Como estadounidense de cierta edad, conozco a bastantes personas a las que sus médicos les han advertido que son prediabéticas. Es decir, que su nivel de azúcar en sangre es lo suficientemente elevado como para padecer diabetes tipo 2, aunque aún no muestran ningún síntoma. La buena noticia es que bajando de peso, mejorando su dieta y haciendo más ejercicio pueden reducir considerablemente ese riesgo. Pero deben actuar con rapidez para evitar problemas graves de salud.
No, esto no es una columna de consejos médicos. Pero al analizar los últimos datos económicos me he puesto a pensar en analogías médicas. Es probable (solo probable) que Estados Unidos aún no haya entrado en recesión, pero la economía parece definitivamente prerrecesiva. Y los responsables de implementar medidas —lo que ahora mismo significa básicamente la Reserva Federal— deben actuar con rapidez para prevenir los riesgos de un grave deterioro económico.
Ya está claro que la Reserva Federal cometió un error al no recortar las tasas la semana pasada; de hecho, probablemente debió haber empezado a recortarlas hace meses. Desafortunadamente, no podemos retroceder el tiempo. Pero el Comité Federal de Mercado Abierto, que fija las tasas de interés a corto plazo, puede y debe hacer un recorte sustancial —probablemente de medio punto porcentual, en lugar de su habitual cuarto de punto— en su próxima reunión, prevista para mediados de setiembre.
Y no queda más que esperar que el reciente desplome de las tasas de interés a largo plazo, que refleja las expectativas de futuros recortes de la Fed, sea suficiente para evitar un desplome económico gratuito.
¿Por qué digo que la economía parece prerrecesiva? El factor más importante es la tasa de desempleo, que ha ido gradualmente al alza en los últimos meses. El informe de empleo de la semana pasada activó la regla de Sahm, según la cual un aumento suficientemente grande de la tasa de desempleo es un fuerte indicio de que se ha iniciado una recesión. Muchos economistas, entre ellos Claudia Sahm, quien ideó la regla, creen que, por diversas razones técnicas, la situación podría no ser tan grave como parece. Pero aun así, la situación es preocupante.
No se trata solo de los datos oficiales. Tanto las encuestas privadas como los rumores en general apuntan a un debilitamiento de la economía. La valoración del mercado laboral por parte de los consumidores encuestados por la organización The Conference Board se ha deteriorado, Amazon ha advertido de que los consumidores parecen estar actuando con cautela, y más. Nada de esto grita recesión, pero sí apunta a un riesgo creciente en un futuro próximo.
¿Estoy totalmente seguro de que tendremos una recesión a menos que la Reserva Federal recorte las tasas rápidamente? Por supuesto que no; nada es seguro en la economía, ni en la vida. Pero los legisladores que esperan una certeza perfecta antes de actuar, siempre actuarán demasiado tarde.
¿Cómo hemos llegado a este punto? La Reserva Federal subió mucho los tipos de interés en respuesta al repunte de la inflación de 2021-22. Yo no me opuse a esa medida. No creo que la Fed tuviera otra opción, considerando el riesgo percibido de que la inflación se afianzara en la economía como lo hizo en la década de 1970.
Para la segunda mitad de 2023, sin embargo, estaba claro que los temores de un retorno a la década de 1970 estaban fuera de lugar. La inflación estaba bajando de manera constante sin los años de alto desempleo que algunos economistas afirmaron erróneamente que serían necesarios.
Pero la Reserva Federal no respondió a la caída de la inflación recortando las tasas de interés, dando la apariencia de estar poco dispuesta a actuar hasta estar segura de que la inflación volvía a su objetivo. Otro ejemplo de cómo esperar a tener la certeza perfecta garantiza que se actuará demasiado tarde. Hasta cierto punto, la Reserva Federal puede haber sido víctima de un engaño estadístico: las cifras oficiales mostraron un aumento de la inflación mensual a principios de 2024, pero como escribí en su momento, esto parecía más ruido en los datos que algo que realmente hubiera sucedido.
No obstante, fuera de eso, es difícil evitar la sensación de que la Fed ha estado, en cierta medida, paralizada por el estrés post traumático de la inflación. Tras enfrentarse a duras críticas por moverse con demasiada lentitud a la hora de incrementar las tasas cuando la inflación empezó a subir hace unos años, puede que haya compensado no bajando las tasas cuando esta empezó a caer. Durante mucho tiempo, nuestra economía se mantuvo extraordinariamente bien a pesar de unas tasas de interés muy altas; ahora empiezan a verse las grietas.
Lo que resulta especialmente irritante de la situación actual es que podríamos estar a punto de arrancar la derrota de las fauces de la victoria. En estos momentos, Estados Unidos básicamente ha logrado lo que muchos economistas consideraban imposible: un aterrizaje suave, en el que hemos conseguido bajar mucho la inflación sin un desempleo elevado. Sin embargo, corremos cada vez más el riesgo de experimentar mucho dolor innecesario simplemente porque el piloto esperó demasiado para levantar la nariz del avión.
Otra cosa: si la Fed recorta las tasas en septiembre, probablemente enfrentará una tormenta de críticas por parte de republicanos acusándola de intentar ayudar a Kamala Harris a derrotar a Donald Trump en las elecciones presidenciales. Y sí, un recorte de las tasas probablemente beneficiaría a los demócratas, en gran medida porque ayudaría a recordar el éxito de Estados Unidos a la hora de controlar la inflación.
Pero la política no debería afectar, y espero que no lo haga, a la decisión de la Reserva Federal. El hecho es que los argumentos económicos a favor de hacer grandes recortes de tasas son abrumadores; la Fed estaría actuando políticamente si no respondiera a esos argumentos económicos simplemente porque se acercan las elecciones.