentena establecida por Alberto Fernández tenemos el doble de infectados que Suecia, que según el presidente fue mostrada como el peor alumno de la clase en materia de cuidar a la gente del COVID-19.
¿Por qué este error tan grosero que ya se veía venir desde hace rato en materia de contagios? El argumento más benévolo podría ser que se equivocaron. El menos benévolo es que hace rato están usando la cuarentena como parte de la política económica para evitar que la corrida cambiaria se traduzca en una corrida financiera, con un BCRA que tiene un stock de Leliq de
$ 2,6 billones y que no puede pagar en caso de una corrida financiera.
La evolución de la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el blue muestra que el pico más alto se da en octubre de 1975 al poco tiempo del Rodrigazo y baja inmediatamente en marzo de 1976 luego del derrocamiento de Isabel Perón.
El segundo pico más alto es en agosto de 1982, luego que la Junta Militar perdiera la Guerra de Malvinas y, además de entrar en una crisis económica, el país entró en una crisis política, con la Marina retirándose de la Junta de Gobierno al igual que la Fuerza Aérea.
Luego tenemos una brecha cambiaria del 99% al inicio de la hiper con Alfonsín y se mantiene con los primeros meses de Menem en el gobierno.
Actualmente la brecha cambiaria está en el 103% superando ligeramente la brecha que se dio en el momento de la hiper de Alfonsín en marzo de 1989. Comparando ambos picos de brecha cambiaria con el tipo de cambio oficial, vemos que en marzo de 1989, a pesos actuales de septiembre 2020, el dólar oficial cotizaba a $ 216. El pico cambiario de la hiper estuvo en $ 433 en junio de 1989, pero si comparamos tipos de cambio con el pico de brecha cambiaria actual y de la hiper, tenemos un dólar oficial de $ 216 de aquel momento con un de $ 82 actuales y un blue de $ 167.
En valores corrientes, la brecha cambiaria se redujo en 1989 no porque bajara el blue, sino porque aumentó fuertemente el tipo de cambio oficial. El blue continuó alto. Fue el oficial el que alcanzó al blue y no que el blue bajó hasta el tipo de cambio oficial para que redujera la brecha cambiaria.
A fines de 1976 la brecha cambiaria también tiende a cero, nuevamente porque el tipo de cambio oficial alcanzó al blue. No a la inversa.
En definitiva, en cualquier caso que uno mire de la historia cambiaria de los últimos 50 años, la brecha entre el tipo de cambio oficial y blue, se achicó siempre porque subió el tipo de cambio oficial y no porque bajara el blue. Dato a tener en cuenta hacia el futuro, cuando el presidente Fernández dice que no va a devaluar el peso. Frase que puede agregarse a otras como “el que apuesta al dólar pierde”, “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”, “el que depósito dólares, recibirá dólares” y tantas otras afirmaciones que pretendieron ignorar la realidad del mercado.