OPINIÒN
En los hogares más pobres, uno de cada tres niños de 3 años de edad no accede a educación preescolar. Justo los que más necesitan educación, menos educación preescolar tienen.
El INEED dio a conocer días atrás su informe sobre el estado de la educación en Uruguay. Una de las metas para 2016-2020 era conseguir que 86% de los niños de 3 años de edad accedan a la educación preescolar. No se alcanzó la meta. Se estancó la cobertura en ese quinquenio. Terminamos con 72,5 % de los niños de 3 años en educación preescolar. Y cuanto más pobre la familia, menor cobertura. En los hogares más pobres, uno de cada tres niños de 3 años de edad no accede a educación preescolar. Justo los que más necesitan educación, menos educación preescolar tienen.
Y enviar a los niños pobres al preescolar parece ser muy efectivo. Así lo sugiere una investigación que acaba de ser publicada en el journal científico American Economic Review. Allí, Martha J. Bailey, profesora de la Universidad de California, Los Ángeles, y otros colegas investigadores, estudian el efecto de largo plazo del programa Head Start que provee de preescolares públicos a los niños más pobres. Este programa nació en 1965 y se dirige a niños entre 3 y 5 años de edad.
Head Start atiende a más de un millón de niños. Costo: diez mil millones de dólares al año. Una buena parte de la sociedad se mostró escéptica respecto a las eventuales bondades de un programa tan masivo. Hasta el estudio de Bailey y su equipo, la pregunta sobre los efectos de largo plazo de Head Start seguía sin ser respondida.
Lanzamiento del Head Start
Señala Bailey que, en 1960, la idea de que el preescolar podría mejorar el desarrollo cognitivo de los niños fue revolucionaria. Desafiaba la idea instalada de que la capacidad de un niño de razonar y resolver problemas le venía dada desde el nacimiento, y quedaba fija e inmutable. En 1961, Joseph McVicker Hunt rompía el paradigma imperante y señaló que la inteligencia de los niños era maleable, se puede mejorar. Así apareció una nueva estrategia para combatir la pobreza: que los niños puedan acceder al preescolar. Van a estar mejor preparados para entrar a la escuela. Esto ayudaría a combatir las raíces más profundas de la pobreza.
Head Start comenzó siendo un programa de verano de ocho semanas en 1965. Después de un comienzo exitoso, el entonces presidente de Estados Unidos (Lyndon Johnson) anunció que el programa pasaba a ser un programa que abarcaría todo el año. Cuenta Bailey que los que hacían cabeza en Head Start comenzaron a escribir cartas y más cartas a directores de centros públicos de salud, directores e inspectores de escuelas, encargados de servicios sociales municipales, etc., animándolos a postular niños de familias pobres. Salieron 35.000 cartas de las oficinas de Head Start.
La misión
Los diseñadores del programa Head Start adoptaron un enfoque holístico que buscaba mejorar la salud del niño de tal manera de desarrollar sus habilidades mentales y físicas, mejorar su auto-confianza, su capacidad de expresión y de relacionamiento social. Y —muy interesante— buscaba activamente involucrar a los padres en la crianza de sus hijos. El presupuesto de 1966 incluía dinero para: a) la educación (actividades diarias y transporte; el 70% del presupuesto total de Head Start se iba en este ítem), b) nutrición, y c) servicios de salud (incluía vacunación, derivación a médicos, salud mental, etc.), d) servicios sociales e involucramiento de la familia (por ejemplo, enseñar a las familias cómo superar distintas crisis).
De esta manera, Head Start se esperaba que tuviera efectos positivos sobre los logros de esos niños cuando se convirtieran en adultos. Y no sólo a través de la educación temprana. Los componentes de salud y nutrición del programa también ayudarían para conseguir logros a largo plazo. Pensemos en el acceso a las vacunas y las enfermedades que se evitan. Y los tests médicos a los que accedían por Head Start: permitían detectar tuberculosis y diabetes a tiempo, o problemas de visión o auditivas.
Comprar un par de lentes es una manera barata para mejorar los logros académicos de un niño que no ve bien. “Este niño es un burro”. Simplemente es que no veía el pizarrón…
Los primeros estudios de Head Start detectaron que casi la mitad de los niños consumían menos hierro que el necesario. Y uno de cada diez niños estaba realmente en problemas serios en cuando a calorías necesarias consumidas. Y 15% estaba anémico. Las comidas saludables a las que las familias pobres acceden gracias a Head Start mejoran también la capacidad de los niños de aprender.
Problemas con Head Start
Pero ese empuje tan rápido y a gran escala trajo problemas a Head Start. Problemas de calidad. No encontraban la suficiente cantidad de educadores, de alta calificación, para atender a tantos niños. Así que Head Start no comenzó como un programa perfecto. Y hoy en día sigue recibiendo críticas en cuando a calidad del programa. Pero recordemos que Head Start se dirige a los niños y familias más vulnerables, más en desventaja social, donde cualquier ayuda recibida puede ser un gran cambio respecto a su punto de partida.
Resultados de Head Start
La profesora de UCLA y sus colegas aprovechan que el programa Head Start no se aplicó en todas las regiones de Estados Unidos al mismo tiempo. Comparan hoy resultados educativos en adultos que crecieron en zonas donde había Head Start respecto a adultos que no tenían capacidad de acceder a Head Start en su región. Bailey encuentra que los que pudieron a acceder al programa cuando eran niños hoy muestran menor tasa de abandono escolar, mayor proporción de educación secundaria finalizada, mayor ingreso a la universidad y mayor tasa de educación terciaria completa.
Aprendizajes
Me pareció interesante que los resultados de INEED se dieran a conocer justo cuando el estudio de Bailey se publica en American Economic Review. INEED señala que tenemos todavía un desafío grande para el acceso universal al preescolar en el caso de los niños de 3 años. Y este problema es aún más pronunciado entre los hogares más pobres de nuestra sociedad. Las enseñanzas de Head Start son que vale la pena seguir apuntando a mejorar las condiciones de esos niños, y que esas necesidades no se agotan en poder asistir a un centro educativo. Se necesita también atender la calidad del prescolar, y los desafíos de salud y nutrición, e involucrar a los padres en la crianza de sus hijos.
(*) Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales, Universidad de Montevideo.