La esperanza argentina: un nuevo 25 de mayo

El contexto político y sindical existente en Argentina no es el necesario para continuar por el nuevo camino trazado por el gobierno y es por eso que solo luego de la fecha indicada para el “pacto de mayo”, se podrán esbozar las perspectivas.

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En su primer discurso ante la Asamblea Legislativa en ocasión de la inauguración de un nuevo período de sesiones ordinarias, y con la presencia además de los diputados y senadores del Congreso, la de gobernadores, ministros de la Corte Suprema de Justicia, embajadores y público en general, el presidente argentino Javier Milei realizó una descripción y análisis, de la crisis que vive la Argentina y de las medidas que serán necesarias, en numerosos aspectos, para intentar salir de ella. Culminó su exposición citando a gobernadores y líderes políticos a firmar el 25 de mayo, en Córdoba, un pacto nacional con reformas de gran profundidad. Si bien el pacto social incluirá diez puntos, como lo adelantó el nuevo presidente, los relativos a la política fiscal constituyen, desde el punto de vista macroeconómico, el núcleo al que deberán ajustarse quienes convengan en la firma del acuerdo.

Equilibrio fiscal, reducción del gasto público al 25% del PIB, una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva y la revisión de la coparticipación tributaria con las provincias son los puntos que, para el primer mandatario, más apuntan a solucionar la causa fundamental de la crisis económica que vive su país y que le ha llevado a una crisis social sin precedentes con el 60% de la población en la pobreza. Una crisis económica que se caracteriza por los tres problemas que siempre se deben evitar y solucionar por cualquier conducción que aspire a que la economía crezca continuamente con inclusión social.

El diagnóstico       

Difícilmente encontremos a alguien que dude que el país tiene los tres grandes problemas que en el corto plazo es necesario solucionar. Peor aún, los tres grandes problemas macroeconómicos que de continuar con la combinación de políticas que se llevara adelante por la administración primero de Néstor Kirchner, luego por la de su esposa Cristina Fernández y hasta diciembre pasado por la de Alberto Fernández, que se han agravado a un ritmo creciente. Al cabo de la administración política anterior, la finalizada en diciembre, la economía caía, la inflación se había transformado en hiperinflación al aumentar a un ritmo de más de 20% mensual y creciente y las reservas internacionales netas del Banco Central eran negativas y en deterioro. Las previsiones de los analistas económicos en la encuesta mensual del Banco Central en los meses previos al de las elecciones anticipaban que las referidas variables macroeconómicas seguirían deteriorándose. Era difícil no coincidir que los esos comportamientos tenían una causa principal y fundamental: el déficit fiscal primario de 2,9% del PIB y el déficit fiscal financiero del 6,1% del PIB. Era este último, en definitiva, el déficit que se debía financiar por una administración sin acceso al crédito por su tradición de incumplimientos.

La consecuencia ha sido que ese déficit se ha debido cubrir en su mayor parte, con emisión monetaria por el Banco Central lo que ha impulsado a la inflación al alza y al aumento de la demanda por la moneda extranjera —dólar— con las repercusiones a la baja de las reservas internacionales del Banco Central, negativas por tener activos en reservas menores a sus pasivos —deudas— en moneda extranjera.

Como en general se sabe y en particular los economistas lo divulgan, una política fiscal expansiva con alto déficit de las cuentas públicas cuyo financiamiento es con emisión monetaria por no tener acceso al crédito de todo origen por los sucesivos episodios de no pago de deuda —default—, se refleja siempre en alta inflación, en déficit de la balanza de pagos —pérdida de reservas internacionales de la autoridad monetaria—, crisis cambiaria y reducción de la actividad económica, del empleo y del bienestar general de su población. La importancia relativa mundial, económica y política, de un país puede acelerar o retrasar los resultados anotados como ha ocurrido con Argentina por varios años, ante la consideración desmedida que han tenido con nuestro vecino, prestamistas internacionales, incluidas entidades multinacionales, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional; ¿o acaso no han sido vergonzosos los acuerdos a los que ha llegado esa institución con varios gobiernos argentinos?

Cómo resolver

Generalmente, una situación económica como la que se vivía con el gobierno anterior se resuelve “automáticamente” si no se modifican las políticas macroeconómicas que se llevan adelante, sin modificaciones a un rumbo que ha llevado a una crisis que se agravaba. La modificación de la combinación de las políticas fiscal, monetaria y cambiaria acelera la vuelta al equilibrio pero tiene sus costos que, obviamente y por eso esa modificación de políticas se lleva adelante, son menores que los de la alternativa de mantener el rumbo anterior.

Si bien era relativamente fácil anticipar los resultados de mantener el rumbo anterior en relación con la actividad económica, la inflación y las reservas internacionales —balanza de pagos— de la Argentina, no lo es todavía anticipar con facilidad lo que ocurrirá con esos desequilibrios en el corto plazo con las medidas planteadas. Si hubiese consenso político y sindical sobre las medidas llevadas adelante y sobre las propuestas aún no dispuestas por la nueva conducción política y económica, sería posible esbozar un análisis de las perspectivas de la economía bajo la nueva administración.

Pero el contexto político y sindical no es el necesario para continuar por el nuevo camino trazado y es por eso que solo luego del 25 de mayo, fecha que puede o no ser nuevamente fundacional, es que podremos esbozar las perspectivas de una nación que deseamos que traiga buenas noticias no solo para ella, también para nuestra muy cercana vinculación.

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