La inflación, el aumento de los rendimientos de los bonos y el conflicto en Ucrania impulsaron la caída de los múltiplos de valoración y el posterior desplome de la renta variable europea de enero a septiembre, que cayó un 22% antes de repuntar en el cuarto trimestre de 2022.
El aumento de los precios de la energía fue el mayor impulsor de la inflación de la zona euro, que alcanzó un asombroso 10,7% en octubre e instó al Banco Central Europeo (BCE) a subir los tipos.
Al mismo tiempo, la rentabilidad de los bonos alemanes a 10 años, que alcanzó su nivel más alto en 11 años en 2022, marcó una nueva era de subida de tipos en los mercados desarrollados, lo que pasó factura a los valores orientados al crecimiento.
Con una posible recesión en el horizonte, el Banco Central Europeo debe gestionar con delicadeza las subidas de tipos para reducir la inflación subyacente en 2023. Esto creará un entorno que debería beneficiar a los sectores más orientados al valor, así como a las empresas que constituyen una cobertura frente a la inflación y son menos sensibles a la subida de tipos (frente a los beneficios futuros de los valores de crecimiento).
La estructura generalmente cíclica del mercado europeo, combinada con descuentos históricos de valoración, implica que unas pocas buenas noticias pueden llegar muy lejos. Europa está potencialmente bien posicionada para cualquier alivio que pueda derivarse de un dólar estadounidense más débil, resoluciones geopolíticas y/o un repunte continuado de la recuperación de la demanda tras la pandemia.
De la recesión a la recuperación
Es probable que Europa entre en recesión antes que otros mercados desarrollados, una hipótesis que parece tenerse cada vez más en cuenta en las valoraciones relativas de los mercados.
Aunque es imposible predecir el momento de la recuperación, hay indicios sólidos que sugieren que una recesión en la región debería ser relativamente poco profunda en comparación con la experiencia pasada. Por lo tanto, creemos que tiene sentido buscar oportunidades para posicionar las carteras de cara a una eventual recuperación económica.
Independientemente del momento en que se produzca la recuperación, la renta variable europea paga dividendos que casi duplican los de EE.UU. lo que, según nuestra opinión desde Janus Henderson, ofrece una atractiva oportunidad de ingresos.
El carácter más cíclico (es decir, la mayor exposición a los sectores de consumo, energía, financiero y materiales) de la renta variable europea frente a la estadounidense y sus menores valoraciones relativas presentan un fuerte potencial alcista.
(*) Director de Construcción y Estrategia de carteras en Janus Henderson